Repasamos las 13 canciones finalistas (seleccionadas del total de 886 recibidas), que competirán del 26 al 29 de enero en el Benidorm Fest. Objetivo: acceder a la final de la 66ª edición del Festival de la Canción de Eurovisión el 14 de mayo en Turín.

Azúcar Moreno, «Postureo»

Veteranas al ataque: Encarna y Toni Salazar restituyen el significado positivo de postureo (ávidas de «probar» el «fuego» de su objeto del deseo: «dame esa cintura, mi tentación») y lucen poderío sureño a golpe de electro-flamenco con cenefas arábigas. Su segundo envite eurovisivo tras el honroso quinto lugar de 1990 con Bandido.

Blanca Paloma, «Secreto de agua»

Aunque arranca con mística jonda como la Rosalía de antes, este tema muta en un cántico new age de bello giro melódico y densidad atmosférica, con el que la ilicitana Blanca Paloma clama por desentrañar un misterio insondable. Esta poética composición suena en los créditos de cierre de la docuserie Lucía en la telaraña (TVE).

Chanel, «SloMo»

Abran paso al dembow, ritmo tropical emparentado con el reguetón, aquí en la sensual voz de Chanel Terrero, cubana de nacimiento que con tres años se afincó en Olesa de Montserrat y que aquí nos advierte de sus intenciones: «ready pa’ romper cadera’, romper corazone’». Entre los compositores del tema figura Keith Harris, autor de varios éxitos de The Black Eyed Peas.

Gonzalo Hermida, «Quién lo diría»

Baladón de estribillo arremolinado y en crescendo, con sentidas especulaciones metafísicas sobre «lo que no pudo y lo que pudo ser». Una carta canónica, tirando a convencional, de este gaditano al que Sergio Dalma y Malú han fichado como compositor en sus últimos discos.

Javiera Mena, «Culpa»

Sorprende ver en este lance competitivo a la audaz creadora chilena (afincada en Madrid), artista con 15 años de carrera. Culpa despunta en este lote con su desafío a las convenciones morales, «lejos del bien, lejos del mal», sobre un galopante electro-pop abierto al giro vocal con autotune y al toque gótico del órgano de iglesia.

Marta Sango, «Sigues en mi mente»

Triunfita de la cosecha de 2018, la malagueña Marta Sánchez Gómez desliza una mirada a un amor antiguo envolviéndola en un bonito pop ochentero de sintetizadores y colores pastel. Equilibrios forzados entre la nostalgia y la autoestima: «Sigues en mi mente / aunque ahora vas con otra gente / que no me parece interesante / Con lo que tuve, ya tuve bastante».

Rayden, «Calle de la Llorería»

Este tema tiene miga, aunque su intensa narrativa sea de incierta descodificación entre la audiencia europea. Envuelto en palmas y percusiones, David Martínez radiografía los males modernos defendiendo la inseguridad y la vulnerabilidad, y mandando a ofensores y a ofendidos «a llorar a la Calle de la Llorería». Pues alguien tenía que decirlo.

Rigoberta Bandini, «Ay, mamá»

La reconvertida Paula Ribó, ex-The Mamzelles («envàs, on vas?»), reivindica hábilmente la maternidad y la lactancia en espacios públicos («no sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas / sin ellas no habría humanidad ni habría belleza») invocando la imagen pictórica de la Marianne de Delacroix. Estribillo largo e invasivo sobre un pop Eurodance con grandes expectativas.

Sara Deop, «Make You Say»

Un artefacto bailable de corte urbano, bilingüe (inglés-castellano), aunque faltado de un gancho que le dé distinción entre estos finalistas. La mallorquina Sara Deop, nieta del locutor deportivo colombiano Édgar Perea, hará valer su voz hermosa, que ya exhibió cuatro años atrás (cuando tenía solo 13) en la lanzadera de La Voz kids.

Tanxugueiras, «Terra»

Este trío de pandereteiras de Teo (La Coruña) se propone llevar el gallego a Eurovisión y mueve pieza a favor de las lenguas cooficiales (y más allá: repite la frase «non hai fronteiras» en catalán, euskera, castellano y también en asturiano) a lomos de un poderoso canto tradicional, el alalá. Si acabaran yendo a Turín, sería la primera vez que RTVE acude al festival en una lengua cooficial.

Unique, «Mejores»

Ración de pop faraónico con redoble de tambores telúricos y ecos de Coldplay, la de esta boy band de origen mezclado (un andaluz, un mallorquín, un madrileño y un dominicano) y portadora de mensajes ambiciosos: la canción, dedicada «a la humanidad», así en general, invoca la autoestima colectiva, ya que «nunca se nos dio bien llorar, hey, hey»

Varry Brava, «Raffaella»

Astuta jugada la de esta cachonda banda de oriolanos, fans de Barry White y Mina, al hacer la pelota al país anfitrión con un simpático homenaje a la Carrà bajo el signo de la bola de espejos y cuya letra combina unos «pa-pa-pa-pará» muy camp con rimas cañí: «te quiero / torero». Canción alegre y con muchas posibilidades.

Xeinn, «Eco»

El madrileño Alejandro Agudín probará suerte con este número pop modernete, de fibras electrónicas y estribillo autocompasivo: Xeinn se siente «como un muñeco, un zombie detrás de un eco», buscando por las esquinas a su media naranja. Pero no lo subestimaremos: uno de sus coautores resulta ser el sueco Thomas G:son, que se anotó la victoria de Loreen con Euphoria, aunque de eso ya hace diez años.