Estellés Superstar

Las canciones impulsaron la popularidad del poeta de Burjassot, cuya figura y obra han crecido también a través del teatro, el cine, la pintura y el cómic

Estellés Superstar.

Estellés Superstar. / L-EMV

Voro Contreras

Voro Contreras

El 27 de abril de 1975 Vicent Andrés Estellés entraba con su mujer en el Teatro Olympia de París, se sentaba entre el público y llegado un momento de la actuación observaba sorprendido cómo el artista que estaba sobre el escenario -un tal Ovidi Montllor- se refería a él como el gran poeta de su país. Ni Ovidi sabía que entre el público estaba Estellés ni Estellés esperaba aquellas palabras. 

Cuando al terminar el recital el poeta se levantó de su asiento, le ocurrió algo que él mismo describió años después como «cautivador»: «Los espectadores decían: dejad pasar al señor Estellés, dejad pasar al señor Estellés. Yo no había dicho a nadie el nombre, ni nada, pero me habían reconocido». 

El "santo cultural"

Nacido en Burjassot en septiembre de 1924 -por eso este año celebran su centenario el Ministerio de Cultura, las diputaciones de València y Alicante y diversos ayuntamientos y entidades cívicas-, la obra poética que el periodista Estellés publicó a partir de 1953 no empezó a ser especialmente popular y reconocida hasta la década de los 70 gracias principalmente a dos acontecimientos: la aparición de su Obra completa impulsada por Joan Fuster y la musicalización de sus poemas.

Desde entonces, la figura y la obra de Estellés han trascendido a la persona y al papel, se han convertido en referente político e identitario más allá de la literatura, pero también en inspiración para la música, el teatro, el cine, las artes plásticas, el cómic o incluso los murales callejeros.

Jordi Oviedo, autor con Irene Mira de los prólogos de la Obra Completa de Estellés, incluye al escritor entre los «santos culturales» de los que hablaba el profesor Jaume Subirana, figuras literarias -como Martí i Pol en Cataluña o Rosalía de Castro en Galicia- que se convierten en iconos populares y marca de territorio. «Se ha dicho que Estellés está ligado a una manera de ser que conecta con la manera de ser de los valencianos y valencianas, y esto es único», subraya Oviedo.

Mural de Estellés y Ovidi en Muro d'Alcoi

Mural de Estellés y Ovidi en Muro d'Alcoi / L-EMV

El canto luminoso del pueblo

Es sin duda la música la expresión que se ha mostrado más permeable a la vocación popular de la obra de Estellés. Y también a la inversa. Ahí están títulos de clara inspiración musical como Primera audició y Sonata a Isabel o el propósito del Mural del País Valencià de ser el «cant lluminós del meu poble, / les meues gens, / el meu país».

«Aparte -apunta Oviedo-muchos de sus poemas tienen un ritmo interno que permite musicarlos sin tener que forzar las letras; además, hay poemas que remiten a historias breves, que sugieren un relato o una escena, un ambiente concreto que atrae los lectores y los posibles oyentes. El lenguaje, asequible pero preciso y con un estilo claro, también facilita que los intérpretes se apropian de los versos para musicarlos». 

De Ovidi a Remigi

En aquel 1975 en el que Ovidi rendía homenaje a Estellés en París, Al Tall musicalizaba «Tots em tiren pedraetes». Antes, Ovidi y su inseperable Toti Soler habían puesto música a «El vi» y «Els amants». En 1977 volvieron con «Una escala qualsevol», en 1978 con «El ball» y en 1979 con Coral romput, el disco con el que el músico y actor alcoyano adaptó aquel monumental poema que Vicent le dedicó a su hija muerta.

De la época también son las canciones con versos de Estellés de Maria del Mar Bonet, Carles Barranco, Celdoni Fonoll, Araceli Banyuls, y el Remigi Palmero de Humitat relativa que opta por el pop en vez de la canción de autor para poner música a «Plens de sol de bon matí». 

En los años siguientes Estellés inspiró a Alimara, Pavesos, Lluís el Sifoner, Celdoni Fonoll o un Paco Muñoz que fue el primero (en 1986) en realizar un disco entero con versos del poeta. Pero en la década de los 90 parece que su huella musical se ha diluido. Nada más lejos de la realidad: lo que ocurre es que en ese tiempo se incuba para una nueva generación la imagen del escritor como referente social, identitario pero ahora, también, gozoso y hedonista.

El amor a València en las canciones

Lo demuestran las decenas de canciones del siglo XXI en las que nos topamos con menciones más o menos explícitas al poeta. Es el Estellés que inspira a Eva Dénia, Pau Alabajos, Feliu Ventura, Soul Atac, Bertomeu, El Diluvi, Maria Arnal i Marcel Bagés, Borja Penalba, Miquel Gil, Tomás de los Santos, Òscar Briz, Ona Nua, Rafa Xambó o Pupi·les. El Estellés que se asoma entre los versos de «La mestra» de Zoo, de «Camals mullats» de la Gossa Sorda y de «Quan caminaven» de Aspencat. Y, sobre todo, es el Estellés al que se aclama Obrint Pas cuando recitan aquello de «No podran res davant d’un poble unit, alegre i combatiu» antes de «La flama» o cuando recuperan su voz para emprender «La vida sense tu».

«’La vida sense tu’ es la canción más paradigmática de la relación de amor entre Estellés y la ciudad de València», apunta Oviedo. «València sin la mirada de Estellés sería una ciudad mucho más falta de emoción -añade-. En la obra de Estellés hay un amor por la ciudad y, desde un momento concreto, también de esperanza. Pero también desde la voluntad de evidenciar sus aspectos más sordidos y escondidos, los más oscuros de ese mismo momento y espacios vividos».

Cartel de la película "Cos mortal"

Cartel de la película "Cos mortal" / L-EMV

El barrendero estellesiano

De esta visión gozosa de la ciudad es de donde tomaron Carles Chiner y Antoni Sendra la inspiración para Cos mortal, una de las pocas presencias del universo estellesiano en el medio cinematográfico. Esta película de 2008 -«muy modesta y principiante», apunta Chiner- cuenta la historia de un barrendero y cineasta amateur obsesionado con rodar un documental sobre el poeta mientras va recorriendo con su vehículo de limpieza las calles de la ciudad.

«Es una visión muy personal del Estellés que leíamos y que amábamos entonces, el de las Horaciones y el Llibre de meravelles, el Estellés de la realidad cotidiana más que el combativo -recuerda Chiner-. El protagonista se obsesiona tanto con este documental que acaba desatendiendo su realidad cotidiana y la propia senda que Estellés le marcaba con sus versos».

"Coral romput" hecho teatro por Joan Ollé.

"Coral romput" hecho teatro por Joan Ollé. / L-EMV

Dos días en la Malva-rosa

Más permeable ha sido el universo estellesiano a los encantos del teatro. En este año del centenario se ha estrenado Arbre de pols de Pau Alabajos. Y antes estuvo el Coral romput de Joan Ollé, Un entre tants de Perros Daneses o el Posseu-me les ulleres de Pep Tosar y Evelyn Arevalo.

A Estellés también lo hemos visto en los tebeos (La clau que obri tots els panys), el cuento infantil (La cançò d’Estellés) o incluso las artes plásticas en forma de libro de bibliófilo en el que el artista Jaume Plensa marida el poemario L’Hotel París con sus dibujos y piezas escultóricas. 

Jaume Plensa y su libro-escultura "Hotel París".

Jaume Plensa y su libro-escultura "Hotel París". / L-EMV

Era 1984 y Plensa lee en su sótano-estudio de Berlín un libro que le impacta de tal manera que decide viajar a València y encontrarse con el poeta para transmitirse su admiración. «La visita se convirtió en dos días en los que estuvimos bebiendo, fumando y hablando por la Malva-rosa. Allí entendí la relación extraordinaria del poeta con la vida». No se volvieron a ver pero aquel encuentro marcó a Plensa de por vida.

El poeta de las calles

El «poeta del pueblo», como el propio Estellés se definía, no podía dejar de estar presente también en el arte de las calles. Varios municipios valencianos tienen en sus muros pinturas dedicadas al autor y su literatura. La última, un espectacular mural de 200 metros cuadrados dedicado a la lectura que Xema González (xemayo), Nacho Cano (mawearte) y Alejandro Salanova (sink_growup) han realizado en Tavernes de la Valldigna y donde se lee eso de «Allò que val és la consciència de no ser res si no s’és poble». La del muralismo y Estellés también es una relación de amor recíproco.

Cuenta Jordi Oviedo que el muralista valenciano Josep Renau fue una de las principales influencias que el poeta recibió como base para la creación de su «Mural del País Valencià»: «Renau explicaba que a la hora de preparar sus grandes murales en el espacio urbano, se encontraba con el problema de la “doble imagen” que percibe el espectador: una impresión abstracta de lejos y otra de concreta desde cerca».

«Esta dualidad -continúa Oviedo- también la encontramos transportada a la literatura estellesiana, en el sentido que Estellés propone una obra muy extensa, amplia, un mural en sí mismo, y al mismo tiempo unos poemas que aportan elementos concretos y matices si los leemos de cerca». Y esa dualidad, finaliza el estudioso estellesiano, también le vale para hablar de los valencianos, «de un pueblo que es grande pero es concreto y pequeño en las personas y en los pueblos, ciudades, sierras y ríos que habitan». 

Joan Fuster, Josep Renau y Vicent Andrés Estellés.

Joan Fuster, Josep Renau y Vicent Andrés Estellés. / L-EMV

Suscríbete para seguir leyendo