Hace año y medio le detectaron un cáncer de pecho. «Fueron 24 horas un poquito duras», reconoce Marian Villaescusa porque al día siguiente le dejó su novio. «Un diagnóstico y un portazo en la cara», aunque asegura que fue la antesala del mejor año de su vida. Días después se rapa el pelo en un concierto benéfico cantando «Resistiré». «Fue uno de los momentos de mayor felicidad de mi existencia».

Villaescusa, actriz y dramaturga, estaba entonces dando clases de teatro a niños en colegios y a grupos de adultos. Al principio del tratamiento tuvo un bajón «donde quiero encontrarme con cosas casi de infancia». Vuelve a dibujar, se plantea hacer una novela gráfica, pero se despierta ese «animal escénico» que tenía dormido.

Empieza a escribir de una manera muy libre, pero siempre pensando en la escena. En ese momento salen las bases para Russafa Escènica, y manda su primera obra dramática Shhhh! donde vuelca toda su experiencia personal y gana el premio del festival. «Fue una alegría muy grande, llevaba un año de baja».

La Sala Russafa estrena hoy la versión larga de Shhhh!. «No cambia nada y cambia todo. Sigo contando la misma historia», donde Villaescusa reivindica la condición de escucharse a uno mismo.

«Es difícil, porque cuando estás bien, la gente dice que se te va a olvidar. No quiero que se me olvide en ningún momento». «Me sonrío del cáncer y me hecho su amiga. Me he hecho amiga de la enfermedad, y cuando te haces amiga de algo, lloras, ríes, sonríes y te cabreas. Es algo que ha hecho mi cuerpo y me cuesta verlo como el enemigo. Mucha gente dice que va a luchar contra el cáncer, como si fuera algo que viene de fuera».

Reconoce que la obra ha sido una catarsis. «Escribirla me ayudó», aunque es partidaria que cada enfermo «lo lleve como puede». «Si tuviera alguno cercano a mi, ayudaría para que lo llevará de manera natural, no solo el cáncer, todas las cosas de la vida».

Eso hizo ella. A la doctora que le dijo que tenía cáncer le soltó: «si me vas a quitar las tetas, ¿me puedes poner las de Yola Berrocal?», mientras su madre lloraba desconsolada a su lado. Ahora en esta segunda versión de Shhhh! «me permito darle un regalito a mi mama».

En la obra se ve un año y medio de la vida de Marian Villaescusa en una hora. Con momentos donde se llora y ríe a la vez. Donde ella llena el escenario junto con un actor en el papel de Tu(a)morcito, ese protagonista indeseado que no habla, «aunque cuando nos despedimos tenemos su momento».

«Es una obra que está interesando porque es verdad. La tele o instagram no es verdad. Lo que vendemos de nosotros no es verdad. Me interesa ese teatro. La ficción por ficción cada vez me interesa menos», sostiene.

¿Tiene miedo a la recaída? «Sí, mucho. Pero solo tengo el ahora, el día de hoy», asegura con una indescriptible cara de optimismo, mientras recuerda el «horror» que es sentarse a esperar los días de revisión.

Está en plenitud creativa, «escribiendo y actuando». Al tiempo que entre risas suelta que «la gente tiene conmigo más paciencia que antes, me hago la rubia».