La feria de Julio de Valencia va calentando motores, y mañana ya se ponen a la venta en las taquillas de la plaza de toros los abonos del ciclo. Un serial que va a verse anunciado en su cartelería con una novedosa y original obra del artista navarro Mikel Urmeneta, el fundador de la célebre marca Kukuxumusu, conocida por sus dibujos en camisetas y otros soportes que se comercializan en más de 90 países. Un cartel que a nadie dejará indiferente, y que a buen seguro tendrá tantos seguidores como detractores.

Mientras tanto, la semana ha estado presidida por la celebración de una feria de Hogueras en Alicante que ha arrojado un balance más que satisfactorio, y en el que han destacado espadas como Morante, Manzanares, Padilla, Iván Fandiño y El Fandi, quienes fueron capaces de abril la puerta grande.

Con todo, lo más noticioso de los últimos días han sido los eventos Denominación de Origen JT celebrados en las plazas de toros de Granada y León. Con relación a ellos, los aficionados todavía no han acabado de digerir el atracón de epítetos y la resaca de alabanzas que ha despertado esta enésima reaparición de José Tomás en los ruedos, siempre con el recuerdo de Navegante en la recámara como argumento de marketing.

Dicen que en el toreo lo más importante es el sentido del temple. Pues bien. Esa es la receta que se tienen que administrar, tanto muchos de los seguidores como bastantes de los críticos corifeos del coletudo de Galapagar. Y es que leer algunas de las crónicas que se hicieron de lo que sucedió, sobre todo en Granada, producía hasta sonrojo. Por su desmesura, por su destemplanza, por lo exagerado de los objetivos que se le dedicaban. ¡Qué hipérboles!

Pareció que de nuevo hubiera resucitado el Mesías. Para toda esta corte y cohorte tomasista su torero es el Alfa y el Omega; el cero y el infinito; el blanco y el negro, el Yin y el Yang; el si y el no, el cielo y el infierno. El desiderátum, el acabose, el rien ne va plus. O sea, la leche.

Habría que tratar de medir las cosas en sus justos términos. Porque tanto elogio acabará teniendo un efecto negativo y resultando estomagante. Tanta desmesura contribuye a que algunos caigan ya en el escepticismo y el recelo. En el hastío. Y encima, va y la cogida que sufrió en Granada no fue por arrimarse, sino por perderle la cara al toro. Por lila, como se dice en el argot. Las imágenes de televisión lo reflejaron a la perfección. Y no es la primera vez que le pasa al tan ponderado coletudo madrileño.

Como ya se decía en otra ocasión en estas mismas líneas, todo ello c on independencia de las extraordinarias cualidades de su toreo. De su valor, de su personalidad, de su fuerza a la hora de llevar gente a los tendidos, de generar expectación. Y de su amor propio, del que hizo gala para torear con una costilla fracturada como lo hizo en León.

Pero habrá que volver a insistir en el hecho de que JT no ha sido el primero, ni será el último coletudo en sufrir un percance grave en el ruedo. Ni el único que haya estado a punto de perder la vida en una plaza de toros. Ni el único torero que se arrima y que se la juega ante el toro. Por tanto, todo esto rechina. Y se sigue imponiendo un cambio en el ya manido discurso sobre este torero. Y continúa antojándose que más mérito tendría todo ello si fuese a capaz de acabar el papel todas las tardes: Toreando en treinta o cuarenta corridas a lo largo del año, en las ferias, y no tan sólo en cinco ó seis festejos aislados. O tres.

Y una catalanada para concluir. El emir Tamim bin Hamad Al Zani de Qatar, parece que estaría dispuesto a desembolsar 2.200 millones de euros a la empresa Balañá, propietaria de la plaza de toros Monumental de Barcelona, para convertir este inmueble en una mezquita, un lugar de culto con una capacidad para más de 40.000 personas, y dotado de un minarete de 300 metros de altura.

Los Junqueras y compañía, se frotan las manos con el proyecto. Ayatollahs ellos.