Entrevista | Irene Klein Escritora

Irene Klein: «Hay ausencias que son tabú, pero hay que hacer lo contrario: hablar y escribir de ellas»

Irene Klein.

Irene Klein. / JM López

Irene Klein (València, 1991) es una de las nuevas firmas de Bromera y se estrena en el catálogo de otoño con 'Les absències', un recopilatorio de cuentos sobre esos vacíos que marcan para siempre y ocupan un espacio vital.

La obra ha merecido el premio València Nova 2023, que convoca la Institució Alfons el Magnànim y reconoce a autores menores de 35 años. 

¿Cómo surge Les absències? 

El inicio fue por casualidad. Yo escribía muchos cuentos y escribí uno del inicio, «El cuadro», hace unos años, sobre la ausencia de una madre. Hice más y, después, sobre ausencias en general. Me di cuenta de que había un universo compartido y podía hacer una compilación, y ya lo planifiqué y vi de qué otras ausencias podía hablar. Pero al principio no había pretensión de hacer todo un libro.

¿Y qué pensó cuándo decidió ampliarlo? ¿Por qué dedicar un libro a las ausencias, cuando hay tantas cosas que contar?

Porque la ausencia forma parte de la vida de todas las personas, y de la mía en concreto. Es cierto que hay mucho de lo que hablar, pero no se habla tanto de la ausencia, y podría ser una de las temáticas universales. Quise dedicar muchos relatos a eso, aunque llegó un poco de casualidad, por ese primer cuento. La idea salió porque mi madre pintaba cuadros y, un día, llegué a casa y había tirado uno que yo había visto toda la vida. Sentí que se deshacía de una parte de mi infancia y me imaginé esa historia, totalmente dentro de la ficción. A partir de ahí, esta suma de ausencias. Igual podemos decir que estamos conformados por la suma de nuestras ausencias.

¿Puede ser un poco como lo del «elefante en la habitación»? Todo el mundo tiene ausencias, pero es un tema del que no se habla.

Sí. Hay ciertas ausencias que son tabú, por ejemplo, el aborto. Pero hay que hacer justo lo contrario: hablar de ellas, escribir de ellas, que estén en las conversaciones hace que el duelo sea más fácil. Estoy contenta de haber abordado el tema.

En estos tabús, ¿por qué apuesta por temas que se han considerado siempre «de mujeres»? Por ejemplo, aparece la menstruación.

Porque, por una parte, soy mujer, y a mí me interesa, y porque creo que tenemos que dejar de hablar de, entre comillas, cosas de mujeres: sin menstruación no hay vida. Son cosas de la sociedad en general. Y el tema del aborto es más común de lo que pensamos y es importante hacer literatura de eso.

¿Cree que escribir ayuda a superar las ausencias o un duelo?

No lo sé, igual puede formar parte del proceso de superar un duelo, pero depende de la persona; no lo tengo claro. Sí que puede ser que cuando una ausencia duele, si sale un producto creativo, es como que al menos sirve de algo. 

¿Y qué me dice sobre la estructura del libro? 

Hay diferentes formas de analizar la estructura. Una, es un progreso vital: cada ausencia pertenece a un momento de la vida de los personajes. Y, por otro lado, hay otro elemento que estructura el libro, que es un proceso de migración, más o menos a partir de la mitad. El espacio que se deja también es una ausencia y hay un «Manifest de la fugida» que tiene un toque irónico, y vertebra el cambio. Es una ampliación del significado de ausencia.

Se acompaña el libro de una playlist musical, ¿por qué? 

Fue una propuesta de la editorial. Ya hay libros con listas, pero Bromera no suele hacerlo, y como en mi libro la música está muy presente, me lo propusieron y me pareció buena idea, aunque fue muy difícil. En Les absències hay bastante piano, y una especie de universo que lo envuelve. También canciones explícitas; y, en el proceso de migración, a Alemania, música electrónica, que también entra en la lista.

Usted ha estudiado música y hay un momento en el que una de las protagonistas dice «yo no quiero ser pianista, quiero ser escritora». ¿Hay mucho de autobiografía en los relatos?

Autobiográfico no sería la palabra, porque la biografía tiene la voluntad de ser fiel a la realidad, lo que en el libro no pasa de ninguna de las maneras, es ficción. Sí que es cierto que una de mis fuentes de inspiración es la realidad; de hecho, yo aparezco como un cameo. Tampoco es autoficción, porque hay muchísimas cosas que no tienen que ver con mi vida, pero otras sí, porque soy una persona, vivo y al final se «ficcionalizan» y acaban siendo relatos.

Aparecen, por ejemplo, muchos espacios de València.

La voluntad no es darla a conocer, sino, hablar de los lugares que más conozco, porque me es más fácil y da veracidad a lo que escribo. En distopía o ciencia ficción sería otra cosa, pero estos textos tienen la voluntad de ser realistas.

Irene Klein, durante la entrevista con Levante-EMV.

Irene Klein, durante la entrevista con Levante-EMV. / JM López

¿Y qué presencia ha tenido la literatura en su vida?

Leo desde pequeña, me acababa la biblioteca María Beneyto, del barrio del Botànic, y casi cada libro que compraban me lo leían; y he estudiado filología, por lo que ha estado en mis estudios. He continuado leyendo, pero nunca tanto como cuando tenía 10 años. Desde pequeña también quería tocar el piano y son dos actividades que me han acompañado siempre. También escribir, desde el colegio.

¿Y ahora qué otros proyectos tiene en mente?

Tengo escrita una obra de teatro, que ya están ensayando, que no se si se publicará, pero sí que se representará. Me produce mucho placer eso, que una actriz le dé vida a un texto mío. Y tengo otros proyectos, pero prefiero ser reservada, porque a veces luego acaban en la basura. Tengo una novela... pero me lo guardo.

¿Y algo sobre las ausencias?

Uno de los relatos, el del aborto, forma parte de un proyecto de película (ya tengo todas las secuencias), pero para eso se necesita que se den muchas circunstancias. Me gusta explorar los diferentes lenguajes literarios y comunicativos, como el podcast, y no me corto.

¿Cómo querría que la gente se lea su libro?

De arriba hacia abajo, porque es como tiene sentido y es coherente. Han sido años escribiendo el recopilatorio y no tanto eso, sino reescribirlo, mejorar los cuentos. Con el síndrome de la impostora, no me atrevía a enviarlo a una editorial, me daba vergüenza.

¿Cómo está siendo la acogida del libro? ¿Se esperaba el premio?

Han sido como dos fases, porque el premio me lo comunicaron el 30 de mayo y desde ese anuncio hasta que ha aparecido el libro ahora, me ha dado tiempo a asimilarlo. He pasado por todo el proceso editorial, que nunca había vivido como ta. Me ha gustado que el libro que yo tenía en un PDF sea un objeto que la gente puede comprar en todos los sitios, es flipante. Y sobre la acogida, me han llegado mucho las ganas de leerlo, pero leído hasta el final, solo mis padres [ríe]. Mi entorno está ilusionado. 

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