A falta de menos de una semana para que el 15 de junio se acabe el plazo dado por el Banco de España para acceder a las ayudas públicas del Frob, aumentan las conjeturas sobre el futuro de Bancaja, la única de las grandes entidades de ahorro españolas que sigue soltera en el actual proceso de concentración. La caja presidida por José Luis Olivas mantiene desde hace meses que, si no surge una operación muy beneficiosa, esperará para buscar alianzas a una segunda oleada de fusiones que prevé para dentro de dos o tres años. Sin embargo, como admitieron fuentes de la entidad consultadas por este diario, la situación puede haber cambiado y no descartan que los contactos y conversaciones informales mantenidos a múltiples bandas en los últimos meses -como han hecho todas las entidades, con mayor o menor voluntad de noviazgo- fructifiquen en un acuerdo en los próximos días. El motivo principal de esta modificación en la hoja de ruta está en la cada vez más complicada situación que viven los mercados internacionales.

La crisis se ha recrudecido y da la impresión de que el sistema financiero ha vuelto a acercarse al abismo que ya vivió en el inicio de esta recesión descomunal. Los mercados de capitales están cerrados. La desconfianza es total. La deuda española se está encareciendo a marchas forzadas y, algo inaudito, el Tesoro no consiguió en mayo colocar enteramente una emisión. Esta circunstancia repercute en las entidades financieras, que están encontrando dificultades casi insalvables para obtener capital, un tipo de operaciones que son esenciales para seguir funcionando y dar créditos. Esta coyuntura es la que hace imprevisible el futuro inmediato de Bancaja, que, en vista de la situación, seguramente encontraría una salida en algún tipo de operación que le permita acceder a los fondos del Frob. Hay que devolver el dinero y es caro -hasta un 8% de interés- pero más vale eso que nada.

Operaciones

En las últimas horas se han recrudecido las especulaciones. Por ejemplo, se habla de un anuncio de fusión el viernes con Caja Madrid y de la convocatoria del consejo de administración para el lunes. Todas las fuentes de la entidad consultadas lo niegan en redondo. Aseguran que hay tranquilidad en la caja, que el asunto no se abordó en la reunión de los altos directivos del lunes y que no se trabaja en ninguna operación. Claro que, como coinciden estas mismas fuentes, lo razonable es que si Olivas y el director general, Aurelio Izquierdo, están trabajando algún acuerdo lo mantengan en secreto todo lo que les sea posible. De ahí que cada día que pasa los propios consejeros de la caja estén más convencidos de que hay una operación en ciernes. Hay quien descarta completamente a Caja Madrid, porque la Comunitat Valenciana no puede perder sus plazas financieras -tras acabar la CAM en un SIP liderado por Cajastur-, porque Olivas no cederá a las presiones y porque la entidad madrileña está inmersa en su propio SIP con otras cinco menores.

Pero hay también quien duda de que la Generalitat y la propia Bancaja puedan soportar la presión que están recibiendo desde Madrid, con un Gobierno central, un PP nacional y un Banco de España que avalarían la operación. Hay quien, descartadas las cajas vascas, expresa sus deseos de buscar una alianza con la saneada Ibercaja, aunque admiten la extrema dificultad de vencer la oposición de su presidente, Amado Franco, sobre todo tras haber perdido la salida que hubiera representado la presidencia de la Ceca. Hay quien ve posible un SIP con alguna de las pequeñas que siguen solteras, como la aragonesa CAI o Caixa Ontinyent. Y no falta quien apunta la posibilidad de que se integre en uno de los SIP que ya están en marcha. ¡Quién da más!

El Sistema Institucional de Protección (SIP) está siendo la gran estrella del proceso de concentración de las cajas de ahorros. En vista de que las autonomías se resistían a aprobar fusiones interregionales en las que perdieran una plaza financiera, el Banco de España optó por abrir la mano en la extensión de esta fórmula, aunque impuso algunas condiciones severas -como la obligación de permanecer al menos diez años si no se quiere incurrir en graves sanciones- para garantizarse que estos procesos tendrán continuidad en el tiempo. El SIP unifica los balances y cuentas de resultados de los socios (generalmente, en un banco nuevo y con el propósito de garantizar solvencia y liquidez) y mantiene su independencia en lo más visible, como las redes de oficinas, las marcas o los consejos. El objetivo es que sean irreversibles y que la realidad económica y la pericia personal de sus integrantes realice el trabajo sucio de ir eliminando entidades por la vía de la absorción y el liderazgo de unas ante otras en el seno del grupo. El principal problema del SIP es que no resuelve a corto plazo algunos de los principales problemas que tienen las cajas de ahorros, como son el caso de la sobredimensión de las plantillas o el elevado número de sucursales. En suma, permite que las entidades afloren pérdidas pero es muy poco eficaz en el recorte de los gastos. j. c.valencia