Ayer lunes de madrugada, y después de dos años sin hacerlo, volvió a sonar el vals de Strauss con el que tradicional y oficialmente el FIB daba por cerrada cada edición. Quizá el festival haya cambiado y no sólo de propietarios -la de 2022 ha sido la primera edición gestionada por la valenciana The Music Republic-, pero hay cosas que deben mantenerse aunque sea como guiño al pasado.

Se mantiene el vals de despedida, la presencia de algunas bandas como La Habitación Roja -que el domingo actuó por séptima vez en el festival-, y se mantiene otro rito final de los viejos tiempos: el desmontaje de las tiendas de campaña por parte de los «fibers» con ambiente de resaca y bajo un calor sofocante.

Dos recintos hospedaban a los campistas de este año: el juvenil Campfest situado a pocos metros de los conciertos, y el tranquilo Villacamp, donde otros asistentes descansaban más tranquilamente al otro lado de la ciudad, alejados de la urgencia de no perderse ningún concierto. El camping presenta una visible jerarquía, dividiendo el extenso recinto en dos: el acomodado Glamping de estéticas tiendas prefabricadas con suelo acolchado, y el clásico descampado bohemio en el que la masa generalizada busca el modo de ducharse sin perder 10 euros.

El cambio más criticado por los campistas de este año ha sido el capitalizar una necesidad tan básica como la ducha, aunque afortunadamente, bajo las rojizas pieles que dejaban las altas temperaturas, no se exigió el abono para acceder a la refrescante e higiénica agua fresca.

La jornada del domingo, tradicionalmente la de menor público, siguió la estela de los tres primeros días y registró una gran entrada. La argentina Nathy Peluso incendió el escenario principal a golpe de cadera, carisma y sensualidad y dejó una imagen insólita: todos cantando bachata con el tema «Ateo», que la artista grabó junto a C.Tangana.

La jornada dio también para escuchar la grandísima voz del mancuniano Tom Walker con un sonido impecable y para otras formaciones foráneas, como Circa Waves o Sea Girl poniendo a bailar a los británicos que esperaban, como el resto de los asistentes que escuchaban a La M.O.D.A., el concierto de Kasabian. Tras ellos, los murcianos Viva Suecia fueron los encargados de cerrar el festival.

Con abonos a precios mucho más reducidos, un cartel sin riesgo y con nombres para satisfacer al público de masas y con un público en su mayoría español, el FIB arrancó el jueves con un macroatasco en la N-340. Una señal de lo que se ha visto después: un recinto totalmente abarrotado desde las primeras horas de la tarde, con un ambiente festivo, desinhibido, hedonista y con muchos reencuentros. Y el escenario principal recuperado y arropado por decenas de miles de espectadores.

The Music Republic aseguró sentirse muy satisfecha con la marcha de esta edición, dispuesta a corregir los posibles errores y a seguir creciendo. Cuentan con nombres ya cerrados para 2022 que no pueden revelar aún pero que dan muestra de sus ganas de seguir trabajando en la marca. Y ha anunciado ya que la próxima edición se celebrará del 13 al 16 de julio de 2023 y las entradas se pondrán a la venta el próximo 22 de septiembre.