Roca Rey: "La pureza es la base de todo"

El tirón taquillero del joven espada de Lima ha colgado el cartel de "No hay billetes" para la corrida de toros de Victoriano del Río que lidiará mañana en València. Hacía tres años, pandemia incluida, que no ocurría. El lleno del coso de la calle Xàtiva es la mejor noticia del ciclo josefino

RocaRey sale por la puerta grande de la plaza de toros de València.

RocaRey sale por la puerta grande de la plaza de toros de València. / Joserra Lozano

Jaime Roch

Jaime Roch

Andrés Roca Rey es un joven de 26 años de melena negra, de cuerpo atlético, de sonrisa amable y de mirada profunda. Tiene un ligero acento andaluz en su deje peruano, señal que fija el origen de su nacimiento: Lima. Es tremendamente tímido con los desconocidos, pero su toreo ofrece una poderosa sensación de sinceridad, una alineación cósmica de los planetas. Habla sintiendo ese milagro de estar vivo, ese presente que parece invencible y que es lo único que existe ahora mismo. Su personalidad es un mar de misterio, de ahí su éxito.

Se nota que es un asiduo de los gimnasios por sus músculos bien proporcionados, no tiene ni una gota de grasa en el abdomen. Todas las mañanas entrena y, últimamente, también ha incluido sesiones de fisioterapia por una hernia cervical que arrastra de una voltereta. Cuando tiene el capote en las manos, lo mueve de una manera especial, elegante, armónica. Acaba de regalar dos becerras de Nazario Ibáñez y varios capotes y muletas para los jóvenes de la Escuela Taurina de València y, por la tarde, ha toreado cuatro becerras y un macho de la misma ganadería arropado por toda su cuadrilla y su hermano Fernando, clave en su formación taurina y humana. 

Sus dedos huesudos, con las articulaciones redondeadas, gesticulan cuando habla. No para. Ha hecho campo en Nazario Ibáñez y dos días seguidos en casa de Daniel Ruiz antes de tres compromisos seguidos: mañana en la Feria de Fallas de València, el sábado en la Magdalena de Castelló y el domingo Arnedo, en La Rioja. Delante de las becerras se exige como si estuviera en una plaza de primera. Qué tío. Qué torero.  

Quedan horas para torear en València.

Es la primera plaza de primera que piso en la temporada y es la gran primera toma de contacto con la afición española después de la temporada americana. Llego con nuevas ilusiones y con nuevas metas y, por eso, en València empiezan los sueños más grandes que tengo.

¿Cuáles son esos sueños?

Simplemente, el hecho de torear mejor pero, sobre todo, poder cuajar un toro en el inicio de temporada para que el aficionado empiece a ver mi evolución. Creo que es importante renovarse cada año, aunque sea en pequeños cambios. Porque en esos cambios germinan las grandes transformaciones.

¿En qué sentido?

Quiero torear más asentado. Y, gracias a ello, lograr torear más despacio sin perder el ritmo del muletazo. Es decir, que el muletazo sea lento pero que no aburra. Imagínate lo difícil que es eso. 

El tentadero de Roca Rey en Nazario Ibáñez, en imágenes

Roca Rey en Nazario Ibáñez / Ángel Ferrer

Entiendo.

Ahí se llega con muchísimo esfuerzo, dedicación y sacrificio. Tal y como se consiguen los sueños grandes. Me peleo muchas horas con mi mente para rebuscar en mi interior con el objetivo de encontrar la clave de mi toreo. Al principio, me cuesta y no lo consigo. E incluso me puedo venir abajo. Pero tras esos momentos de dificultad, las encuentro.

El cartel de ‘No hay billetes’ va de su mano.

Sí, me motiva mucho personalmente. Creo que me hace crecer como torero porque te pone las pilas. Saber que hay expectación y con tanta gente joven en los tendidos es precioso

¿Es el torero del siglo XXI?

No lo sé, pero lo que sí te puedo decir es que intento ser yo mismo. Me considero una persona transparente y se me nota si estoy a gusto o cuando estoy mal. A mí me gusta ser así porque realmente no tengo nada que esconder. Me parece que una persona tiene que ir siempre también por derecho sin perder sus valores y yo creo que, al fin y al cabo, en la plaza es lo que intento transmitir.

El tentadero de Roca Rey en Nazario Ibáñez, en imágenes

Roca Rey durante el tentadero / Ángel Ferrer

¿Cuáles son esos valores?

Intento buscar la pureza porque es la base de todo. Es el gran manantial. Pero creo que es un arma de doble filo, tanto como torero como cuando la usas como persona. Sin duda, creo que es lo más bonito que puede tener una persona. A mí me la inculcaron de niño e intento tomarme la vida así.

¿La pureza es verdad?

Sí, claro. Por eso, quizá cueste pagar el tributo con una cornada en la vida, dentro de las relaciones personales, o en el toreo, con una herida. Incluso, con la pureza llegué a sentir miedo y me hizo ver las cosas de otra manera.

¿Si?

Sí, porque los golpes, tanto en la vida como en el toreo, me vuelven más fuerte pero nunca mala persona.

Ahí está la entrega.

En gran parte, la pureza y la entrega yo diría que es lo mismo.

¿Por qué? 

Porque estoy dispuesto a conseguir mi sueño. O más bien, estoy dispuesto a entregar muchas cosas, hasta la propia vida, por conseguir mi objetivo.