"Sorolla no hubiera llegado donde llegó si no hubiera sido por Clotilde"

César Suárez publica «Cómo cambiar tu vida con Sorolla», en el que analiza el lado menos conocido de la vida del pintor

César Suárez, autor de "Cómo cambiar tu vida con Sorolla"

César Suárez, autor de "Cómo cambiar tu vida con Sorolla" / © Uxío Da Vila

Begoña Jorques

Begoña Jorques

La obra de Joaquín Sorolla es una de las más populares de la Historia del Arte español. Paradójicamente, su vida es poco conocida. Este es el punto de partida del libro Cómo cambiar tu vida con Sorolla (Lumen), de César Suárez. El periodista bucea en los aspectos más íntimos del pintor valenciano en los que entrelaza ficción y realidad. Una biografía donde cada capítulo arroja una enseñanza sobre la vida del maestro de la luz. «Me llamaba la atención que, aunque su pintura es muy actual y sigue impactando, su vida es menos conocida. Empecé a investigar sobre él y descubrí que tuvo una vida fascinante», explica el autor.

Asegura que su intención era huir de «una línea plana, quería utilizar fragmentos de su personalidad» que ha podido aflorar, entre otros, de las cartas que intercambió con su mujer Clotilde o su amigo Pedro Gil. «El artista cuenta su día a día. Eso es un tesoro», asegura Suárez.

El libro ve la luz justo el año en que se celebra el centenario de la muerte de Sorolla. «Se ha hablado de los 50 años de la muerte de Picasso pero de Sorolla hasta hace poco no se contaba nada. ¿Cómo es posible que una figura tan descomunal como la suya pase desapercibida? Hasta hace poco no se había creado ni la comisión. Me parece extrañísimo y muy sospechoso que a una figura tan inmensa a nivel mundial como la de Sorolla no se le dé una relevancia con más preparación», lamenta el autor.

«Unamuno le critica su facilidad para pintar. Y a Baroja le parece que esa facilidad solo puede traer algo frívolo»

Su intención con este libro era acercar la figura de Sorolla al lector. «Su pintura tiene una fuerza tremenda. Cualquiera que se pone delante de uno de sus cuadros se llena con su luz, colores, figuras, escenas. Igual que a su pintura, quería atraer al personaje. El título es casi una broma de autoayuda. Al leer biografías te miras en otros. Me interesaban aspectos de su vida como, por ejemplo, cómo era su mujer, la relación que tenía con ella. Clotilde es un descubrimiento alucinante». De hecho, asegura que «merece mucho la pena hablar de ella. Es un cliché hablar de la mujer que está detrás del artista, pero Clotilde tiene una generosidad inmensa y entiende la manera de ser de Sorolla, que lo único que quiere es pintar. Siempre está velando por él, se encarga de sus finanzas, le organiza exposiciones, catálogos, le entiende y le anima. Le da el equilibrio que necesita». A esto asegura que «es quien más lo mejoró como persona. Si no hubiera sido por Clotilde, Sorolla no hubiera llegado donde llegó», sentencia.  

No se dejó llevar por la modernidad o ‘belle époque’ o el Madrid de las tertulias, ni por Nueva York o EE UU. Era un tipo muy coherente

Después de tanto «bucear» en la figura de Sorolla, asegura que ya casi lo siente como un «familiar». Dice del maestro de la luz que tiene «muchas cualidades: esa fe en su pintura y en sí mismo, no como ego, sino que sabe que lleva dentro una pintura que tiene que sacar. Tenía una personalidad de no dejarse llevar. Mantuvo su manera de hacer las cosas, era muy temperamental, muy valenciano con gran querencia al Mediterráneo. No se dejó llevar por la modernidad o ‘belle époque’ o el Madrid de las tertulias, ni por Nueva York o EE UU. Era un tipo muy coherente».

Retrato de Clotilde

Retrato de Clotilde / Levante-EMV

Esa actitud «casi hedonista de disfrutar con las escenas de playa, niños, adolescentes, señoras con la bata rosa, pescadores, y gente que quiere vivir» le valió algunas críticas por parte de grandes intelectuales de su tiempo como Miguel de Unamuno o Pío Baroja. Le afeaban que su pintura no reflejara «la España negra». «Sobre todo Unamuno fue el que mas le criticó. Dice que lo que hace es pinturería y no pintura. Unamuno le critica que tiene prodigiosa facilidad. Y a Baroja le parece que esa facilidad solo puede traer algo frívolo».

Y aunque «no era un intelectual», sí era «muy inteligente». «Comercialmente era muy práctico, tenía una inteligencia aguda para saber rodearse y aprovechar su círculo. Es un mérito saber rodearte de buena gente y eso él intuyó muy bien», concluye.

Lecciones de felicidad

El libro de Suárez no es la única obra literaria sobre Sorolla que ve la luz al calor del centenario del pintor. Carlos Reyero -catedrático de Historia del Arte, exdirector del Museo de Bellas Artes de València y comisario de la exposición «Sorolla en negro», que estará en mayo en la Fundación Bancaja- firma Sorolla o la pintura como felicidad (Ediciones Cátedra). 

Articulado a través de «diez lecciones de felicidad», que ofrecen otros tantos puntos de vista transversales sobre la vida y la obra de Sorolla, este libro se interroga sobre el verdadero alcance de su éxito y el «placentero bienestar» que refleja su pintura. El relato se ha concebido como una reflexión «distendida e irónica sobre los tópicos que han envuelto de felicidad a Sorolla, hasta negar cualquier sombra», avanzan desde la editorial. 

Suscríbete para seguir leyendo