Tiene un pasado muy gastronómico [fue cocinera y hasta tuvo restaurante propio] y en sus novelas no faltan las tortas de «txantxigorri».

Este dulce es una torta tradicional bastante tosca. La elegí como parte de la firma del asesino de El guardián invisible, que pretende devolver el valle a su pasado. Es un dulce que se elabora en muchos sitios de España con distintos nombres: torta de chinchorra o de chicharrones y que se hacía tradicionalmente en la época de matanza del cerdo. Lleva chicharrón de cerdo, manteca, canela, azúcar, huevos,... Está muy rica y es muy nutritiva. Los pastores se la llevaban al campo. Tras el éxito de El guardián invisible la hay en todas las pastelería de Baztán y Pamplona.

¿En qué se parecen la cocina y la literatura?

En el placer de elaborar algo que te lleva mucho trabajo y que no es para ti. El disfrute está en hacerlo -cocinarlo o escribirlo- pero que su máxima cota de placer está cuando es otro el que lo disfruta, cuando lo haces por los demás

Tiene nueva novela en marcha.

No puedo hablar todavía, pero no está protagonizada por Amaia. Siempre que acabo una novela empiezo la siguiente. Lo hago ya casi por superstición, para no enfrentarme a la página en blanco. Cuanto más tiempo pasa más duro es ponerte a escribir.

Entre tanta promoción y escritura, ¿le quedan ganas de leer en su tiempo libre?

Para mí es la fuga. Leo siempre antes de dormir. No puedo dormir bien si no leo. Siempre lo hago en papel porque trabajo todo el día con pantallas. En mi mesilla hay libros pendientes: ha sacado novela Pérez Reverte, César Pérez Gellida, Juan Gómez Jurado... Y acabo de terminar Tus pasos en la escalera, de Muñoz Molina. No suelo leer demasiada novela negra, suelo leer más narrativa, ensayo, novelas históricas; otros géneros para escapar de lo que hago.