Román: "Pamplona es la plaza que más me identifica"

El torero de Benimaclet actúa hoy en la Feria del Toro para lidiar la corrida de toros de Cebada Gago junto a Adrián de Torres e Isaac Fonseca: "Es una fiesta que conecta con mi forma de ser"

Llega dos días antes de torear, pasa el 7 de julio en el tendido de sol junto a las peñas y hoy correrá el encierro junto a los pastores, hazaña que ya hacía en su época Antonio Ordóñez

El torero valenciano, junto a los pastores, antes del encierro de Cebada Gago el año pasado.

El torero valenciano, junto a los pastores, antes del encierro de Cebada Gago el año pasado.

Jaime Roch

Jaime Roch

Pamplona se ha convertido en el epicentro del toro desde el viernes. Cada una de las calles del centro histórico de la capital navarra, desde la cuesta de Santo Domingo hasta la plaza de toros, marcan la geografía de una emoción a partir de las ocho de la mañana. Son 875 metros en total de un encierro que abrasa la conciencia en cada adoquín, en cada zancada para coger toro, y la tiñe de sensaciones inolvidables. Una carrera sagrada que justifica la vida. Porque en ella, por mucho que la pongas en juego, aprendes a vivir un poco más. Porque ningún rito puede expresar tanto en tan poco tiempo como el toreo. Porque correr el encierro, en definitiva, es negociar con la vida. Intentar sentirse más vivo en cada metro porque nos damos cuenta en segundos de todo lo que podemos perder: ¿Cuántos encierros podremos correr de más?

Román Collado, el único torero valenciano anunciado en la Feria del Toro, conoce esas sensaciones a la perfección. Ha corrido los encierros de Garcigrande y Miura en 2015 por la calle Estafeta y también el de Cebada Gago el año pasado: «Paso mucho miedo porque no tengo ninguna técnica para correrlo, pero me encanta», explica a Levante-EMV una de esas noches previas a su compromiso en Pamplona. Vuelve de entrenar de la Casa de Campo, situada en la torerísima Venta del Batán de Madrid. «En mi casa de Albacete no tengo carretón para entrar a matar, pero aquí sí y solo se puede triunfar si se usa bien la espada», expone. «El cuerpo también sabe que toreo en Pamplona y me noto más nervioso porque me imagino en el paseíllo y en el bullicio de la plaza».

Se expresa con seguridad, sin dejar de ser consciente de la importancia de la tarde de hoy: se enfrenta a los toros de Cebada Gago junto al torero de Linares, Adrián de Torres, y al joven mexicano Isaac Fonseca. «Estoy muy motivado porque Pamplona es la plaza que más me identifica, conecta con mi forma de ser. Soy una persona libre, muy salvaje y muy alegre, y esa esencia también la conserva la personalidad de esta plaza de toros».

Román da una vuelta al ruedo el año pasado en la plaza de toros de Pamplona

Román da una vuelta al ruedo el año pasado en la plaza de toros de Pamplona / Levante-EMV

Jesulín de Ubrique fue el último torero que cortó las dos orejas a un Cebada Gago en Pamplona. Fue en 1994, hace 29 años, y durante este tiempo solamente han salido a hombros Pepín Liria (1998) y Octavio Chacón (2018) con una oreja cada uno de estos toros: «Espero entrar en ese ranking», sentencia tras escuchar la estadística. En 2017, Román sufrió una fuerte cogida en una tarde en la que cortó una oreja y el año pasado dio una vuelta tras lidiar a ‘Hábil I’, también de la divisa gaditana, al que toreó con brillantez al natural.

La concentración, clave

El torero de Benimaclet confiesa que necesita meterse en el ambiente de los Sanfermines antes de torear: ayer estuvo con una peña en el tendido de Sol y mañana por la mañana estará con los pastores antes del encierro: «Busco vídeos y traslado mi mente hasta allí para prepararla. Últimamente he visto las faenas de Pepín Liria en 2018 o las de Cayetano en 2019. A mí no me gusta verme», manifiesta.

A la pregunta de si es difícil torear allí, Román explica que es clave no perder la concentración en la plaza de toros: «Puedes pensar que no te están haciendo caso por toda la algarabía de la plaza, pero sí se fijan en lo que haces delante del toro porque hay muy buenos aficionados. Para lograr un triunfo, no hay que perder la concentración y también hay que llegar muy mentalizado, muy metido en el ambiente de allí, por eso llego a la ciudad unos días antes de torear», explica.

La ausencia en Julio

Sus dos tardes en San Isidro se saldaron con una imagen seria, de esas que ganan crédito y dejan poso en la evolución de un torero: «Corté una oreja, pero más allá de eso creo que ofrecí un buen nivel en cada uno de los toros que lidié, tan distintos todos ellos». Con ese triunfo y con el aval de cortar otra oreja en la Feria de Fallas, se ha quedado fuera de la Feria de Julio de València: «Me duele no estar en mi tierra cuando sí que hay motivos para torear. Habrá otros toreros que interesen más, pero yo seguiré por mi camino», concluye.

Por lo pronto, tras Pamplona está anunciado el 15 de agosto en Cenicientos dentro de una Corrida Concurso de Ganaderías con ejemplares de Palha, Prieto de la Cal, Murteira Grave, Araúz de Robles, José Escolar y Los Maños. Ahora dictará sentencia Pamplona, donde la única religión que practica estos días es la del toro.

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