La Compañía Nacional de Teatro Clásico abre hoy la temporada del Teatro Principal de Valencia con la puesta en escena de El condenado por desconfiado, una obra de Tirso de Molina "conocida pero poco representada" por su carácter religioso y "denso" que llega ahora al escenario liberada de un "prejuicio casi nacional".

Con una ambientación de luces y sombras de inspiración goyesca, la prestigiosa agrupación acerca al espectador contemporáneo a esta historia, que reflexiona "sobre el bien y el mal y la posibilidad de lograr la redención".

El director de la obra, Carlos Aladro, explicaba ayer que la obra es un drama teológico que toma también como fundamento una peripecia de bandoleros, de manera que pasa "del cielo a las cloacas de una manera muy interesante".

El texto de Tirso de Molina está protagonizado por dos personajes -un ermitaño y un bandolero, Paulo y Enrico- que se preguntan acerca del destino y de las decisiones de sus respectivos dioses. Mantienen maneras totalmente opuestas de concebir la religión, ya que uno piensa que el ser humano tiene la capacidad de salvarse a sí mismo pero dentro de unos límites establecidos por Dios, mientras que el otro opina que la salvación depende mayoritariamente de uno mismo siendo Dios un mero espectador. "Es una temática muy propia del Siglo de Oro llevada al mundo de luces y sombras de Goya", resumía el director.

Por su parte, el responsable de la compañía, Eduardo Vasco,remarcaba que "casi un tercio de la producción de los grandes autores" de la época es de signo religioso por lo que considerada "necesario" incluir esta pieza en el repertorio y "sacarla de su prejuicio casi nacional".

En el elenco de la función sobresalen los intérpretes Jaime Soler (Paulo), Daniel Albaladejo (Enrico), Francisco Rojas (Demonio), Juan Meseguer (Anareto), Arturo Querejeta (Pedrisco), Mon Ceballos (Lisandro), Ángel Ramón Jiménez (Galván) y Paco Vila, entre otros.

Elisa Sanz debuta en la Compañía con su escenografía, una puesta en escena que ensalza lo esencial, es decir, la parte actoral. La versión es de Yolanda Pallín, quien ha llevado cabo una labor de recorte aunque conservando la totalidad de las escenas.