7 de octubre de 2012. Estadio Ciutat de Valencia. Corre el minuto 63 del partido que enfrenta a Levante y Valencia, cuando el cartel del cuarto colegiado muestra el dorsal 21. Tras saludar al jugador sustituído, el argentino Tino Costa, Dani Parejo entra a la carrera sobre el césped de Orriols bajo una sonora ovación de la parroquía granota en señal de mofa.

Aquella extraña situación definía el papel que tenía Dani Parejo en el equipo que entonces dirigía Mauricio Pellegrino (Con Unai Emery apenas jugó y estuvo más en la grada que sobre el césped) . Un jugador sin confianza, fallón en el pase corto -lo que mejor sabe hacer- y con su afición de uñas cada vez que salía desde el banquillo o tocaba el balón en Mestalla. Inclusó se llegó a afirmar que el ex del Getafe le tenía pánico al público valencianista y habría deslizado la idea de no jugar en el estadio de la Avenida de Suecia. Tanto Pellegrino como sus compañeros en rueda de prensa defendían a Parejo y daban a entender que la situación podría cambiar. Y cambió.

La llegada de Ernesto Valverde y su idea de jugar con tres centrocampistas ha devuelto al Parejo que enamoraba a Alfredo Di Stéfano cuando jugaba en 'La Fábrica' blanca y por el que el Valencia pagó seis millones de euros al Getafe en el verano de 2011. El cosladeño ha recuperado la confianza, incluso jugando de mediocentro defensivo en partidos de altura como en el Bernabeu o ante el PSG, y ha visto como, tras asistir a Soldado en el segundo gol al Mallorca, su público, el que le pitaba y al cual tenía pánico, le ovacionaba al grito de "Paaareeejooo, Paaareeejooo..."