Receta contra el bullying: más recursos y mayor colaboración entre familias y escuela

La escasa compatibilidad entre el horario laboral y el del colegio complica la cooperación contra el acoso escolar, según la especialista Antonia Martí

Subraya que si no se trabaja con el agresor, este puede convertirse en «un adulto violento»

Diversos estudios avalan la sensación entre el alumnado y las familias de que la violencia escolar queda impune 

El bullying es percibido como una de las lacras que azotan a la comunidad escolar

El bullying es percibido como una de las lacras que azotan a la comunidad escolar / Levante-EMV

Es un grave problema que afecta a la salud mental de los menores, a la convivencia de la comunidad educativa y a la estabilidad emocional de las familias. En realidad, el bullying o acoso escolar, son varios problemas en uno. El drama en sí del alumno que es víctima de una situación de violencia física, psíquica o sexual y la sensación -o algo más- de que la solución, si se da, llega tarde, mal o nunca. Los estudios avalan todo el cuadro de esta enfermedad social. Hoy, 2 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, conviene subrayar que entre el 8 y el 10% de los alumnos valencianos de primaria subre o ha sufrido alguna situación de acoso, según revela el último estudio al respecto elaborado por el Ministerio de Educación. 

Uno de cada diez alumnos valencianos de primaria sufre acoso o ciberacoso, según el Ministerio de Educación

La Organización Mundial de la Salud (OMS) subraya que en España, un 70% de los niños sufre todos los días algún tipo de acoso o ciberacoso. Entre enero de 2021 y febrero de 2022, se detectaron 11.229 casos graves de bullying, lo que sitúa a España como uno de los países europeos con más incidencia de acoso escolar. El tercer país del mundo con mayores índices de incidencia. 

Agresiones en grupo

Y la sensación entre el alumnado es que los agresores gozan de cierta impuidad. Un estudio de la Fundación ANAR revela que la mayor parte de las agresiones (un 72%) se producen en grupo. El informe apunta que un 45,4% de los alumnos tiene la sensación de que su profesor «no hace nada», ante estos problemas,y un 61,7% piensa lo mismo de su centro escolar. 

La percepción es muy distinta entre la comunidad docente, dado que el 53,9% de los profesores encuestados dicen haber tenido conocimiento de algún caso de acoso y que el 90% de las veces se resuelven.

Antonia Martí Aras es directora del Máster Universitario de Acoso Escolar y Mediación de la VIU, tiene dos másters en psicología Clínica y Jurídica y de Mediación. La experta aclara, respecto al 70% de víctimas diarias del acoso o el ciberacoso que ofrece la OMS, que a la hora de hablar de prevalencia hay que ver qué variable maneja cada estudio. En definitiva, qué se entiende por acoso y qué se pregunta en la encuesta.

Violencia reiterada

Como pautas generales para hablar de bullying, indica esta especialista en mediación y violencia adolescente, se ha de dar una «situación de violencia física, psicológica, emocional o sexual reiterada, entre menores, y con una discrepancia de poder, donde el agresor goza de superioridad por ser mayor, más fuerte, más popular...». En el ciberacoso, no hace falta reiteración para catalogar el caso:«la viralidad de las redes hace que una sola vez ya genere enorme daño».

El primer contratiempo radica en detectar el caso. «Los niños no suelen hablar de ello, por miedo, por vergüenza, por amenazas o por sentido de culpa», apunta Martí. Aunque, subraya, tanto padres como profesores pueden detectar síntomas de acoso: «los niños dejan de reírse, no quieren ir al colegio, están callados, su material escolar puede estar deteriorado,bajan su rendimiento o se aíslan, tanto en la clase como el recreo». 

En este sentido, «la cooperación entre las familias y la escuela es fundamental», a la hora de diagnosticar el caso y abodar la solución. Esa colaboración es, para la experta, una asignatura pendiente. «No hay cultura de cooperación, entre otras razones porque el horario laboral y el del colegio suele ser bastante incompatible», lamenta Martí, quien está vinculada a un grupo de investigación especialista en el análisis de problemas de convivencia escolar, tanto por parte del alumno directamente implicado, como de la familia y el entorno escolar.

Es cierto, admite, que menores y familias tienen la percepción de que se hace poco o nada contra el acoso. Y entre el profesorado se admite que no advierten muchas veces los casos o no saben qué hacer. «Habitualmente suele trasladarse de centro a la víctima, con lo cual se la revictimiza, o, cada vez con mayor frecuencia, se va el agresor». 

Un técnico por colegio

Son, en definitiva, parches. Porque la receta que prescribe la psicóloga pasaría por aportar más recursos a los centros escolares, de tal forma que pudieran dotarse de «departamentos de orientación multidisciplinares, con psicólogos clínicos, trabajadores sociales, educadores... para abordar hábitos de vida, salud mental, etc». «No puede ser que los centros estén limitados a tener un coordinador de igualdad y convivencia por centro, así tengan mil alumnos», denuncia.

Reclaman departamentos multidisciplinares para abordar la prevención y los casos de «bullying»

Y, ¿qué pasa con el agresor, el acosador? A veces, las familias toman conciencia, pero otras culpan a la víctima. «La cuestión es que el agresor agrede por algo. Suelen ser víctimas de violencia conyugal o de una educación excesivamente laxa o autoritaria», indica Martí. Por ello, concluye, es clave «trabajar la inteligencia emocional, que aprendar a gestionar conflictos y frustraciones...». Si no se trabaja en esa línea, «serán adultos violentos, personas que necesitarán del sistema social».