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Adiós al poeta de las canchas

Las paredes del trinquet de Pelayo, las mismas en las que destacaron leyendas como el Lloco, Mora, Caña, Ruiz, Gat, Peris, El Xatet, Vicent, Viñes, José María, Sarasol II o Grau; las que escucharon el respirar agitado en el remate a las alturas de un quinze imposible, o sintieron en sus piedras la húmeda gota del sudoroso cuerpo del pelotari entregado; esas paredes despedirán esta tarde a uno de sus hombres más queridos, a un cavaller de este deporte de cavallers: Daniel Gómez, «Dani de Benavites».

Su paso por los trinquetes valencianos ha sido de una elegancia de seda y de un magisterio de fondos y formas. Dani no fue el pelotari que rasgara las camisetas de rabia; el que alzara la voz tras un despropósito; el que murmurara el yerro de un compañero; el que se encarase con una mirada a un espectador. Todo lo contario: fue un deportista que engrandeció con su grandeza el deporte que practicó. Todo lo hizo bien.

Dani no es el Mourinho que culpa a todos para ensalzarse él; no es el Luis Enrique con una mueca despectiva cada vez que habla; Dani tiene la palabra justa y respetuosa de un Zidane, que ha llevado a las ruedas de prensa su manera poética de entender el fútbol que practicaba. Dani Gómez, llegado a la pelota desde Benavites, cuando allí se revolucionó la afición gracias al trofeo El Corte Inglés de Galotxa, ha proyectado en la cancha su personalidad, la heredada de una madre siempre con la sonrisa en la cara, y de un padre, bueno, que transmite paz cada vez que abre la boca. Y del que nunca salió reproche alguno hacia nadie.

Termina Dani su época como jugador. Ha sido un número uno indiscutible durante muchos años. Hoy, a partir de las 16 horas toca darle las gracias por todo lo que ha aportado a este deporte. Pelayo abre de nuevos las puertas a la emoción. Seguramente hoy será la última vez que se vista de blanco, en la partida preliminar. Se anunciará junto a otra leyenda como Mezquita, para enfrentarse a dos enormes pelotaris de la última generación nacida en el barrio de Pelayo: Víctor y Solaz. Se cierra la tarde con un cartel espectacular: Puchol II, Félix y Álvaro contra Pere Roc, Javi y Tomás II. Necesita este deporte de nuevos cavallers; necesita de ese espíritu del poeta de las canchas.

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