El piloto valenciano que terminó en un campo de concentración ruso

Fulgencio García, quien iba a realizar un curso de aviación en Kirovabad, estuvo preso durante quince años «sin acusación, delito ni juicio»

Su hijo ha recogido sus memorias en «Secuestro en la URSS», que saldrá a la luz a principios de 2024 

Fulgencio García, en su regreso a España.

Fulgencio García, en su regreso a España. / Levante-EMV

Saray Fajardo

Saray Fajardo

El valenciano Fulgencio García fue uno de los pilotos de la República que se desplazó en 1939, junto a otros compañeros, a la escuela de aviación de Kirovabad (actual Azerbaiyán) para perfeccionar las técnicas de vuelo y, así, poder regresar a España y combatir en la guerra. Fulgencio sólo iba a permanecer tres meses en aquel lugar, pero su estancia se prolongó durante quince años más. Concretamente, el piloto valenciano estuvo preso trece años (hasta 1954) en un campo de concentración y varias cárceles estalinistas.

Ochenta años después, su hijo Francisco García, ha decidido recoger sus memorias en una novela autobiográfica e histórica, bajo el nombre «Secuestro en la URSS», que será publicada por la editorial Vivelibro a principios de 2024, con el fin de que su historia no quede en «el olvido».

La obra recoge las memorias, las pesadillas y las vivencias de Fulgencio, que estuvo preso «sin acusación válida, sin delito y sin juicio» en tiempos de guerra y, además, muestra el tratamiento recibido en ese «paraíso comunista». Para documentar la obra, Francisco ha utilizado varias cartas que su padre enviaba a su familia durante aquel período. «Antes de fallecer en Santiago de Chile en 1991, mi padre me pidió que publicara todo lo que había vivido», señala emocionado su hijo, quien añade que «es una alegría que el libro, al fin, vea la luz».

La obra empieza con una frase recogida en una de las cartas que uno de los compañeros pudo enviar a su familia tras sortear las rígidas revisiones: «Todo lo que yo he visto en quince años de vida en la URSS, puede verlo cualquiera que no lleve los ojos vendados ni vendidos». Sin embargo, en palabras de su hijo, «pocos se atrevieron a hablar de aquella sociedad».

En las cartas, advertía que se encontraba secuestrado en Karagandá y, por lo tanto, como el resto de españoles, no podía recibir correo o paquetes.

25 pilotos

Fulgencio fue enviado junto a otros 25 pilotos españoles al curso de aviación. Tras dos años de libertad vigilada y controlada en Moscú, fueron trasladados a las peores cárceles y campos de concentración de la URSS. Muchos de ellos fueron liberados en 1954. Sin embargo, de camino a España, el piloto fue instado a entregar parte de su obra literaria. «Este requerimiento se hizo para poder conseguir su libertad sin problemas, para poder salir de España», explica Francisco. Así, parte de los relatos que entregó fueron publicados en una importante revista española de la época. El resto de los textos han sido recogidos en la obra que verá la luz en los próximos meses.

En la misiva, se recoge el deseo de Fulgencio de «volver a ver su patria». «No quería vivir ni morir en Rusia», recalca su hijo. Tras mucho sufrimiento, el valenciano consiguió regresar a su tierra en el el barco Smiramis, zarpado en el puerto de Odessa (URSS) y que llegó a Barcelona el 4 de abril de 1954. «Cuando llegó, se arrodilló ante su madre llorando por lo que le había hecho sufrir», señala Francisco.

Fulgencio pilota una avioneta.

Fulgencio pilota una avioneta. / Levante-EMV

Pesadillas

Sin embargo, su regreso a València estuvo marcado por el miedo y las pesadillas. «Vivió retraído por lo que le pasaba. Muchas veces se despertaba gritando al rememorar en sueños lo que había vivido», indica. Así, lo recogió el propio Fulgencio en una de sus cartas. «Muchas noches, mientras duermo, me encuentro sollozando desesperadamente con una congoja angustiosa, que no me abandona ni despierto porque las imágenes que me aterrorizan de nuevo, toman tal fuerza en los sueños, rememoraciones o pensamientos, cono tuvieron los sentimientos un día en la realidad. Acabo de vivir, instantes de terror ya vividos y me revelo con la idea de que el sufrimiento deba de ser tan impertinentemente insistente y sádico. Escribiendo estas páginas, el terror toma cuerpo de nuevo. Cada segundo fue un siglo y tiene su propia historia», lamentaba. 

«Muchas veces se despertaba gritando al rememorar en sueños lo que había vivido»

Francisco García

— Hijo de Fulgencio

A pesar del dolor, su hijo reconoce su fortaleza. «Me llama la atención cómo pudo resistir en los campos de concentración con tanta hambre y frío», concluye Francisco, quien añade que este libro será un «gran homenaje».  

Suscríbete para seguir leyendo