Entrevista | Javier Iturralde de Bracamonte Coordinador del Congreso Internacional Atenea

"La IA le da miedo a la gente, pero nos ayuda a hacer más eficiente el trabajo"

«La Inteligencia Artificial y los datos pueden mejorar la gestión de públicos en los espacios culturales» y el ‘blockchain’ «permite a los artistas vivir de lo que realizan, por los ‘royalties’»

Javier Iturralde de Bracamonte.

Javier Iturralde de Bracamonte. / JM López

València ha acogido esta semana la sexta edición del Congreso Internacional Atenea, un encuentro de profesionales de universidades de diferentes países e instituciones como el Museo Reina Sofía o Les Arts.

Entre las participantes de las mesas —que fueron este jueves y ayer, entre la UPV y las Naves—, estaban Paloma García López, Victoria Salías o Marta Suárez Mansilla, entre otras. Atenea nació como un proyecto de investigación que, además, pretende crear redes de mujeres en los ámbitos de la tecnología, la ciencia y el arte (Steam). 

¿Qué es el congreso Atenea y qué novedades ha traído esta edición? 

El foco de este año ha sido la sostenibilidad y las tecnologías emergentes aplicadas al consumo y la gestión cultural, en dos jornadas: la primera centrada en cómo los museos muestran la sostenibilidad y las dinámicas de consumo responsable y cómo comunican este mensaje; y la segunda, sobre las tecnologías emergentes y la gestión del consumo cultural, sobre todo con el foco en la IA, y cuáles son las repercusiones y lagunas desde el punto de vista legal. En España tenemos dos problemas con la cultura: cómo atraemos a la generación Z (de 25 a 13 años) y la monetización y economía de las instituciones culturales, porque hay muy poca independencia financiera; y las tecnologías emergentes nos traen una herramienta casi perfecta para llegar a esta generación y crear productos que pueden ser monetizables. 

Habla de la generación Z: ¿Cómo consumen cultura?

Tienen una relación totalmente distinta de la que puede tener otra generación, no discriminan entre la ‘alta cultura’ y la ‘baja’ como se llamaba hasta hace muy poco; mezclan. Y, de alguna manera, todas las dinámicas que se desarrollan online y con el móvil, las traen al museo. El concepto de selfi es fundamental y la experiencia híbrida es lo que se está imponiendo: no son ni 100 % digitales ni 100 % analógicos, al final hay un mix. Después de pandemia, quieren consumir presencialmente más que nunca, pero sí que es verdad que el streaming y las plataformas facilitan ver un concierto en casa. 

¿El mundo del arte, en general, y los creadores, tienen en cuenta la sostenibilidad y las tecnologías emergentes?

Cada vez más se está teniendo en cuenta la sostenibilidad, se miden los indicadores de impacto medioambiental de una exposición: desde el celo que se pone, hasta el transporte y el tipo de cajas. Aquí la tecnología es muy importante. Los creadores digitales tienen entornos blockchain que ofrecen esta posibilidad de contaminar mucho menos. 

Al final, ¿estas innovaciones parten más de las instituciones o son iniciativa de los propios artistas o agentes culturales?

Una combinación de las dos. Por un lado, hay una imposición de la Agenda 2030 a nivel gubernamental internacionalmente, y los artistas también son muy conscientes del rol que ejercen en la sociedad, como amplificadores de ciertos mensajes, y el de la sostenibilidad es uno de ellos. 

Javier Iturralde de Bracamonte.

Javier Iturralde de Bracamonte. / JM López

Atenea también promueve una red de mujeres del área Steam. ¿Ellas también son agentes de cambio?

Son fundamentales. Atenea es un proyecto de investigación fundado por la catedrática Nuria Llorat con científicas, tecnólogas... y el objetivo es acercarlas Steam a las adolescentes, niñas, y mujeres. Hay una realidad: hace dos años tuve que organizar una mesa redonda y me fue casi imposible encontrar una mujer artista que trabajara con NFT. Hoy en día, hay muchísimas; hay un gran salto y tiene que haber paridad.

¿El objetivo ahora es la paridad o que empiecen a haber mujeres y algún día llegar a ella?

Vamos paso a paso. El primer objetivo es que haya muchas más mujeres, que ya las hay en ingenierías, pero tiene que haber muchas mas... Esta iniciativa, junto a otras más, ayudan a visibilizar estos proyectos.

Atenea es un proyecto de investigación transversal. ¿Esto es cada vez más necesario, crear redes y no trabajar o investigar en departamentos estancos?

La transversalidad es fundamental, no solo en las tecnologías, sino también en la sostenibilidad. Al final la tecnología es una herramienta que nos ayuda a gestionar de manera más inteligente nuestro trabajo. La IA le da mucho miedo a la gente, porque piensan que nos va a quitar el trabajo y, efectivamente, está redefiniendo las funciones laborales pero, sobre todo, hace más eficientes los procesos y es fundamental saber de qué va la historia para que nos ayude.

¿Y qué puede ofrecer la IA a la industria cultural y creativa?

Es fundamental. La IA y los datos pueden mejorar la gestión de públicos en los espacios culturales: puedes predecir el clima que va a hacer, cuándo habrá mayor volumen, en qué momento del año o días conviene hacer una exposición o abrir una sala o no... En la producción, es fundamental, pero está el interrogante de la propiedad intelectual, hay que poner ciertas limitaciones: desde el punto de vista legal y regulatorio hay todavía muchas lagunas. La UE está trabajando en ello pero en España nos toca debatir mucho más. Por ejemplo, sobre la voz. 

¿Puede ser este el mayor cambio en décadas?

Está a la vuelta de la esquina, lo estamos viviendo ahora. El MOMA adquirió hace tres semanas una obra de Refik Anadol hecha de arte generativo. Ya está en una de las instituciones más importantes de arte.

¿Crea un precedente?

Absolutamente, es muy importante. El año pasado fue el momento del metaverso y NFT, ahora eso se redefine en realidad extendida e immersiva, pero esto nos hace ver que los artistas siguen produciendo y hay instituciones que apoyan este tipo de manifestaciones digitales. Va mucho más allá de la creación, son ecosistemas económicos muy interesantes, porque pueden vivir del trabajo que realizan, porque cuando una obra entra en blockchain, los royalties se siguen cobrando de por vida, entre un 0,1 y un 10 %.

Veo que es más optimista que pesimista respecto al futuro.

¡Sí, muy optimista! Creo que necesitamos estar muy enterados del tipo de herramientas que hay a nuestro alcance, saber de qué nos puede, servir, profundizar y aprovecharlas.