Roca Rey, un volcán de emociones

El joven peruano corta tres orejas y firma una faena descomunal frente al tercero de la tarde, de nombre "Leguleyo", un toro de Jandilla premiado merecidamente con la vuelta al ruedo 

Fue llevado en hombros al hotel tras salir por la puerta grande

València aclama a un descomunal Roca Rey, que corta tres orejas en la Feria de Fallas

J. Roch

Jaime Roch

Jaime Roch

La plaza bramó de emoción como nunca lo había hecho hasta ahora en todas las Fallas. Fue en el tercero de la tarde, de nombre "Leguleyo", número 67, castaño en chorreao, y saltó al ruedo pasadas las seis de la tarde con la guapeza de su estampa. Y a partir de ahí todo rodó cómo mandan los cánones en una gran tarde de toros. Con la bandera del milagro del toreo. Que no es otro que el milagro de la emoción más pura

Porque no hay que olvidar que la emoción es una derivación sensitiva, donde se instala el andamiaje del toreo, ese veneno que concierne a una gran faena como la de Roca Rey al tercero y merece el don de la supervivencia en la memoria de las más de once mil personas que acudieron a verle.

Y ahí en el centro del ruedo estaba plantado Andrés tras brindar al público. De rodillas, sin moverse y con el aguafuerte del toreo entre sus manos. La tanda de rodillas ya fue extraordinaria, con un cambio de mano hondo, largo. 

El animal respondía a más en todo momento. La papeleta era gorda, pero el joven peruano, impávido con la mirada, lanzando desafíos, se mostró impasible ante la amenaza del gran toro de Jandilla. Todo estuvo prendado por esas leyes atávicas escritas en el idioma de los dioses y conservadas en el interior del corazón del peruano: la pureza de su entrega, la misma con la que logró tres series al natural cumbres que pusieron a los tendidos del revés. 

Su valor fue capaz de atemperar el avance del fuego de la bravura y, con las plantas hundidas en la arena, su base monolítica y con el cite de largo, dejó otra tanda larga de muletazos por el pitón derecho que fue un volcán en erupción. Cada vez más hondas y con la mano a ras de suelo. Pero es que el toro seguía respondiendo a más de manera incansable. "Leguleyo" fue definitivamente extraordinario en la muleta por la clase que derrochó por los dos pitones y la duración que tuvo. Reunió muchas de las virtudes de lo que supone la bravura en sí mismo hoy en día como la prontitud, la fijeza, la profundidad… la emoción en la manera de humillar desde el primer minuto y la forma de coger los engaños con la flexibilidad de todo su cuello. 

El diestro de Lima enjareta un pase de rodillas al ejemplar de Jandilla premiado con la vuelta al ruedo, de nombre «Leguleyo».

El diestro de Lima enjareta un pase de rodillas al ejemplar de Jandilla premiado con la vuelta al ruedo, de nombre «Leguleyo». / EFE

No solamente en la faena hubo valor, que es el centro de la piedra donde brota el manantial de su toreo, también mucho toreo. Ese que le ha hecho ser el número uno con un concepto reflectante y luminoso, nada opaco, que llega al público directamente como la mascletà del mediodía. Tres circulares ligados coronados con un cambio de mano levantaron al público de los asientos. Hubo una fuerte petición de indulto y, tras desatenderla correctamente el presidente, dejó un espadazo efectivo. El toro tuvo una muerte solemne en los medios, justo donde había empezado la faena Roca Rey. La locura fue colectiva. Y con razón. El presidente asomó tres pañuelos del tirón: dos orejas para el torero y la merecida vuelta al ruedo póstuma para el toro

El clamor se apoderó de los tendidos y es que la comparecencia de Andrés Roca Rey en la Feria de Fallas de este año, tan llena de esperanzas, con tanta expectativa a su alrededor, fue balsámica: segunda tarde seguida y segundo "No hay billetes" consecutivo. Una ciudad en fiesta consecutivamente entregada al toreo, aunque los nuevos justicieros se desvivan en vano por corregir la irredimible realidad. Dos llenazos, dos. Y es que sobre Roca Rey recae el péndulo respiratorio del toreo, establecido como una pulsación de felices augurios de cara al futuro de la fiesta en València. 

Así que ver la bellísima y asolerada plaza de la calle Xàtiva abarrotada de público como antaño un día más de barreras a andanas -o hasta las nayas, como se trata en el caso de València- reactivaba la memoria y la llevaba directamente a las tardes grandes que ha vivido la historia de la plaza. Otra jornada de ambiente festivo y jubiloso y habría que preguntase qué espectáculo concentra los días grandes de Fallas algo más de 40 mil personas. Un Mestalla entero en los toros en dos días. Y en el sexto, que Roca Rey brindó a Quique Dacosta, también le arrancó la oreja con la determinación y el aguante que le caracteriza. Se marchó a recibirlo a la puerta de chiqueros.

Andrés Roca Rey pasea las dos orejas de "Leguleyo", el toro de Jandilla

Andrés Roca Rey pasea las dos orejas de "Leguleyo", el toro de Jandilla / EFE

José María Manzanares cortó una oreja en el primero tras una faena que tuvo categoría por expresión, hondura y, sobre todo, temple. Alejandro Talavante chocó con el peor lote. 

Así que se el joven peruano se marchó aclamado como el capitán general del toreo en València. El emperador, o algo así. En otras palabras: el puto amo. Y lo sacó en hombros su amigo Tomás Páramo entre el clamor de la gente, como si un vuelo de campanas de cristal sonasen vivamente para anunciar al nuevo rey. Un cielo azul noche, limpio y radiante de luna, lo abrazó como lo abrazó esa plaza de València llenísma y lo ha visto salir por la puerta grande todos los años que ha hecho el paseíllo. El pueblo taurino se había echado a la calle para clamar al nuevo Cid Campeador del toreo, llamado Andrés y no Rodrigo. Y lo llevaron a hombros hasta el hotel entre tracas y vivas.