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El templo poético de L’Elca

Los reyes, el presidente de la Generalitat y el ministro de Cultura acuden a Oliva para homenajear al poeta

Francisco Brines celebra en L’Elca el 17 de noviembre de 2020 el Premio Cervantes. | F.BUSTAMANTE

La fortuna ha decidido que L’Elca sea aún más protagonista. El paisaje del primer despertar poético y refugio vital de Francisco Brines acoge la entrega del Premio Cervantes. El máximo galardón de las letras hispanas que el autor de ‘Las brasas’ dedicó a su madre, se otorga en la casa que lo vio crecer entre la aceptación parental y la tolerancia familiar.

Los reyes acuden a L’Elca para entregar el Cervantes al poeta de Oliva. Lo que en principio se organizó como un acto íntimo por la salud de Brines se convertirá en un homenaje en toda regla. Junto a los monarcas, el presidente de la Generalitat, el ministro de Cultura y el alcalde, asistirán al reconocimiento universal de un poeta único destinado a los olimpos inmortales.

Un instante donde L’Elca y su Oliva natal serán el centro del universo de Brines, un escritor que ya forma parte de la historia de la literatura en español. Si Macondo es Gabriel García Márquez, L’Elca siempre estará asociada a Francisco Brines. Con la diferencia que la finca naranjal del poeta es más real que mágica.

‘Desde Elca’ (Pre-Textos) es la primera antología publicada tras conocerse el Cervantes, donde están sus siete libros hasta la fecha: ‘Las brasas’, (1960), ‘Materia narrativa inexacta’ (1965), ‘Palabras a la oscuridad’ (1966), ‘Aun no’ (1971), ‘Insistencias en Luzbel’ (1977), ‘El otoño de las rosas’ (1986) y ‘La última costa’ (1995). Además se añaden una selección de poemas inéditos.

«He sido lo que he querido ser, poeta» aseguró Brines en una entrevista en Levante-EMV a finales de marzo cuando todo indicaba que podría ir al paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares para recoger el ‘nobel’ de la literatura en español.

Luego su estado de salud se puso en modo alarma. Pese a su débil filamento de voz de 89 años habló de poetas -Ausiàs March, Neruda, Cernuda, Gil-Albert, Estellés y Marc Granell- y de la gratitud inmensas recibida tras conocerse el galardón. «Enterarte de eso es una cosa positiva, porque la vida por ahí ha ido estupendamente», dijo.

Maestro

Poeta en tu tierra no es igual que profeta porque la sociedad valenciana acostumbra a perjurar de sus ilustrados, sin embargo recibe en su casa a los máximos representantes del Estado para expresarle su admiración por recibir el Premio Cervantes 2020.

El poeta y académico de la Real Academia Española (RAE) está considerado el último representante de la generación de los 50, ganó el Premio Nacional de las Letras Españolas en 1999 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2010.

El jurado del Cervantes reconoce «su obra poética, que va de lo carnal y lo puramente humano a lo metafísico, lo espiritual, hacia una aspiración de belleza e inmortalidad. Es el poeta intimista de la generación del 50 que más ha ahondado en la experiencia del ser humano individual frente a la memoria, el paso del tiempo y la exaltación vital. Francisco Brines es uno de los maestros de la poesía española actual y su magisterio es reconocido por todas las generaciones que le suceden».

Confeso deudor del magisterio de Juan Ramón Jiménez y Cernuda, así como admirador de la prosa de Azorín, Miró y Gómez de la Serna, el poeta de Oliva despliega un cántico impregnado de la búsqueda incesante de lírica.

Sillón letra X

Elegido el 19 abril de 2001 como académico de la Real Academia de la Lengua (RAE), el poeta de Oliva tomó posesión de su sillón el 21 de mayo de 2006 con el discurso titulado «Unidad y cercanía personal en la poesía de Luis Cernuda». Le respondió, en nombre de la corporación, Francisco Nieva.

Francisco Brines (Oliva, 1932) es licenciado en Derecho, Filosofía y Letras e Historia, doctor honoris causa por la Universitat Politècnica de València. Ha sido profesor de Literatura Española en la Universidad de Cambridge y profesor de español en la Universidad de Oxford.

Pertenece a la llamada generación del 50, de la que formaron parte, entre otros, Claudio Rodríguez, Ángel González, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma y José Ángel Valente.

Su obra poética ha sido reconocida con numerosos galardones, entre ellos el Premio Adonais por ‘Las brasas’ (1959), el Premio de la Crítica en la modalidad de poesía castellana por ‘Palabras en la oscuridad’ (1967), el Premio de las Letras Valencianas (1967), el Premio Nacional de Poesía por ‘El otoño de las rosas’ (1987), el Premio Fastenrath por ‘La última costa’ (1998), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1999), el Premio de Poesía Federico García Lorca (2007) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2010).

Brines ha reunido su obra en ‘Ensayo de una despedida. Poesía completa, 1960-1997’ (2012). Fue nombrado hijo predilecto de Oliva en 2001. El 9 d’Octubre de 2019 le fue concedida la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana, que recibió en diciembre en su casa de L’Elca, donde acudió el presidente Ximo Puig.

Cruce de edades

Brines ya no se moverá de L’Elca porque como él mismo dice en el introducción que acompaña la antología que lleva el nombre de su casa de Oliva: «Desde Elca aprendí a reflexionar conmigo mismo, a leer sin prisas y a escribir con tiempo. Elca, el lugar donde se han cruzado todas mis edades».

El poeta que dedicó el Cervantes a su madre, sostiene que las madres siempre cobijan las excentricidades de los hijos. «Mi madre me miraba, muy fija, desde el barco, / en el viaje aquel de todos a la niebla». Son los últimos versos de poema «La última costa» de ‘Desde Elca’.

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