A más de uno entristecerá saber que detrás de «Vikingos: Valhalla», el esperadísimo ‘spin-off’ de «Vikingos», no está Michael Hirsch, creador de la serie que llenó nuestras pantallas de luchas sangrientas entre 2013 y 2020. Pero a más de uno le gustará saber que su sustituto es el mismísimo Jeb Stuart, guionista de clásicos del cine de acción como ‘Jungla de cristal’ y ‘El fugitivo’.

Su presencia como ‘showrunner’ tiene todo el sentido: en el marco temporal de la nueva serie, siglo medio y después del final de la anterior, la historia sufre un proceso de aceleración. Considerando los asentamientos vikingos una amenaza para Inglaterra, el rey Etelredo II el Indeciso (Bosco Hogan) decide eliminarlos por completo de las costas inglesas en la que se conoce como Masacre del Día de San Bricio. El rey Canuto de Dinamarca (Bradley Freegard) hace un llamamiento a todas las tribus vikingas para reunirse en el estrecho de Kattegat con el fin de formar un ejército y clamar venganza.

Allí es donde el príncipe noruego Harald Sigurdsson (Leo Suter) recibe a su medio hermano, el conde Olaf (Jóhannes Haukur Jóhannesson), quien conoce bien las defensas de los ingleses porque ayudó a construirlas. Y donde se desplazan desde Groenlandia el explorador Leif Erikson (Sam Corlett) y su hermana Freydis Eriksdotter (Frida Gustavsson) para clamar venganza por otro asunto: la violación de Freydis a cargo de cierto vikingo cristiano.

«Valhalla», o el mítico «salón de los caídos» del reino de Asgard, se presenta como subtítulo apropiado para una serie en la que muchos caerán, y no solo a manos de los ingleses, sino también de enemigos más cercanos: aquí luchan paganos contra cristianos, los viejos dioses contra Cristo. Por todo ello eso los cámaras de la serie iban ataviados con cascos de moto. «Hubo mucha acción en el rodaje y, antes, mucho entrenamiento con un gran equipo de especialistas liderado por Richard Ryan», nos explica Corlett. «El 99% del tiempo somos nosotros quienes estamos ahí batallando. Me hice mil cortes en la mano. También dejé algún ojo morado». Entre los directores figura un experto en acción como Steve Saint Leger, quien se marca buenas ‘set pieces’ en el tercer y cuarto episodios.

Meterse en el pellejo de Erikson ha servido a Corlett para crecer no solo en musculatura, sino confianza en sí mismo: «Ahora tengo mayor seguridad a la hora de defender aquello en lo que creo», afirma. «De haber vivido en aquella época, me temo que yo habría sido más bien un herrero o un artesano que un guerrero», añade entre risas.

Mujeres liberadas

Aunque podían ser algo salvajes, los vikingos podían ser también la mar de progresistas. «En Suecia estudias a los vikingos en la escuela y sabes que, antes de la llegada del cristianismo, las mujeres estaban más liberadas», explica Gustavsson, la guerrera Freydis en la serie. «A través de las excavaciones y la arqueología, puedes ver que las mujeres están enterradas entre símbolos de estatus, con las llaves de sus propias propiedades y sus caballos. ¡O con sus armas!».

Gustavsson llegó al proyecto esperando una transformación; enseguida supo que no, Freydis tampoco era tan distinta a ella. «Es una mujer que no quiere ceder al desaliento, que no se da por vencida fácilmente. Yo misma puedo ser así de testaruda. Me sentí más cómoda siendo ella que con cualquier otro personaje hasta la fecha, aunque también fue un desafío enfrentarme a la complejidad del universo en el que opera».