El Tribunal Supremo ha ordenado al Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) que reexamine el permiso de exportación temporal con posibilidad de venta del cuadro "Fin de jornada", de Joaquín Sorolla, que habían solicitado los descendientes del artista valenciano.

La Sala de lo Contencioso Administrativo estima el recurso de Eduardo Lorente-Sorolla y anula la sentencia del TSJM que consideró ajustada a derecho la resolución de la Secretaría de Estado de Cultura, de 2017, que ratificó la denegación del permiso de exportación temporal de la obra de arte.

En base a ello, ordena la retroacción de actuaciones para que el TSJ de Madrid dicte una nueva sentencia en la que realice una correcta valoración de la prueba sin otorgar, como hizo en su primer pronunciamiento, un plus de credibilidad a determinados informes periciales por el solo hecho de provenir de la Administración.

El Supremo destaca que el TSJM no ha hecho ningún análisis comparativo de los argumentos desarrollados en los distintos informes y dictámenes recogidos en las actuaciones, y ha basado su decisión fundamentalmente en una pretendida "mayor objetividad e imparcialidad" de los expertos al servicio de la Administración.

Ello, añade, "no es lo que la ley requiere", ya que el TSJ "habría debido examinar la mayor o menor solidez de cada uno de los dictámenes periciales, teniendo en cuenta sus fuentes, su desarrollo expositivo, e incluso el prestigio profesional de su autor".

"Limitándose -continúa- a decir que cuando concurren un experto privado y uno de la Administración debe darse mayor credibilidad a éste último, la sentencia impugnada no sólo no aporta una motivación suficiente del modo en que se ha formado su convicción sobre los hechos, sino -lo que es peor- termina por otorgar implícitamente el carácter de prueba tasada o legal a los informes de la Administración".

Abunda la sentencia en que es necesario examinar los dictámenes periciales críticamente, "sin otorgar automáticamente mayor fuerza a algunos de ellos por el solo hecho de provenir de la Administración".

Con todo, el Supremo puntualiza que con su actuación "no ha entrado en absoluto a examinar si la valoración de la prueba es acertada. Tan es así que nada de lo dicho en esta sentencia permite inferir si esta Sala considera que el cuadro 'Fin de jornada' reúne o no reúne las características que legalmente justifican una denegación de la solicitud de la autorización de exportación".

Cinco millones de euros

La pieza se encuentra inmersa en un litigio que enfrenta a los herederos del pintor y al Ministerio de Cultura. Por una parte, la familia -siete hermanos que son bisnietos del artista- intenta vender la obra por cinco millones de euros. Por el otro, el Ministerio de Cultura se niega a tal punto ya que consideró en 2016 que la obra era «inexportable por su valor histórico y artístico».

La familia recurrió ante la sala de lo Contencioso Administrativo del tribunal la resolución que impedía dicha venta y que tendría interesados fuera de España como el Museo D'Orsay de París o la National Gallery de Londres.

«La pintura tiene un valor y significación singulares dentro de la obra de Joaquín Sorolla que la hacen merecedora de declaración como Bien de Interés Cultural», según señalaba un documento publicado en 2018 el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM) para incoar el expediente que declarara lienzo como tal. «Es una obra -añade el BOCM- que marca el inicio de la etapa más brillante de la carrera del pintor».

El recurso planteado por Eduardo Lorente-Sorolla, bisnieto del pintor Joaquín Sorolla, fue rechazado por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). La sentencia, que admitía recurso, era favorable a las razones que alega el Ministerio de Cultura para declararlo inexportable, por tratarse de «una obra de particular importancia para el patrimonio histórico español».

El informe redactado por la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español señala que Fin de jornada es una de las mejores pinturas realizadas por el artista durante su estancia en Xàbia, en el verano de 1900.

La familia no encontraba un comprador dispuesto a desembolsar la cantidad deseada dentro del territorio nacional. El precio más alto pagado por una obra de Sorolla en España fue de 1,5 millones de euros hace 29 años por el cuadro Francisqueta, figura de pescadora valenciana.