Entrevista | Pablo González Tornel Director del Museo de Beallas Artes, comisario de "De la foscor a la llum" y comisionado del Año Sorolla

"Todo el mundo quiere vivir en una pintura de Joaquín Sorolla"

"Al Museo de Bellas Artes le falta una buena escena de playa, que alguien nos eche una mano; y se puede hacer sin necesidad de salir de la ciudad"

González Tornel, frente a 'Yo soy el pan de la vida', de Sorolla.

González Tornel, frente a 'Yo soy el pan de la vida', de Sorolla. / Fernando Bustamante

Begoña Jorques

Begoña Jorques

Estamos en la exposición «De la foscor a la llum» que muchos consideran ya la exposición del año. ¿Eso lo marca el contenido o el público?

Para definirlo así hay varios componentes. Por un lado, que no se trata de una exposición al uso, no estamos ante un museo que solicita piezas en préstamo, las expone y luego las piezas vuelven. Esta es una exposición de unas piezas que se van a quedar para siempre, es una escenificación del crecimiento del patrimonio artístico del pueblo valenciano, y que merecía ser expuesto de manera conjunta para ser visto como el enorme incremento que es. La entrada del legado Gerstenmaier al Museo de Bellas Artes supuso un salto cualitativo en la colección de pintura flamenca, y ahora la entrada de Lladró, mucho mayor en piezas, supone un incremento cualitativo que va a significar mucho para el museo. Se habla del volumen de cuadros pero no es tanto del número sino del papel que hacen las piezas en el discurso y de cómo apuntala el posicionamiento del museo.

¿Cómo posiciona Lladró al Bellas Artes?

En varios aspectos. La exposición es la exposición del año porque es una incorporación permanente al patrimonio de los valencianos y porque se ha hecho un esfuerzo especial por aunar contenido y continente. Esta exposición hubiera sido fantástica en cualquier lugar, pero no hubiera sido tan fantástica, por ejemplo, en el Museo de Bellas Artes como en el Palacio de las Comunicaciones. Hay ocasiones en las que el esfuerzo es mayor pero lo merece. Merecía la pena hacer de esto un hito cultural especial en el año. Además, hay otro elemento significativo que es el Año Sorolla. Esta adquisición supone el mayor incremento de obras de Sorolla de golpe en el patrimonio público. Son siete piezas y se ha buscado escenificar ese vínculo con el Año Sorolla; la exposición empieza y concluye con Sorolla.

¿Cómo han ido los primeros días?

El día de apertura hubo 1.250 visitantes. Estamos teniendo lleno total. Habitualmente el aforo es de unas 120 personas. Es muy importante hacer pedagogía. Hemos articulado, además de seguridad, la mediación por la que hay personas fijas de acogida informan del tiempo de espera. No queremos que alguien espere mucho tiempo si no va a poder entrar. Esta en un sitio tan céntrico que todo el mundo se suma y encima es gratis. El turismo extranjero no entiende cómo podemos ofrecer cultura gratis. No lo entienden porque vienen de países donde entrar en un museo cuesta 20 euros.

El director del Bellas Artes, en la exposición.

El director del Bellas Artes, en la exposición. / Fernando Bustamante

¿Desde cuándo se está gestando esta muestra?

El procedimiento encaminado a la adquisición de la colección se inició en verano de 2021. Me puse en contacto con la familia y les tanteé. Las primeras reuniones las tuvimos en el museo, pero yo no tengo capacidad de hablar de presupuesto. Sin embargo, cuando veo que existe disposición de considerarlo contacto con Presidencia de la Generalitat y se producen reuniones para llegar a un acuerdo. La familia estaba dispuesta a hablar pero les dejé claro que yo no podía hablar de dinero. Yo lo que tenía claro es que no iba a molestar al presidente de la Generalitat si los de enfrente no tenían la más mínima intención de negociar.

Pero sí vio una buena actitud.

Cuando vi viable lo propuse y en Presidencia siempre encontré una actitud proactiva. Cuando empezaron las conversaciones se trató de ir aproximando posturas entre el derecho a la propiedad privada y el mandato de cualquier institución de optimizar los recursos público.

Cualquiera que visite la exposición se dará cuenta de que vale más de 3,7 millones de euros que es lo que pagó la Generalitat.

La familia ha sido tremendamente generosa porque cuando se hizo una tasación profesional de todas las piezas esto estaba valorado en bastante más del doble de lo que se ha pagado en mercado libre. La Generalitat ha hecho también un esfuerzo porque la colección no se pierda. Y los Lladró han hecho un esfuerzo para facilitar que la Generalitat pudiera adquirir esta colección.

«La familia Lladró ha sido muy generosa y la Generalitat ha hecho un esfuerzo para que no se perdiera la colección»

Entonces el proceso duró un año.

Todo este proceso duró casi un año. Se anunció cuando ya estaba en marcha. El cambio de manos se produjo en noviembre. Detrás de todo esto hay un mucho trabajo. Yo me he ido a los almacenes de Alcalá de Henares [donde estaba la colección] porque antes de poner en marcha la contratación tenía que abrir las cajas e inspeccionar las obras. Un vez en marcha, el contrato ha sido un procedimiento muy largo, pero muy chulo y todas las partes han estado muy implicadas.

¿Tenía claro que todo esto debía exponerse así?

La idea de mostrar las obras en el Palacio de las Comunicaciones surgió entre el museo y Presidencia al valorar cómo exponerlas antes de que se integraran en el museo. Me recuerdo a mí mismo midiendo la luz aquí y diciendo «¡esto imposible!», pues lo hicimos posible. Tras las reticencias normales de la perspectiva del museo y sabiendo que allí esta todo súper controlado, ha sido un trabajo muy duro.

¿Por qué hay que venir a verla?

Porque es una oportunidad única. Es la primera y última vez de ver así la Colección Lladró. Las piezas tendrán el mismo valor singular, pero será la única vez que se puedan ver todas juntas, en 450 metros cuadrados, en un recorrido que va de 1390 a 1950 y de entender un poco cómo compraban los tres hermanos Lladró para un museo Lladró en Tavernes. Es conocer cómo se imaginaron ese recorrido ininterrumpido del arte valenciano desde la Edad Media hasta la actualidad, con un nivel de calidad altísimo y cómo reclamaron ser el último eslabón de excelencia artística.

¿Qué pasará luego con este edificio?

No sabemos a qué se destinará, pero lo mas probable es que no sea para nada tan hermoso como una exposición de arte. Esta es una oportunidad particularmente bonita como para percibir el edificio como una obra de arte. No es lo mismo que sea el contenedor de un evento.

El título es muy sugerente.

Por una parte es el recorrido de la historia del arte desde una edad más oscura, como la Edad Media, y acaba con el pintor de la luz, Sorolla. Sobre todo resalta el carácter simbólico de sacar a la luz aquello que estaba en la sombra. Yo vi dentro de unos almacenes, dentro de cajas, estas obras. De repente, salen de ahí después de varios años.

González Tornel, en el Palacio de las Comunicaciones.

González Tornel, en el Palacio de las Comunicaciones. / Fernando Bustamante

¿Cuál es su obra favorita?

San Andrés, de José de Ribera. Aunque tengo varias preferidas. En la relación de las personas con las obras hay una parte intelectual, que es la que se acrecenta con el conocimiento: cuanto más sabes más eres capaz de apreciar. Y hay otra parte que es afectiva, que tiene más que ver con la sensibilidad que con el intelecto. En esta parte entran componentes muy distintos que hacen que el impacto de una obra sea mayor o menor. Mi relación con estas obras era de tipo fotográfico. Había valorado estas obras a través de fotos y de lo que se había escrito de ellas. Las fotos no son siempre fiel reflejo de la realidad y menos las que tienen ya unos cuantos años. Yo tenía preconceptos acerca de esas obras. Y cuando en junio 2022 abrí esas cajas había tres posibilidades: que lo que viera coincidiera con lo que me había hecho en mi cabeza, que fuera decepcionante o que fuera mucho mejor de lo que me esperaba.

¿Y cómo fue?

Ribera es de mis artistas preferidos y el museo tiene cuatro obras suyas estupendas, pero en el caso de San Andrés la foto no era buena y mi idea era que era de una pintura más de taller y secundaria. Cuando abrimos la caja y desvelamos la obra casi me da algo. Me pareció de una calidad potentísima y de esas de arte realista de primeras décadas del siglo XVII que tienen la capacidad de captar sentimientos humanos. La expresión facial es el retrato de una persona con una visión mística, que mueve mucho el corazón. Esta fue la que más me impactó. Luego tengo más como el tondo de la Sagrada Familia de Juan de Juanes, que me parece una locura; del siglo XIX-XX me encantan las mujeres en procesión de Vila y Prades porque me parece muy irónico; y los cuatro lienzos de Mongrell, una figura muy oscurecida por Sorolla. Y de Sorolla a mí me encanta El patio del Cabañal y La cocina de la huerta, aunque son piezas que no serán las más recordadas porque Labradora valenciana tiene una fascinación muy fuerte y es imposible competir con los 25 metros cuadrados de Yo soy el pan de la vida. Pero estas dos piezas son paisajes conclusos, de manera que el espacio es íntimo y doméstico, donde la gente iba a hacerse la paella. Ambas tienen un encuadre tremendamente fotográfico, aprendido probablemente de sus suegro, con unas visiones en oblicuo modernísimas y con un colorido y tratamiento de la luz que son de lo mejor que sabe dar Sorolla.

«El turismo extranjero no entiende cómo podemos ofrecer cultura gratis»

No sé si será del año, pero sí es la exposición que marca en inicio del Año Sorolla en València.

El programa valenciano va a ser muy rico. Tenemos la suerte de que las instituciones se van a volcar todas. Se lleca trabajando mucho tiempo. No se descarta que algunas de nuestras iniciativas salgan fuera de los límites de la Comunitat Valenciana.

¿Por qué se ha tardado tanto en crear los comisionados y anunciar las actividades del Año Sorolla? Compararlo con la organización del Año Picasso es inevitable.

Creo que aquí el problema de los tiempos ha sido que se iba a declarar tanto a nivel estatal como autonómico. Al principio se volcaron mucho con el Año Picasso y esto parecía que iba a ser más secundario. Seguramente tiene más renombre internacional el Año Picasso y creo que se ha ido más despacio con Sorolla por eso.

El Bellas Artes recupera ahora la Sala Sorolla. ¿Se ha perdido el tiempo en tener la marca Sorolla en el museo como seña de identidad?

Yo procuro no opinar sobre otros y sobre lo que han hecho antes que yo. Creo que hacer historia virtual es un error. No creo que se haya perdido tiempo. Sí se ha perdido en otras cosas, porque tenemos exactamente el mismo museo que en 1984 cuando se hizo la ley estatal de transferencia de competencias en cultura. Este museo se merece un tratamiento jurídico administrativo mejor, eso sí que es una lástima. Pero es irrelevante la fórmula, cuando lleguemos a la mejor solución os la contaremos.

Era impensable que un museo como el Bellas Artes no tuviera destacada una figura como la de Sorolla, aunque tuviera siempre su obra expuesta.

Ahora es un buen momento para la Sala Sorolla por el año del pintor y porque desde hace dos años se han adquirido nueve Sorollas, más uno en depósito de larga duración del Banco Sabadell. Así, tenemos 10 más para montar la sala. Es un buen momento porque son piezas importantes y es buen momento de visibilidad del museo. Es momento de afianzar algo que os ha costado mucho. Con todo sigue habiendo carencias. En el museo nos falta una buena escena de playa de Sorolla. Pero una buena escena de playa vale mas que toda la colección Lladró. Vamos a ver qué se puede hacer. No es nada sencillo. Yo quiero que me donen una escena de playa de 2,5 metros pero como lo veo difícil, lo que pido es que me depositen. No se trata de tener Sorollas a lo loco, sino piezas que te ayuden a narrar todas las facetas de un pintor tan poliédrico como él. Las marinas que tenemos son pequeñas y yo lo que necesito es una buena escena de gente paseando por la orilla del mar, de niños bañándose,… Eso son palabras mayores, pero es lo que todo el mundo quiere ver. Pero todo llegará.

Porque uno va al Prado y no puede salir de allí sin ver a Velázquez.

Totalmente de acuerdo. La sala Sorolla es lo que nos podemos permitir. Serán mas de 50 obras. Los valencianos de momento lo que tenemos y debemos reclamar es que el museo tenga un espacio primordial para que la gente venga a disfrutar y estudiar la figura de Sorolla de la manera más completa. Serán todas las obras de Sorolla que disponemos. Invitamos a instituciones públicas y privadas que tengan obra de Sorolla a que contribuyan al enriquecimiento de dicha sala. Si al museo de Bellas Artes le falta una escena de mar, que alguien nos eche una mano. Y se puede hacer sin necesidad de salir de esta ciudad.

«Es un buen momento para la Sala Sorolla porque es el año del pintor y se han adquirido 9 obras»

¿En el futuro esto puede ir a más?

El Museo Sorolla tiene 1.500 obras, nosotros 54. Si queremos que dentro del Bellas Artes haya un pabellón dedicado a Sorolla tendremos que trabajar todos para ello.

Para el comisario de esta muestra y director del Bellas Artes, ¿qué supone Sorolla?

Sorolla es el pintor mas dotado que ha dado la historia del territorio valenciano. Es un genio al nivel de todos los genios desde Miguel Ángel a Caravaggio, gente que aunó unas dotes innatas. Tenía un don. A mí personalmente, como historiador del arte, lo que más me interesa es la capacidad que tiene su pintura para conectar con la parte emotiva de las personas y sobre todo de los valencianos. Cómo una persona desde Guardamar del Segura hasta Vinaròs es capaz de sentirse identificado con Sorolla. Lo que él pinta no es la València que existió, sino la que él quería que existiera, la que se imaginó. Su labradora no está tomada de la realidad, las mujeres de principios del siglo XX no iban a labrar con ese traje y tacones, ni componían arreglos florales con esa pose melancólica. Él se imaginó un mundo construido a base de retazos de cómo era València y que en realidad es una propuesta de cómo podía ser València. Todo el mundo se identifica con la pintura de Sorolla porque está compuesta por retazos de realidad y se emocionan ella porque reconocen en sus cuadros aquello que les gustaría ser y vivir. Todo el mundo quiere vivir en una pintura de Joaquín Sorolla. Eso es lo especial de Sorolla y lo que le diferencia de otros pintores.  

Suscríbete para seguir leyendo