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La boda "dels germans" de Aldaia

Rosa y Pilar Rodríguez

Francisco y Rosa. Rosa y Francisco. Son los padres de Rosa y Pilar Rodríguez, dos aldaieras que crecieron con las historias de su padre, «el madrileño». Después de pasar unos meses en Aldaia cuando las tropas franquistas bombardeaban indiscriminadamente Madrid, se lo llevaron de vuelta al colegio donde vivía. Porque no tenía familia. La guerra, ya se sabe. Desde el momento en el que regresó, Francisco se escapó tres veces a pie hasta que consiguió quedarse en Aldaia. Y se enamoró, ni más ni menos que de la hija mediana de Consuelo y Gabriel, la pareja que le acogió. Se llamaba Rosa. Y el día de la boda, como la tradición marca, salieron los dos de su casa rumbo a la iglesia. Con la coincidencia y la peculiaridad de que la casa era la misma. «Dejaron mi casa cogidos de la mano, todo el pueblo miraba desde la calle y se comentaba que se casaban los hermanos, es curioso, pero realmente no eran hermanos y pasó. Así fue», cuentan las hijas de Francisco y Rosa, mientras muestran a este periódico una imagen de ambos. «Mira qué guapos», añaden.

Francisco llegó a Aldaia tras un trayecto a pie de tres días «por lo menos», matizan las hijas. Pero no vino solo. Vino con Luis y Abelina, un par de niños que, tras su estancia valenciana, también quisieron volver. «Luis fue el padrino de mi bautizo, se fue a vivir a Torrent y Abelina vivía en Aldaia, como nosotros», recuerda Rosa. Las dos saben muchas cosas porque sus padres se las contaron, pero también porque quedaron por escrito. «Mi padre, antes de morir, empezó a escribir su historia. No sabemos dónde está el libro, pero sus recuerdos vivirán para siempre». 

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