Román, a golpe de corazón

El torero de Benimaclet, que sustituía a José María Manzanares, corta una oreja al mejor toro de una pobre corrida de Juan Pedro Domecq

Jaime Roch

Jaime Roch

Hasta que el maestro de Foios, Vicente Ruiz, «El Soro», no se arrancó en un solo de trompeta desde la meseta de toriles cuando Román cambió el tercio en el quinto, la tarde se despeñaba al precipicio, casi sin fin. La corrida de Juan Pedro Domecq, justa de presentación, se defendía en la muleta por falta de fuerzas en la mayoría de ocasiones y, otras veces, de casta. Pero los remiendos del cartel, que sustituían a Morante de la Puebla y a José María Manzanares, hicieron justicia en la tarde. La entrada en los tendidos, cabría que decir que, en su medida, también. Porque que a las 19 horas, en el largo y cálido verano del toreo, se concentre más de medio aforo de entrada en la plaza de toros de València es un éxito. 

Pero, como decía, el quinto, «Titático», número 72, de 520 kilos, fue el mejor toro de la tarde. Un hermoso negro bragado meano de capa, musculado y armónico, lucía en su expresión el cuajo del cinqueño. De entrada, fue el que mejor se empleó en el caballo -y esto en esta divisa ahora mismo son palabras mayores- y se arrancó con alegría en el segundo puyazo. En el capote del banderillero valenciano César Fernández no acabó de humillar, pero se desplazó con largura. Tras escuchar la trompeta de «El Soro», el torero de Benimaclet brindó al público y se echó de rodillas en la boca de riego. El toro, que se arrancaba tan pronto como un guepardo -el animal terrestre más rápido del mundo-, se fue detrás de la muleta de Román al galope, con la misma alegría con la que se arrancó en el tercio de varas. «Titático» no dejaba de embestir con extraordinaria profundidad y clase, sobre todo, por su gran pitón izquierdo. 

Así que el diestro valenciano, que sustituía a Manzanares, aprovechó la larga arrancada del animal en los medios para dejarle la muleta muerta en el hocico y tirar de él en la medida que el toro le aguantaba. Acertó en las alturas y en las distancia y, a golpe de vitalidad, le cortó la única oreja que se paseó en la primera corrida de toros de la Feria de Julio. Porque toreó a golpe de corazón, que es donde verdaderamente crece Román. Y tampoco pareció acusar el peso de una plaza de primera contratado unas horas antes. Y es que el director general de Espacios Nautalia 360la marca de Nautalia Viajes para la gestión integral de cosos taurinos, Rafael García Garrido, llamó a Román justo antes de la presentación de los carteles de la Feria de Julio para apalabrar la sustitución de José María Manzanares si finalmente no llegaba a estar disponible, tal y como ocurrió. Y cumplió con su palabra. Que en estos tiempos, es noticia.

Así que asumió el compromiso con naturalidad y sin achicarse, cuestión clave en un torero para las ferias. Román vino con el propósito de triunfar y triunfó con la fuerza de su voluntad. Un final de cercanías, montado encima del toro en una proximidad extrema, rematado con unas manoletinas impertérritas y una gran estocada, pusieron el trofeo en su mano. La estocada fue de ley por colocación y ejecución. Y aleja cualquier tipo de fantasma pasado, ese que creció en la gravísima cornada de Las Ventas.

En su primero, que fue donde destacó con nota, se mostró mucho más suelto, con las ideas mucho más claras, reposado y seguro. Pero pinchó y se esfumó cualquier posibilidad de trofeo.

Román corta una oreja y Rufo destaca en la primera corrida de la Feria de Julio

Román corta una oreja y Rufo destaca en la primera corrida de la Feria de Julio / LITUGO / NAUTALIA

Rufo, gran evolución

Tomás Rufo fue el otro nombre destacado de la tarde. Dio el paso adelante en todo momento y salió más que reforzado. Porque el torero de Pepino (Toledo), que sustituía a Morante, no retrocede en sus avances, se muestra cada vez más aventajado, crece y se mantiene leal a sus formas clásicas. Sobre todo, por la hondura que mostró en dos toros nada fáciles, vacíos de contenido y fuerzas. Pero el fallo con los aceros le quitó cualquier posibilidad de triunfo. Una mención superior merece el saludo capotero al sexto, por templadísimos delantales, con un broche a una mano, como si torease al natural. Y, en ese toro, también fue extraordinario el par de banderillas de Fernando Sánchez, un torero de plata que puso la plaza en pie.

Julián López 'El Juli' tiró de oficio y también del cartel tras quedarse sin el calor de las otras figuras. De las que no se notó su ausencia. Ni tampoco en la taquilla. 

Suscríbete para seguir leyendo