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"Hemos sido educados en roles de género rígidos"

Juan Antonio Rodríguez estudió tras la crisis que los hombres que se quedan en casa descubren que el trabajo de cuidados les gusta

Juan Antonio Rodríguez del Pino, en una conferencia de la UV. Levante-EMV

En la crisis de 2008 decenas de miles de albañiles perdieron el trabajo. Ellos se quedaron en casa y ellas tomaron las riendas de la economía familiar al completo con su sueldo. Los roles de género acabaron invertidos de manera forzada. En este contexto desarrolló su tesis Juan Antonio Rodríguez del Pino, profesor del departamento de Sociología y Antropología Social de la Universitat de València (UV). Decidió entrevistar a todos estos trabajadores en paro de sectores muy masculinizados para descubrir si, con el desempleo, habían asumido las labores reproductivas del hogar. Y aquí fue cuando llegó la sorpresa. «A muchos hombres les gustó».

En sus entrevistas cuenta que uno de los exalbañiles llegaba preocupado porque había tendido las sábanas y se había puesto a llover. «¿Te das cuenta de que esto antes ni te lo planteabas?», le dijo.

«Tradicionalmente los cuidados han sido vistos como algo desagradable o impropio de nosotros, pero hay que empoderar al hombre en el valor de los cuidados, que lo vean como algo positivo. Y utilizo ‘empoderar’ porque la sociedad no valora el trabajo de cuidados como algo esencial, que lo es», explica Rodríguez. Cuenta que los entrevistados «decían que les gustaba mucho cuidar, porque habían descubierto muchas facetas de sus hijos o de sus padres que no podían disfrutar cuando tenían su trabajo remunerado, y eso es algo que agradecían».

«No hemos asumido que los hombres también podemos cuidar, y que no pasa nada por hacerlo, pero hemos sido educados en unos roles de género rígidos, donde el hombre es proveedor y la mujer cuidadora», reconoce Rodríguez, que explica que «los hombres no nos vemos haciendo esas tareas que las mujeres tienen naturalizadas».

Para el sociólogo, estamos en un proceso de cambio por varios caminos, pero todavía lejos de la igualdad real. «Sobre todo hemos visto un cambio en el cuidado de las personas mayores. Hay más hombres que se animan y se acercan a cuidar de sus mayores que antes, pero cuando hablamos de menores o personas con alguna discapacidad o dependencia otra vez son las mujeres las que cuidan y se encargan de la conciliación».

Por contra, en otros ámbitos menos agradecidos, los hombres siguen sin movilizarse. «En la limpieza está aumentando un poco, sobre todo porque son las mujeres jóvenes las que se niegan a pasar por el aro, y cuando nos vamos a tareas como cambiar el paquete de una persona dependiente, o ayudarla a ducharse, por ejemplo, ahí el trabajo vuelve a feminizarse muchísimo», dice. Añade que en el caso de los jóvenes ha cambiado mucho el discurso, pero no tanto las acciones «los chicos se movilizan sobre todo porque son ellas quienes les exigen que cambien».

Para finalizar, Rodríguez Del Pino explica que el feminismo «también nos beneficia a nosotros. Al final también hay una carga y unos costes emocionales en mantenerse siempre en esa actitud de macho patriarcal. Muchos de los chicos cuando vienen a clase se sorprenden mucho al descubrir que el feminismo también les interpela y beneficia a ellos. Y para avanzar es necesaria más educación, más formación».

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