La tradición oral impresa para siempre. Un cantaor de Xàtiva versando, en el aniversario de una editorial de Alzira, en el Teatre Principal de Valencia. La fusión perfecta entre letras y notas se impuso anoche en el Principal, donde Bromera celebró su treinta aniversario como editorial, todo un acontecimiento que traspasó el ámbito cultural para convertirse en una fiesta cívica a favor de la tolerancia creativa y el derecho a una industria de ocio propia.

Nadie, ni el propio Josep Gregori, creador de Bromera, hubiera imaginado tres décadas antes que su proyecto de dotar de libros a la incipiente demanda escolar en valenciano, y de paso publicar autores noveles y consolidados en narrativa, ensayo, teatro y poesía, llegaría tan lejos y tan cerca del centro geopolítico del poder valenciano. En el principa escenario del Cap i Casal, Gregori juntó a toda la tribu literaria y a las principales autoridades del país. Ya de por si un mérito, dada la tendencia endógena a las capilletas lletraferides.

Un éxito civil

Gregori propuso un acto sencillo y solidario. La presencia de Pep Gimeno Botifarra garantizaba lo primero y la convocatoria del concierto solidario a favor de la ayuda a los refugiados de Médicos Sin Fronteras consiguió lo segundo.

«Sin los escritores, ilustradores, docentes, alumnos, los libreros, los bibliotecarios, los correctores, los traductores, los diseñadores, sin vosotros, sin los lectores, la labor de la editorial no tendría sentido», dijo Josep Gregori. Unas palabras de agradecimiento, «porque en pocas ocasiones la palabra ´gracias´ se llena de tanto significado».

Gonçal López-Pampló, el director literario de Bromera, fue el encargado del discurso editorial. «Bromera es un éxito de la sociedad civil valenciana», empezó y tras una muestra de confianza en el futuro de la lengua y la literatura valenciana, criticó la iniciativa de Xarxa Llibres, una medida estrella del conseller Marzà. «Se deben buscar formulas conciliadoras, que provengan de una reflexión profunda y pausada de toda la comunidad educativa y, que al mismo no resulten tan lesivas para todos los que forman parte de la de cadena del libro y para sus compañeros de viaje».

Efecto colateral

Que el programa Xarxa Llibres había disgustado al conjunto de la industria del libro se sabía, pero Gonçal López-Pampló aprovechó la audiencia para anunciar un «efecto colateral de todo eso», es la aportación económica anual de Bromera a Médicos Sin Fronteras y a Escola Valenciana «que depende de nuestras vendas, a partir de ahora se verá afectada».

Tras la reivindicación, López Pampló volvió a la literatura. «A pesar de las incertezas o las discrepancias, Bromera ha estado y estará al lado de todos aquellos que quieren construir un país de palabras». Era el colofón a una celebración donde reinó la satisfacción por el trabajo realizado, por la superación de obstáculos y esperanza en el futuro.

La actuación de Botifarra ayudó. El repaso sus éxitos, recogidos ahora en el libro-disco de Bromera Pep Gimeno Botifarra. El cant de la terra son una vacuna contra el derrotismo. Botifarra estuvo acompañado de Miquel Gironès, Miquel Ramos, Ahmed Touzani, Pau Cháfer i Miquel Gil. Con el público entregado, vídeos con el numeroso elenco de escritores, ilustradores y trabajadores de la casa recordaron el complicado principio, y la consolidación de una editorial que ha construido una empresa cultural desde el libro en valenciano. Al final de todas las emociones, una muixeranga cerró la noche.

Internacionalización

Bromera no es un imperio editorial, pero es el ejemplo a seguir para muchas de las pequeñas editoriales unipersonales, o familiares, valencianas. Solo hay que ver sus oficinas en el polígono de Alzira, con departamentos especializados y más de medio centenar de trabajadores en nómina. Además con un centro logístico en unas naves cercanas que han convertido la empresa en una solvente distribuidora.

El reto de Josep Gregori tras los primeros treinta años de Bromera se centra ahora en el mercado exterior. En vender algunas de sus colecciones, como las narraciones infantiles ilustradas en China, y al mismo tiempo adquirir el derecho de publicación de autores extranjeros.

Todo ello, sin descuidar el mercado valenciano, con atención especial a los Premis Literaris Ciutat d´Alzira, donde empezó todo.