Un traje predestinado al triunfo

A Manuel Granero, uno de los mayores exponentes de la tauromaquia valenciana, siempre nos lo imaginamos con un vestido celeste con bordados en azabache, un terno con el que conquistó alguno de sus mayores triunfos

Granero retratado por Genaro Palau en 1921 con el traje azul celeste y azabache

Granero retratado por Genaro Palau en 1921 con el traje azul celeste y azabache / Archivo Pedro Casado Martín

Pedro Casado Martín

El próximo 10 de marzo, Román Collado, el último eslabón de la tauromaquia valenciana, se enfrentará a uno de los retos más importantes de su carrera profesional, ya que, para celebrar su décimo aniversario de alternativa, se encerrará con seis toros de distintas ganaderías ante sus paisanos. Es el primer torero que lo hace en la Feria de Fallas y, la tarde se avecina como todo un acontecimiento y un sentido homenaje a València. Entre las iniciativas que ha preparado, estrenará un traje confeccionado para la ocasión, con inspiración granerista, concretamente en clara alusión al traje predilecto del torero violinista: un celeste bordado en azabache.

Este traje, Manuel Granero lo estrenó a principios de temporada en 1921 y alguno de sus más resonantes éxitos de matador de toros lo obtuvo en tardes en las que usó este vestido de torear. Debido a ello, el traje en cuestión se convirtió en el preferido del torero, como así lo hace constar en algunas cartas dirigidas a su tío (y representante) Paco Juliá y, junto a la muleta que lo acompañó en su época de novillero y que había pertenecido previamente a Ricardo Torres «Bombita», fue uno de los objetos fetiches para el torero, una especie de talismán de la suerte.

Es complicado componer, para los aficionados que gustan de la estadística, un completo y documentado cuadro de las numerosas ocasiones en que lo lució a lo largo de su agotadora campaña de 1921, en la que contrató más de cien corridas y llegó a torear más de noventa. La mayoría de los cronistas de dicho año no recogían en sus reseñas cómo vestía el matador. Sin embargo, seguramente por el gran resultado artístico de las tardes, sí que existe constancia en algunas de ellas, y con seguridad podemos afirmar que lo lució en lugares tan diferentes como Jerez, Alicante, Bilbao, Madrid, València, Córdoba, Barcelona o Burgos.

"El trono está ocupado"

Por su importancia, hay que destacar que fue el vestido elegido por el torero en la tarde que se consagró como la máxima figura del momento, el 17 de mayo de 1921 en Madrid. Aquel día, un jovencísimo torero, acompañado en el cartel de Chicuelo y Varelito (es por ello que el cartel se conoce como el de los tres Manueles) y con reses de Santa Coloma en los corrales, encandiló a la cátedra madrileña, que ese día abarrotaba el antiguo coso de la Carretera de Aragón. Una oreja cortó Granero a su primer astado, pero, la apoteosis llegó con su segundo animal, que atendía al nombre de «Malacara», al que le cuajó la mejor faena de su carrera. Épica y arte se conjugaron en la misma, en la que el matador, tal y como recogen las crónicas, estuvo cumbre en el recibo capotero, banderilleó con gran solvencia, resulto cogido y, con una valentía asombrosa, cuajó una faena perfecta con la muleta. Abandonó la plaza a hombros y, el titular de la crónica del diario La Libertad, en relación al trono vacío que dejó Joselito, recogió la opinión unánime de los aficionados: «El toreo tiene nuevo rey. El trono está ocupado».

También lo lució en Madrid el 17 de septiembre de 1921, el día en el que concedió su primera y única alternativa, a Valencia II y en el que un toro, «Tiradito» de Narciso Darnaude, le arrancó la manga derecha de la chaquetilla de un pitonazo y le propinó un fuerte varetazo en la cara, dejando una de las imágenes más impactantes que se recuerdan del diestro. A ese toro también le cortó una oreja.

Granero, ataviado del traje celeste y azabache , realizando el pase de la firma (Serrano - 1921)

Granero, ataviado del traje celeste y azabache , realizando el pase de la firma (Serrano - 1921) / Archivo Pedro Casado Martín

En su tierra natal, Granero vistió el traje en alguna de las corridas de la Feria de Julio de ese año (feria que pasó a los anales como la Feria de Granero) y en un día a destacar, por la similitud con el acontecimiento que va a revivir el vestido de la mano de Román: una encerrona con seis toros. El 16 de octubre de ese mismo año, se enfrentó el joven torero con seis toros de Albaserrada, ante los que estuvo incansable, cuidando y tratando de forma variable todas las lidias y afrontando la tarde con desbordante alegría y prodigio de facultades. Con el capote ejecutó toda la gama del variado toreo de entonces y con las banderillas, muleta y espada hizo honor a su puesto de primera figura. La corrida, según las crónicas, duró aproximadamente una hora y media, en las que Granero despachó seis toros de seis estocadas, dos pinchazos y un descabello y, cortó cinco orejas y dos rabos. Como cabría esperar, el torero fue llevado a hombros hasta su domicilio ante una multitud enfervorizada.

La pintura de Ruano Llopis

Por último, añadir también que con este traje quedó Granero inmortalizado en las pinturas más famosas dedicadas a su persona, como, por ejemplo, la de Carlos Ruano Llopis que lo representa ejecutando el pase de su invención. La luminosidad cromática de la obra, en la que toma protagonismo el celeste del traje, nos recuerda a los risueños cielos sin nubes de un mayo primaveral. También lo retrató con este traje Genaro Palau en 1921 en una triunfal vuelta al ruedo en València.

Algún sagaz cronista taurino de la época ya lo bautizó como «el traje de los triunfos». Granero, de azul celeste y negro, sigue toreando todas las primaveras valencianas en el recuerdo de los buenos aficionados; ahora, le toca a otro torero valenciano hacerlo, al que toda la afición valenciana espera con ilusión el 10 de marzo y al que, ojalá, la buena suerte que se le presupone al traje lo acompañe.

Suerte, Román.