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"Giselle" baila en las leyendas de Bécquer

«Me parece importante contar una historia de amor eterno en estos tiempos de incertidumbre»

Los bailarines de 'Giselle' ante el Palau de les Arts.

‘Giselle’ es el ballet romántico por excelencia, una obra que celebra el amor absoluto y por encima de todas las cosas, que lo entiende incluso como un ideal por el que morir. ¿Tiene cabida una historia así a estas alturas de este descreído siglo XXI? «¡Que alguien me explique cuándo el amor dejó de ser relevante, por favor!», clamaba ante esta pregunta el bailarín y coreógrafo Joaquín de Luz en la presentación de esta producción de la Compañía Nacional de Danza (CND) que él dirige y que se estrena el miércoles en Les Arts. «Al público le gusta emocionarse -añadía- y que le cuenten historias con este poso y el amor es un vehículo increíblemente eterno».

Con ‘Giselle’ -la historia de una muchacha enamorada del apuesto viajero extranjero al que amará más allá de la muerte-, la CND regresa a Les Arts tras el éxito de ‘Multiplicidad. Formas de silencio y vacío’ en 2008 y ‘Don Quijot’e en 2016. La Orquestra de la Comunitat Valenciana, bajo la batuta de Óliver Díaz, será la encargada de interpretar la partitura de Adolphe Adam adaptada por el director ovetense para la ocasión. La bailarina principal invitada Ana Sophia Scheller y el primer bailarín de la compañía, Alessandro Riga, encabezan el elenco.

Junto al dramaturgo Borja Ortiz de Ondra, Joaquín de Luz ha trasladado a Giselle de la época medieval alemana al Moncayo aragonés del siglo XIX. El hilo conductor de esta transformación, según explicó ayer el coreógrafo, es Gustavo Adolfo Bécquer y sus ‘Rimas y leyendas’ que para él han sido una fuente de inspiración. «Si al resonar confuso a tus espaldas vago rumor, / crees que por tu nombre te ha llamado lejana voz, / sabe que entre las sombras que te cercan te llamo yo», recitan las ‘wilis’ (fantasmas de jóvenes muertas antes de casarse que vagan por el bosque) al principio y final de la obra.

Los bailarines de 'Giselle' ante el Hemisfèric. E. PRESS

«A Borja le di luz verde para que le quitara algunos manierismos que me parecen antiguos del ballet clásico para que afrontara el drama de una forma más real», señalaba ayer Joaquín de Luz sobre su versión del clásico. «Y le ha dado sobre todo mucho sabor de las danzas del pueblo, las costumbres y el folclore. Borja hizo un trabajo de investigación tremendo sobre las costumbres de esa época en Aragón y darle ese sabor», añade quien ha sido durante años bailarín principal del New York City Ballet.

Estrenada el pasado diciembre en el Teatro de la Zarzuela, esta ‘Giselle’ ha sido el primer gran clásico del ballet que ha llevado adelante De Luz desde que en 2020 asumió la dirección de la CND. Una de las grandes diferencias entre aquel estreno y la representación que Les Arts ofrecerá hasta el próximo domingo está en el foso. Mientras que en Madrid la orquesta contó con una docena de músicos, Óliver Díaz dirigirá en València a una OCV con alrededor de 60 maestros.

«Hacer una producción de este envergadura, sacar un título tan emblemático como ‘Giselle’ en tan poco tiempo ha sido un acto casi heroico -aseguraba ayer el director-. Pudimos estrenar en plena pandemia y fue como un milagro. Musicalmente era muy importante para mí hacer cambios, añadir cosas y agrupar dramáticamente los actos. Ha sido una producción muy especial».

El equipo de la nueva producción que llega a Les Arts.

El bailarín y coreógrafo madrileño recordaba ayer que ha interpretado la partitura de Adam en cuatro ocasiones, pero que esta producción aporta una «identidad cultural» y actualiza «cómo se cuenta una historia en el escenario sin utilizar la palabra, como un teatro mudo. No me gusta mucho que en el ballet las cosas sean literales, hemos redondeado las esquinas, lo hemos hecho más sutil pero también más real».

«Musicalmente me encanta pero lo queríamos abrir un poco -concluía ayer De Luz, que empezó a concebir esta producción a partir de la coreografía original de Jules Perrot y Jean Coralli «hace tres o cuatro años»-. La CND ha hecho ballet clásico y virtuoso y técnico con El Quijote, se ha hecho el cascanueces y la dirección que yo quería llevar era hacia lo romántico, y el ballet romántico por excelencia es Giselle. Me parece importante contar una historia romántica de amor eterno en estos tiempos de incertidumbre».

Esta Giselle «aragonesa» se nota en el vestuario y la presencia de la escuela bolera y las tradiciones españolas.

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