Roca Rey: "En mi libertad está gran parte de mi felicidad"

El joven peruano es la base de la Feria de Fallas tras asumir el compromiso de torear dos tardes consecutivas: sábado 16 y domingo 17 de marzo, día que ya ha puesto el 'No hay billetes' en taquilla: "València conecta con mi forma de ser"

Andrés Roca Rey posa para la entrevista en un espacio de Sevilla donde entrena de salón

Andrés Roca Rey posa para la entrevista en un espacio de Sevilla donde entrena de salón / Joserra Lozano

Jaime Roch

Jaime Roch

Para Andrés Roca Rey, estar en el alambre es vivir. El resto es esperar. «Me gustan los límites», sonríe suavemente. Sus pupilas, que acaban siendo marcas rúbricas de sus hitos, no reflejan miedo cuando lo miras cara a cara, aunque la plaza de toros València lo espere con ansiedad. Lo aguardan como a un hijo predilecto porque ha salido todos los años por la puerta grande desde que tiene en su haber el título de matador de toros.

Su valor es el pedestal sobre el que se basa todo lo demás, es decir, absolutamente todo su concepto del toreo. Pero, aunque lo parezca, su valor no es una constante, sino que está respaldado por su estado de ánimo, por su fuerza de voluntad, su conocimiento y, en definitiva, por su vocación por ser torero.

¿Es feliz?

Sí, claro.

¿Qué es la felicidad para usted?

Es el resultado de muchas cosas, pero creo que todo empieza en la libertad que tiene uno como persona, como profesional, como torero, en definitiva. Es el hecho de tomar tus propias decisiones y hacer lo que quieras. Creo que en mi libertad está gran parte de mi felicidad, porque es la libertad la que te lleva a la felicidad. Es así de simple.

¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?

Creo que no existe la felicidad perfecta. Porque la felicidad es la consecuencia de llevar la vida en paz y con orden, enfocado en todo momento a aquello que quieres lograr como torero y, por consecuencia, como persona. Por eso, la felicidad también es la consecuencia de llevar esa vida profesional con disciplina.

Habla con la máxima concentración en su objetivo: su ambición por ser -o más bien, seguir siendo- el número uno en la tauromaquia actual. Los intervalos, las pausas, los paréntesis que jalonan la conversación denotan esa responsabilidad, ese vértice que supone la ambigua seducción de ser la máxima figura del toreo. En su plenitud de 27 años y nueve temporadas de alternativa, ningún torero en activo llena como él y, la prueba de ello, es que ya ha puesto el 'No hay billetes' en la Feria de Fallas el domingo 17, tarde que torea junto a José María Manzanares y Alejandro Talavante y se enfrentará a los ejemplares de Jandilla. Un día antes torea junto a Sebastián Castella y Pablo Aguado frente a los toros de Victoriano del Río. «No sé si en alguna de las dos tardes de Fallas estrenaré nuevo vestido porque no sé si el sastre me lo tendrá preparado. Hay veces que tardan hasta un año en hacerme uno nuevo, pero yo ya los he encargado. El azul noche es el color que más me gusta para vestirme de torero por cómo resalta el color con el oro, pero es una tela muy difícil de lograr porque casi nunca hay en el sastre. Quiero decir, hay otras tonalidades de azules como el azul marino y otro tipo de azules oscuros, pero ese azul casi negro me cuesta de encontrar», destaca.

Su andar, de largos pasos, parece ensayado por la musicalidad que desprenden sus pisadas. Pasea por el centro de València y las cabezas de la gente se vuelven para mirarlo. Sonrientes, con los ojos brillantes se giraban hacia él y le pedían una foto. Y lo miraban como si les pareciese enormemente alto y más flaco de lo que habían creído hasta entonces. «Gracias, muchas gracias», respondía él mismo con una sonrisa que les erizaba los nervios después de fotografiarse, como si se excusase por no poderles dedicarles más tiempo: «Siento que los valencianos me quieren mucho y, por eso, he accedido a torear dos tardes», anuncia.

Por encima de todo, Andrés es consciente de que ningún torero es capaz de cruzar esa frontera de la vida que supone el ruedo sin asumir el riesgo de morir: «El miedo a la muerte se supera tras sobrepasar los demás miedos», señala en medio de la conversación.

Los miedos

Los otros miedos a los que se refiere y que debe de superar durante una tarde de toros son el miedo escénico, el miedo a la propia responsabilidad de la plaza y las ferias y el miedo al toro. Roca Rey es un torero que, ante su propio yo, es de una sinceridad absoluta. El miedo, según cuenta, es sentir de nuevo esa punzada caliente en la boca del estómago que cada tarde, a eso de las cinco, resulta más familiar. «Mi mayor miedo en la vida es perder a gente querida», resalta.

El maestro Rafael El Gallo ya lo dijo: «Cada torero debe ir a la plaza a decir su misterio». La frase encierra una gran verdad artística. Y Andrés habla seguro de su verdad, sin esa presión -ni moral y ni física- que tendría cualquier otro mortal en su piel: es el gran protagonista de la Feria de Fallas. Volver con dos tardes consecutivas a València es un empeño de titán. A veces, durante la conversación también el silencio es una respuesta a su manera.

Su cuerpo, finísimo, nota la tensión que ya despunta por el horizonte en un año de vértigo. Su concentración de cara al inicio de temporada es máxima. Como si el toreo le tuviese absorbido. Porque vive por y para él y todo lo demás está en un segundo plano. Incluso las redes sociales, donde se levanta como uno de los toreros más influyentes entre la juventud. Entrena seis días a la semana, con un preparador físico al menos tres días, y solamente los domingos descansa, aunque todo depende si va a tentar. Sin dejar de lado su estricto control en la comida, a base de dieta blanda y pescado blanco aunque no olvida los manjares preferidos de su tierra: el ají de gallina y los tequeños, que define como «una especie de croquetas de aquí». Eso sí: su mayor insistencia ahora mismo es seguir buscando, ahondando, perfeccionando su concepto con el toreo de salón.

Roca Rey en la pasada Feria de la Magdalena de Castellón

Roca Rey en la pasada Feria de la Magdalena de Castellón / EFE

¿Qué supone torear en València?

Para mí, como para todos los toreros, es una plaza importante al ser de primera categoría y, al ser también, la primera feria de primera categoría de toda la temporada. Para mí supone mucha responsabilidad, presión, miedo también, pero mucha ilusión.

¿Cómo se prepara?

Entrenamiento y mucha mentalización. No hay otra fórmula.

¿Qué significa la ciudad para usted?

El clima de València me encanta. Es bastante primaveral, pero ya verás qué calor hará en la Feria de Fallas. La ciudad también me gusta bastante. Es una de las que más me gusta de España porque conecta con mi forma de ser, sobre todo, por las Fallas. Nunca las he visto quemar, pero son una fiesta que me identifica por su fuego, por su pasión, por su expresividad y ese argumento salvaje que desprende la fiesta en su conjunto con los petardos, sus monumentos, su gente... Tenemos pendiente ver una mascletà juntos porque todavía no he visto ninguna. Y la playa sí que la conozco.

¿Hay algún rasgo que no le guste de su persona?

Quizá, mi timidez. Pero tampoco la veo como un aspecto negativo porque es mi forma de ser y soy algo reservado. Quiero decir, que así me quedo para mí las cosas y nadie tiene por qué enterarse de lo que pienso y de lo que me gusta.

Dígame un rasgo que no le guste de los demás.

Que no sean de verdad. Que no vayan de frente.

¿Qué talento le hubiese gustado tener?

Saber cantar bien. Me gusta cantar por rancheras y ‘El Rey’, de José Alfredo Jiménez, es una buena canción para cantar.

¿Cuál es el último concierto al que ha asistido?

Si no recuerdo mal, solamente he ido a tres conciertos en mi vida. Pero recuerdo el primero al que fui, que fue uno de Alejandro Sanz y me quedé maravillado, y también el último al que he asistido, uno de Joaquín Sabina.

¿Cuáles son sus canciones favoritas?

‘Desde cuándo’, de Alejandro Sanz; y ‘El joven aprendiz de pintor’, de Joaquín Sabina.

¿Un olor que no olvida?

Me gusta el olor a playa. En verano, ese olor rico a humedad me encanta.

¿Cuál es el lema de su vida?

Hay un dicho que escuché un día y decía: «Es agradable ser importante, pero más importante es ser agradable». Y, desde niño, lo llevo a gala porque me gusta mucho.

Suerte, Andrés.

Muchas gracias.

Es pasada la medianoche. Roca Rey se marcha a dormir. No quiere perder ni un solo minuto de entrenamiento a pesar de estar solamente 24 horas en València.