Montserrat Caballé, la 'prima donna' catalana sentía un afecto especial por la Comunitat Valenciana, tierra que acogió su debut y donde nació su madre, Ana Folch. En su corazón había un lugar reservado para València, Elda, Aspe -quien la nombró hija adoptiva- y Xàtiva, de donde procedía su familia materna. Sin embargo, el Cap i casal fue un lugar especial, donde conservaba muchos amigos. De hecho, la diva fue la impulsora de uno de los nombres más destacados de la actualidad musical en la ciudad, Ramón Tebar, director titular de la Orquesta de València (OV). «Era la voz del siglo. Nadie ha sabido hacer lo que ella hacía. Tenía un magnetismo especial», asegura Tebar a Levante-EMV. Ella fue una de las primeras que le animó a ser director de orquesta. «Le acompañaba en masterclass en Barcelona y en algunos recitales en el extranjero. Era veinteañero. Un día, en casa de su hermano Carlos, mientras yo estaba el piano me dijo: 'Tocas como un director de orquesta'», narra Tebar, quien recuerda especialmente su forma de mirar sobre el escenario y su famoso pianissimo.

Ella fue uno de los grandes nombres a los que dirigió en sus inicios. «Era una persona educadísima. Me acuerdo que cuando salía al escenario el público la ovacionaba a rabiar. Tenía que calmarlo para empezar a cantar. Durante los últimos años la ayudaba a llegar al escenario con el brazo. Su calidad vocal era inigualable». El director honrará la memoria de Montserrat Caballé el próximo 19 de octubre con la Sinfonía nº 2 «Resurrección» de Gustav Mahler. La soprano cantó en ocho ocasiones en el auditorio valenciano, la última fue en 2012 junto a su hija Montserrat Martí. Acudió para recibir la Medalla Conmemorativa del XXV Aniversario del Palau de la Música con motivo de los 50 años de su debut.

Agua fría y chistes en el auditorio

A pesar del gran número de amigos que conservaba en la ciudad, la que más conocía a la diva era Enriqueta Navarro, catedrática de piano y viuda de José María Cervera Collado, el maestro que dirigió a la diva durante décadas. «Recorrimos el mundo juntos. Era más que una amiga para nosotros, era como de nuestra familia», asegura la catedrática. Juntos recorrieron países como Estados Unidos, Japón, Alemania, Grecia... «Es la última diva de la música», opina Navarro. Una de las últimas ocasiones en las que Cervera Collado -fallecido en 2013- dirigió a Caballé fue en 2008 en el Teatro Principal de València. También dirigió a Montserrat Martí en su debut.

Otro de los que la conocieron fue Manuel Galduf, el maestro valenciano que no llegó a dirigirla. «Pidió hacer conmigo los Cuatro últimos lieder de Strauss y algo de Wagner», recuerda el exdirector de la OV. «Su voz era un milagro. Un aparato vocal como el de ella aparece cada 100 años», añade. Según Galduf, Caballé acostumbraba a tomar agua fría días antes de un concierto y era una trabajadora incansable. Sus estancias en València eran en el hotel Astoria y en el Valencia Palace. «No creo que sea la última diva de la lírica. Hay un planter de cantantes muy bueno, pero necesitamos tiempo para encontrar a otra como ella», opina Galduf.

«Se reía constantemente, hacía chistes, estaba lejos de la imagen que tenemos de las divas». Así la recuerda Ramón Almazán, subdirector del Palau de la Música de València. «Se entregaba totalmente a lo que hacía. Quizás el Principal fue su escenario valenciano por excelencia, allí hizo muchas óperas. El baile de máscaras, de Verdi, La bohème junto a Plácido Domingo o Norma, de Bellini, son algunas de las más recordadas», asegura Almazán.