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Entrevista

Manuel Vilas: "El triunfo del capitalismo ha sido convencer a los obreros de que vistan mal"

Finalista del premio planeta 2019 con "Alegría"

Manuel Vilas: "El triunfo del capitalismo ha sido convencer a los obreros de que vistan mal"

Mientras que el pasado de Javier Cercas es desapacible, violento incluso, y más pronto que tarde regresa en busca de justicia, el de Manuel Vilas (Barbastro, 1962) es -al menos en Alegría, la novela con la que el escritor aragonés ha quedado finalista del Planeta 2019-, un pasado que apacigua y reconcilia con la vida a su protagonista. Sus muertos, sus ausencias son el contraste necesario para descubrir la adicción a la vida. «Todo aquello que amamos y perdimos acaba tarde o temprano convertido en alegría», escribe Vilas al inicio de esta novela «autobiográfica» que no continúa pero sí complementa Ordesa, su exitoso anterior libro en el que sus padres muertos ya compartían protagonismo con él. «Quizá si hubiera sabido el éxito que iba a tener no hubiera escrito un libro así sobre mis padres -reconocía ayer a Levante-EMV-. Es una responsabilidad, pero hablar desde el amor le da una legitimidad, aunque sea un amor afilado o con muchos claroscuros, un amor dramático, con episodios de incomprensión o con episodios de dificultades. La legitimidad para hablar de la vida de otros sólo puede dártela el amor perfecto».

Ese vínculo de Vilas con sus padres, y de ahí con sus hijos, que enlazan Ordesa y Alegría es, para él, una religión «con un solo creyente, que soy yo, y donde mi padre y mi madre son los dioses. Borrar las fronteras entre la vida y la muerte produce alegría». «Desde el dolor llegué a la alegría», recuerda Vilas que dijo otro poeta, José Hierro. «Escribo de una alegría que se conquista, que no es frívola, que sabe del dolor y del horror de vivir sin ella. Por eso es una búsqueda desesperada de la alegría en todas las cosas más sencillas de la vida. Ver el sol, levantarse por la mañana, comer, contemplar a los hijos dormir, encontrar un zumo de naranja en la nevera que te ha dejado tu pareja -enumera el escritor-. En las enormes cosas más sencillas de la vida se encuentra la alegría».

Asegura Vilas que, pese a que el protagonista es el mismo, no hace falta leer Ordesa para entender Alegría. De hecho, el hijo angustiado de la primera ha pasado a ser el padre alegre de la segunda después de sanar la herida de la muerte de sus progenitores y asumir la distancia. «Quedarme huérfano ha sido una de las cosas más tremendas que me han pasado en la vida. La orfandad es energía, tu padre y tu madre siguen ahí, mandando mensajes constantemente. Es como una fe humilde, que sólo me sirve para mí». Vilas, ateo, cree que todo el mundo necesita algo en lo que creer, «aunque sea en el sol, aunque sea en la luz del día, en las verdades sencillas y elementales, biológicas. Porque si no, no se puede sobrevivir».

Además de genes y parientes, en Alegría abunda el ruido, el silencio, los ríos, las habitaciones de hotel, los zapatos y las camisas blancas. Estas tres últimas, explica, le sirven para hablar de ese capitalismo ante el que la familia es una protección «porque nos ha vuelto locos a todos». «Mi padre siempre llevaba las camisas blancas y yo estoy obsesionado con llevarlas porque me parece una heroicidad de la clase media -asegura-. La camisa blanca o los zapatos son un símbolo que nace del esfuerzo de la clase trabajadora por estar bien vestida. El triunfo del capitalismo ha sido convencer a los obreros de que vistan mal».

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