Abogado, periodista, guionista e icono de la novela negra. Esas son algunas características que definen a Francisco González Ledesma, pero el escritor fallecido ayer, pocos días antes de cumplir los 88 años y después de varios de enfermedad, era ante todo un hombre humilde y bonachón, curtido en la dura posguerra y al que el franquismo le acusó de «rojo y pornógrafo».

Nacido en Barcelona en 1927, González Ledesma con 21 años ganó el Premio Internacional de Novela con Sombras viejas, un libro que no pudo publicar por la censura franquista y que le llevó a escribir bajo el pseudónimo de Silver Kane.

Un nombre con el que firmó más de 400 novelas del Oeste entre los años 50 y 70. Novelas de pistoleros, damas de salón, indios y sheriff que se vendían en los quioscos disputando el espacio a Marcial Lafuente Estefanía o Corín Tellado.

Un género que volvió a recuperar en 2010, cuando publicó La Dama y el recuerdo, para rendir homenaje a una bena parte de su vida, esas novelas que le dieron «juventud» y algo de dinero. «Se vendían muy bien porque no había televisión y la gente se entretenía», explicaba. Novelas baratas de las que se llegaron a vender 60.000 ejemplares al mes, alimentadas de «ingenuidad, rapidez y entusiasmo».

Ledesma cobró por su primera novela 150 pesetas que le pagaron a plazos. Tiempos grises en los que el joven escritor tenía que imaginarse un Oeste viendo películas como La diligencia o Duelo al sol.

Pero este escritor de mil caras, nacido en el barrio de Poble-Sec y que comenzó trabajando en la editorial de tebeos Bruguera, escribió con otros seudónimos: Enrique Moriel o Rosa Alcázar, con el que ideó literatura romántica.

Como periodista trabajó en El Correo Catalán y La Vanguardia. En 1966 fue uno de los doce fundadores del Grupo Democrático de Periodistas, asociación clandestina durante la dictadura en defensa de la libertad de prensa. Es padre del también periodista Enric González.

Pero que hoy sea uno de los pioneros e iconos de las novela negra junto a Vázquez Montalbán y por lo que será recordado es por por su comisario Méndez, personaje con el que comenzó una serie en 1983 con Expediente Barcelona. Un año después llegaría su consagración con el Premio Planeta por Crónica sentimental en rojo.

Méndez paseó su particular manera de hacer por las páginas de todas sus novelas. En 2014 salió a la venta su última creación, El adoquín azul (Menoscuarto), una novela corta en la que relata el caso de una víctima de la brigada político-social del franquismo.

El humor ácido, las frases cortas, los diálogos y las descripciones de ciudades eran constantes de Ledesma. Admirado por escritores y libreros, ganó la primera edición del Premio Pepe Carvalho en 2007 por su trayectoria.