Ponce, el regreso del maestro inalcanzable

 El torero de Chiva vuelve a hacer el paseíllo esta tarde en la plaza francesa de Nimes después de su retirada en 2021

Enrique Ponce, antes de hacer el paseíllo en San Sebastián.

Enrique Ponce, antes de hacer el paseíllo en San Sebastián. / EFE

Jaime Roch

Jaime Roch

Enrique Ponce, el maestro del récord, el torero que pulveriza todos los registros, volverá a vestirse de luces esta tarde después de que el 28 de junio de 2021, en vísperas de torear en Burgos, anunciara para sorpresa de todos que se retiraba de los ruedos “por tiempo indefinido”.

En la plaza francesa de Nimes, dentro de la Feria de Pentecostés, en el marco singularísimo de su Coliseo romano y gracias al poder de convicción de Simón Casas, el torero de Chiva iniciará su particular temporada de despedida. Hará el paseíllo junto a Alejandro Talavante y el joven torero David Galván, al que confirmará la alternativa frente a toros de Juan Pedro Domecq. A partir de ahí, arrancará una gira de despedida que no superará las 20 tardes y tendrá su punto y final en el coso de la calle Xàtiva el próximo 9 d'Octubre. Para la ocasión, Ponce dará la alternativa al joven novillero de AlgemesíNek Romero, en un cartel que completará el torero extremeño Alejandro Talavante con toros de Juan Pedro Domecq y Domingo Hernández.

Las fechas

Después de torear en Francia, llegará el Corpus de Granada el próximo jueves 30, la Feria de Hogueras de Alicante el domingo 23 de junio y regresará a Burgos -la feria que se quedó sin verlo por su retirada en 2021- el lunes 1 de julio. A partir de ahí, toreará en la Feria de Santiago de Santander, Algeciras y Dax (Francia) y, aunque los carteles aún ni están confeccionados ni oficializados, Ponce se despedirá de la afición de Madrid durante la Feria de Otoño.

En su larga carrera, a pesar de su juventud, el torero de Chiva ha recibido meritorios premios como la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, en 2007, siendo el primer matador de toros en activo que consigue dicho galardón; el título de académico en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, siendo el primer torero que lo recibe; y en 2017, obtuvo el Premio Nacional de Tauromaquia, concedido por el Ministerio de Cultura de España y que recientemente se ha eliminado.

La trayectoria profesional de Enrique Ponce no tiene comparación en la historia de la tauromaquia. Durante diez temporadas seguidas, de 1992 a 2001, toreó más de cien corridas, un auténtico récord. Y. durante más de 30 años en activo de manera ininterrumpida, ha superado los 2.000 festejos y las 5.000 reses toreadas.

Un maestro inalcanzable

El adiós de Enrique Ponce es la despedida de un diestro antológico, de una figura de época que se retira con unas cifras apabullantes. Aquel joven niño que inspirado por su abuelo Leandro comenzaba en su Chiva natal una carrera legendaria que le llevaría a los grandes ruedos nacionales e internacionales, dejaría en su tierra un registro inalcanzable. Se despide con 37 puertas grandes en la plaza valenciana, un registro épico e inédito, una prueba manifiesta del mayor honor para un torero que alcanzó las 119 orejas en casa.

Desde que apareciera por primera vez en el ‘cap i casal’ en una becerrada en un Domingo de Ramos del hoy lejano 1982, Ponce hizo en las corridas de su tierra realidad miles de sueños, los de aquellos que de forma deslumbrante guardaban como recuerdo imborrable cada uno de sus logros que le llevaron a salir, también por la puerta grande, en el gran escenario español, el de Las Ventas. Pero su leyenda venía fraguándose de mucho antes.

Durante la década de los 90, el torero valenciano convirtió la excepción de los números en virtud. Más de cien corridas anuales solo entre España, Francia y Portugal, un número solo superado por el de orejas que cortaba, le colocaron en un escalafón que quedará para la posteridad.

Porque tras una década de grandes y numerosas tardes, el nuevo milenio le traería cifras más bajas en número, pero no por ello una calidad menos exquisita en cada una. Se convierte en el sello de un diestro que se encuentra en su cénit, inagotable en un crecimiento que no cesa.

Pero su toreo aún encontraría un nuevo lugar de conquista al otro lado del charco. La fecha se grabaría a fuego: 6 de noviembre de 2005. En el coso de Insurgentes, la plaza más grande, Ponce culmina un año mágico con cuatro orejas y un rabo. Menos de un año después, es la Maestranza sevillana la que se rinde a los pies de un torero imborrable para la eternidad en la que siempre quedará su arte y sus cifras, inalcanzables.

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