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Bañeras del psiquiátrico de Bétera como terapia artística

La Nau acoge en su Claustro una instalación de Patricia Gómez y María Jesús González para reflexionar sobre el manicomio social

La pieza «Stultifera Navis. Restos del naufragio» en el Claustro de La Nau. | ARTURO IRANZO

Una instalación artística con las bañeras del último Hospital Psiquiátrico de València ocupan el Claustro de La Nau. «Stultifera Navis. Restos del naufragio» se enmarca dentro del proyecto expositivo «La nave de los locos, una odisea de la sinrazón», organizado y producido por la Universitat de València.

La instalación, realizada por Patricia Gómez y María Jesús González, se compone de una serie de piezas escultóricas –un total de 13-, realizadas a partir de uno de los elementos significativos en toda institución psiquiátrica: las bañeras. Las obras, que forman parte de un trabajo más amplio y dedicado a explorar la memoria del último Hospital Psiquiátrico de València, indagan en la particular historia del antiguo Hospital Padre Jofré de Bétera para reflexionar en torno a la figura del manicomio como espejo de la sociedad. Todo el material reciclado de la instalación proviene del psiquiátrico de Bétera.

Vacíos ovalados

«Stultifera navis» consta de 13 moldes de escayola realizados a partir del volumen negativo de los vacíos ovalados de 13 bañeras, con su pátina de suciedad y tiempo. Utilizando cada bañera como matriz, y la escayola como medio de impresión por contacto directo, los volúmenes positivos de los vacíos de las bañeras registran la estratificación de los sedimentos depositados por el tiempo que ha transcurrido desde el momento del naufragio hasta ahora.

Las artistas complementan con esta instalación artística el proyecto «Espejos del mundo», que puede visitarse en la Sala Oberta de La Nau hasta el 23 de octubre. La instalación se compone de 113 espejos originales del centro de Bétera mediante los que se cuestiona la concepción histórica y social de la locura como condición simétricamente opuesta a la razón.

El título de la instalación hace referencia a la figura simbólica de «la nave de los locos». Surgido en el Renacimiento, este concepto alude a la existencia errante de los locos o necios que eran embarcados en estos barcos para ser expulsados de las ciudades.

Una simbología del navío sobre el peregrinaje de la locura en busca de la razón a través del agua por la que navegan. En este sentido, las bañeras cumplieron una función terapéutica y normativa importante en el pasado, pero, a la vez, como todo rastro, cumplen una función testimonial en el presente con un gran potencial simbólico. Por un lado, su vacío recuerda y señala los cuerpos ausentes, y por otro, funciona como símbolo de este naufragio social que representa el fracaso del sistema manicomial y la sociedad que lo creó.

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