Sevilla sueña el toreo

Diego Urdiales, Borja Jiménez, Daniel Luque y Juan Ortega ponen las cotas artísticas más altas de estos últimos días en la Feria de Abril 

Manuel Escribano ofrece una lección de dignidad torera

Urdiales, en un extraordinario derechazo en Sevilla

Urdiales, en un extraordinario derechazo en Sevilla / EFE

Jaime Roch

Jaime Roch

La emoción del toreo en Sevilla es única. Ese andamiaje misterioso de sensaciones, de emociones, de sentimientos que, para no confundirnos, llamamos pasión por el toreo y que en la Real Maestranza se multiplica y adopta la categoría superior del arte

Aquí el toreo obedece a una sensibilidad, pero también a un estilo, a un impulso, a un método, a un relámpago imaginativo y sentido, a algo que va más allá de la técnica, del oficio y conecta con la cara oculta de una irrepetible experiencia de la vida.

Por eso, interpretar esa pasión del toreo en Sevilla es definirla libremente y hasta instintivamente, de acuerdo con esa infracción de la lógica, de la raíz más pura y sugerente que es el sentimiento por el toreo. Un sentimiento que no se encorseta, que no se pone entre rejas y que allí, en el albero maestrante, se le da rienda suelta.

Porque el toreo en Sevilla bucea en su propia memoria hasta encontrar esa preeminencia, esa superioridad expresiva que alimenta y alienta para siempre a cualquiera.

Urdiales, torería lunar

Urdiales realizó uno de los toreos más templados y hondos de la Feria de Abril. En cada embroque del maestro de La Rioja latía la belleza del toreo para guardarlo en el cofre del tesoro de la memoria. La hondura global de sus muletazos, el pulso privilegiado de sus muñecas, el toreo tan en las yemas y tan en la muñeca. La naturalidad en la postura y la pureza en todo

El temblor poético de su tauromaquia, la torería lunar de su expresión, entraron en la patria de la memoria y cortó una oreja el viernes.

Daniel Luque, ese mismo día, abrió una Puerta del Príncipe excesiva, pero cuando de verdad mostró toda su capacidad fue el lunes, cuando demostró una manera de estar, pensar y saber plantear la faena a un toro dificilísimo, prácticamente rajado. De las faenas suyas que merecen el máximo reconocimiento por la categoría que ha demostrado.  

Extraordinario derechazo de Juan Ortega en Lunes de Feria

Extraordinario derechazo de Juan Ortega en Lunes de Feria / E.Press

El sábado, Manuel Escribano ofreció una lección de dignidad torera que será recordada con el tiempo tras ser herido y cortar dos orejas a un victorino. Ese día, Andrés Roca Rey debutó con la divisa de los grises y tuvo una tarde extraordinaria, especialmente en el cuarto. Mando, temple, colocación, sitio, la suerte cargada. Sevilla no lo quiso ni ver. Y pitando.

El barroquismo de Ortega

Borja Jiménez también toreó con categoría al natural a un victorino de buena clase. Rota la cintura, largo y suave en el trazo, hundidos los talones en la arena y la embestida llevada hasta detrás de cadera, con una extraordinaria pureza.

Y Juan Ortega se encumbró el lunes... Los códigos expresivos de su tauromaquia son deliciosos. Tanto en términos de sensibilidad como de barroquismo sustancial, sin igual.

Uno no sale indemne de las tardes de toros en Sevilla: después de ese esplendor, uno ya sabe lo que puede dar de sí el mundo en la primavera de la Feria de Abril. Aquí llegas a poseer por segundos un entendimiento sobre los secretos que gobiernan el universo eterno de toreo.

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