«Otello»

palau de les arts reina sofía (valencia)

Solistas. Orquesta de la Comunitat Valenciana. Director: Z. Mehta. Coro de la Generalitat. Director: F. Perales.

Director de escena: D. Livermore

Lauri Volpi, en su plutarquiano libro Voces paralelas criticaba a Mario del Monaco su versión de Otello, aduciendo precisamente en el final del primer acto, su falta de lirismo para entornar las efusivas frases de amor que el héroe moro dedica a Desdémona, sustituidas por clamores canoros del tenor florentino. Pues bien, a buen seguro el cantante que acabó sus días en Burjasot se hubiera sentido muy satisfecho con la interpretación del celoso guerrero shakesperiano que ofreció Gregory Kunde, un tenor, muy cercano al del Lazio que pasó de ser lírico ligero (aún le recuerda quien esto firma un Don Pasquale bajo la batuta de Galduf hace algo más de una década) a spinto como es en la actualidad.

Si bien en el Esultate el tenor no tenía la sonoridad broncínea de del Monaco, ni su sañuda altivez del Non ora, o de Il faccioletto!!! como un menos heroico Ora e per sempre addio, sante memorie o el grave vendicator si tuvo sensitivos acentos enamorados en el dúo del primer acto con Desdémona, lleno de sensorial voluptuosidad, confraternizado con las modulaciones del aterciopelado preludio de los cellos. Y es que el estadounidense hizo un Otello humano, natural y verosímil, que cae víctima de las arteras falacias de Jago y que sacó mucho provecho a una sensitiva musicalidad y sobre todo a unos sonoros y vibrantes agudos que le permitieron dotar al personaje de su ardorosa bravura, al utilizarlos con una inteligencia de recursos en los momentos oportunos. Nunca se le vio sufrir en el registro agudo como suele suceder en tenores con mas centro, que llegan exhaustos al Niun mi tema y son incapaces de darse cuenta que el tema de amor que finiquita la obra, no es otro que el que también cierra el primer acto.

Junto a él, María Agresta (inolvidable Leonora la pasada temporada de les Arts) fue una Desdémona de exquisitos matices, voluptuosa en el dúo de amor, suplicante en el del tercer acto, premonitoria de la tragedia en el «sauce» y en el Ave María, con refinados matices y sfumature de trágico lirismo dignos del texto poético del bardo inglés.

Constituye para el autor de este comentario una gran alegría reencontrarse con la excepcional voz de barítono de Carlos Álvarez a quien se le vio padecer en su recital de zarzuela de la pasada temporada en les Arts. Está claro que el malagueño vuelve a estar en voz (no olvidemos que en el brindis Verdi le puso en la partitura nada menos que dos La agudos) y su hermoso caudal lo puso al servicio de un personaje al que si bien no otorgó toda la vesania posible (es el personaje mas complejo de todo el drama) tuvo relatos de dicción muy elocuentes (Ëra la notte Vigilate o en el crispado Credo) y fue un alférez falaz, alevoso y miserable muy convincente.

Sin duda alguna el gran triunfador de la noche fue el maestro Mehta que trabajo a unos disciplinadísimos coros, que ofrecieron una lección de contrastes, sobre todo en el paso de los momentos más heroicos al lirismo de Dove guardi y a una orquesta que le sigue con fe ciega y que en todo momento estuvo atenta a ofrecer la terminología de un drama en el que la música de un compositor ya enormemente cuajado en su sabiduría instrumental y vocal, produce una ópera llena de pormenores de acentuaciones muy enfrentadas y diversidades tan ardorosas como esmeradas. Ese es el instinto de la música y su grandeza.

La ovación final de casi un cuarto de hora con toda la audiencia puesta en pie no hace sino reconocer el éxito de una función memorable.