Cuando un poeta muere, su poesía queda interrumpida. Permanece, no obstante, el registro de su voz, al que se puede acudir para vibrar de nuevo con su obra. En los días fríos de este invierno en Europa, tres poetas han dejado de expresarse. Regresar a su poesía constituye un ejercicio enriquecedor: regresemos.

Sí, Wislawa Szymborska (Prowent, hoy Kórnik, 1923–Cracovia, 2012) ha muerto fumando y escribiendo, es un decir. (La máquina de escribir siempre estuvo relacionada con el cigarrillo). Premio Nobel de Literatura 1996 —hasta entonces no la conocíamos; desde entonces, seguimos sin conocerla— esta polaca embelesa con sus versos. Bastaría acercarse a sus poemas para sentirnos atraídos por su escritura, tan especial, tan sugerente: «Cuando pronuncio la palabra Futuro,/ la primera sílaba pertenece ya al pasado. / Cuando pronuncio la palabra Silencio,/ lo destruyo/. Cuando pronuncio la palabra Nada,/ creo algo que no cabe en ninguna no-existencia».

Os recomiendo tres de sus libros editados en castellano, con traducciones de sus dos expertos, Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia: Dos puntos, Igitur, Tarragona, 2007; Poesía no completa, antología, México, 2ª ed. 2008; Aquí, edición bilingüe, Bartleby, Madrid, 2009.

Thódoros Angelópoulos (Atenas, 1935–2012), también poeta, nos ha dejado y ha sido como consecuencia del mortal atropello de una motocicleta. Recuerdo otras grandes trayectorias truncadas por accidentes: Antonio Gaudí, el arquitecto, arrollado por un tranvía en Barcelona, y Pierre Curie, el científico, por un coche de caballos en París.

Lo de Theo fue el cine, sí, un cine cuyo interés no radica en haberse rodado en 3-D —que no se ha rodado, claro—, sino en fundamentarse en un humanismo personal, íntimo, capaz de hacer pensar y sentir al espectador solvente. Os recomiendo la visión o revisión de La reconstrucción (1970) Paisaje en la Niebla (1988), La eternidad y un día (1998) y La mirada de Ulises (1994).

Quien también cultivó la poesía fue Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012), y lo hizo pintando, mezcla de capacidad creadora y fondo intelectual: El arte es una forma de gnosis: la poesía también es un buen modo de conocerse a sí mismo. Su trayectoria fue ejemplo de búsqueda continuada que le condujo a un lenguaje propio, desarrollado en sucesivas etapas. Pensaba que una obra de arte debería dejar perplejo al espectador con el fin de procurarle meditar sobre el sentido de la vida.

La realidad exige que lo digamos bien claro:/ a vida sigue su curso. / Sucede así en Cannas y en Borodinó, en los llanos de Kosovo y en Guernica». Son versos de la polaca que sirven para acabar estas despedidas.

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