Borja Jiménez y su obsesión con el toreo de salón: "Llevo mi cuerpo al límite"

El torero sevillano, que hoy debuta en la Feria de Fallas, pasa parte del día entrenando con su apoderado Julián Guerra: "Son muchas horas, pero mi cabeza está plenamente tranquila"

Borja Jiménez, en un desplante en la plaza de toros de Las Ventas

Borja Jiménez, en un desplante en la plaza de toros de Las Ventas / Levante-EMV

Jaime Roch

Jaime Roch

Borja Jiménez vive sin descanso atrapado por el toreo, impulsado por ese interrogante hambriento que se abre de par en par ahora mismo en su vida: está en todas las ferias tras ser el torero revelación de 2023 gracias a la puerta grande de Las Ventas de Madrid en la Feria de Otoño: «Me gusta la presión, es importante para un torero porque es señal de ferias importantes y plazas grandes llenas», anuncia. De hecho, esta tarde realiza el paseíllo en la Feria de Fallas al lado de Cayetano Rivera Ordóñez y Juan Ortega: «Torear en València es cumplir un sueño, mi hermano Javier me ha dicho que la plaza de toros de València tiene un público que se entrega en rápidamente a tu faena».

La importancia de Julián Guerra

Casi todas las horas del día -por no decir todas- las dedica a su profesión, sin apenas descanso, después de pasar esa etapa tenebrosa del ostracismo años atrás, desde que tomó la alternativa en 2015 de manos de Espartaco: «Estoy muy feliz porque estar en las ferias es lo que he soñado toda mi vida. No he parado en todo el invierno, creo que llevo una buena preparación», señala al otro lado del teléfono Borja Jiménez. Viene en el coche de torear de salón con Julián Guerra, el apoderado que lo rescató hace algo más de un año para lanzarlo a las ferias. Un día de antes estuvo en La Palmosilla -ganadería de Tarifa (Cádiz)- de tentadero y, tras casi siete horas de coche (unos 670 kilómetros) regresó a Salamanca y volvió a torear de salón: «Toreo de salón unas tres horas por la mañana y, por la tarde, otras dos más a no ser que haya campo. Si lo hay, cuando entreno de salón antes de ir al tentadero y, depende de cómo haya salido, casi siempre volvemos a entrenar después», señala. 

Borja Jiménez sale por la puerta grande de Madrid tras su triunfo en la Feria de Otoño

Borja Jiménez sale por la puerta grande de Madrid tras su triunfo en la Feria de Otoño / Levante-EMV

¿No se aburre de torear de salón? «Hay que tener el cuerpo educado para, después delante del toro, concentrarse en la embestida y que todo fluya más fácil. Son muchas horas y llevo mi cuerpo al límite, pero mi cabeza está plenamente tranquila». Sobre en qué le insiste Julián Guerra, asegura que en los diferentes tipos de toques que hay que darle a la muleta dependiendo de cómo embista cada toro: «Buscamos muchas maneras de torear distintas». En ese sentido, el torero profundiza en lo que le ha aportado el torero salmantino que ejerce hoy las labores de apoderamiento: «Julián me ha ayudado mucho a conocer más las embestidas para que luego me sirvan más toros».

Ese trabajo diario, de horas de salón y visionado de festejos repetidos, se basa, según cuenta, en analizar toda la corrida de toros desde que sale el toro para ver todos los movimientos que tiene: «La corrida de Victorino de la Feria de Otoño ya la vimos repetida esa misma noche mientras cenábamos los dos en la habitación. Siempre hay que estar pensando en el toro sin ninguna otra distracción y dedicado plenamente a tu profesión para lograr ser ese torero que quiero ser».

Las fuentes

¿Y cuál es ese torero? «Ser un torero completo. Para ser figura del toreo te tienen que servir la mayoría de los toros». Y para llegar ahí, sus referentes son claros: el maestro Manzanares padre, Espartaco y El Capea fundamentalmente, pero también se fija en el encaje del muletazo de Julio Robles, en las presentaciones del maestro Antoñete, en la elegancia a la hora de andar de El Viti y la expresión de Antonio Ordóñez: «El concepto de Manzanares padre lo tiene Julián metido en la cabeza porque pasó mucho tiempo a su lado y los dos coincidimos en que es uno de los toreros más completos que ha habido a la hora de torear bien. En él me fijo, fundamentalmente, en ese encaje a la hora de citar un animal. Sobre todo, en cómo le da el pecho y cómo acompaña a los toros con toda la cintura y con todo el cuerpo», concluye.

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