El pintor madrileño Miguel Ángel Campano, Premio Nacional de Artes Plásticas 1996, ha muerto a los 70 años, según informó ayer el Museo Reina Sofía, que le organiza una retrospectiva el año que viene. Campano, que residió desde 1980 a caballo entre Sóller (Mallorca) y París aunque en los últimos años se había trasladado a Madrid, sufrió el mismo año que recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas un derrame cerebral que le dejó temporalmente hemipléjico, aunque se recuperó totalmente.

Ya en 1999, el Reina Sofía, que dirigía entonces el actual ministro de Cultura y Deporte, José Guirao -»Campano era una persona excepcional y un excelente pintor». dijo-, le dedicó una exposición en el Palacio Velázquez del Parque del Retiro con más de cincuenta obras realizadas entre 1991 y 1998.

El fallecido estudió Arquitectura y Bellas Artes en Madrid y València y fue seleccionado en las exposiciones tituladas «1980» y «Madrid D.F.», celebradas en los años ochenta y en las que se presentaron los artistas jóvenes más significativos de la nueva década.

Su estilo tendente, en un principio, al automatismo surrealista fue evolucionando a la abstracción geométrica, a mitad de los años setenta, influido por la obra de los artistas de Cuenca como Gerardo Rueda y Gustavo Torner.

A principios de los ochenta, y ya establecido en la capital francesa, abandonó los rígidos esquemas geométricos por una abstracción gestual, en la línea de la escuela del movimiento norteamericano Action Painting. Hacia 1985, su estilo se «dualizó» y practicó, por un lado, una pintura abstracta despojada y, por otro, una obra de un naturalismo realista extremo.

Temáticamente, su producción desde 1980 estaba inspirada en motivos de la tradición moderna, muy influida por autores como Cezanne. También se inspiró en el estilo turbulento de Delacroix, exponente de cuya etapa es su obra «Los naúfragos». Una parte de su obra está recogida en series como «Las Vocales», «Las Catedrales» y la denominada «La Grappa», donde actualiza el paisaje de la historia representada por Poussin en «Las Cuatro Estaciones».