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Agricultura

Los cultivos emergentes se disparan mientras la C. Valenciana pierde 1.000 hectáreas citrícolas

El informe del Ministerio de Agricultura revela que la autonomía logra mantener este año la superficie total cultivable respecto a la última década pese al abandono de casi 20.000 ha de agrios por el tirón de hortalizas y frutas tropicales

El aguacate y el granado, dos de los cultivos que ganan terreno.

La evolución de las tierras destinadas a cultivos en la Comunitat Valenciana durante la última década, tanto de secano como regadío, acentúa la pérdida de terreno de los cítricos mientras aumenta la de algunas labores emergentes, sobre todo frutas tropicales como el aguacate. La Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esryce) de 2019, que acaba de publicar el Ministerio de Agricultura, constata un nuevo desplome del espacio destinado a naranjas y mandarinas.

En el caso de los cítricos, cuyo último censo eleva su extensión a 160.912 hectáreas, se refleja la merma progresiva de tierras baldías tras el desplome de rentabilidad. En un año, el informe del ministerio detecta 1.000 hectáreas menos, una cantidad que se eleva a casi 20.000 en comparación con la superficie existente hace una década; es decir, un 14 % menos.

Según AVA-Asaja, llama la atención que solo se abandonen un millar de hectáreas «porque la campaña 2028-2019 fue desastrosa», lamenta el responsable de los servicios técnicos de la organización agraria, José Francisco Sales. Dentro de los agrios, las mandarinas son las variedades con mayores recortes en extensión, pues pasan de 94.368 a 66.479 en diez años. Estos cítricos -con la excepción de algunas variedades, entre estas las protegidas por derechos de plantación y comercialización- han sufrido mucho más la crisis que la naranjas, cuya superficie actual (71.712 ha.) se mantiene estable respecto al año anterior, si bien queda muy lejos de las 82.683 ha existentes el decenio precedente.

En ese capítulo de los cítricos sobresale el auge de los limoneros, que pasan de 10.262 a 14.774 hectáreas, sobre todo por la implantación de grandes explotaciones en comarcas del sur de la autonomía. Según las organizaciones agrarias los productores optan cada vez más por cultivos alternativos.

La 'burbuja' del caqui -indica el informe de Esryce la Comunitat Valenciana aglutina en 2019 un total 15.922 hectáreas, frente a las 4.485 de 2008- se está deshinchando a la vista de la evolución respecto a 2018, pues refleja una estabilidad en comparación con los crecimientos desmesurados de antaño. La campaña 2019/2020 no está siendo buena y todo parece indicar que este cultivo, con buenas salidas comerciales en los mercados internacionales, sobre todo de Europa y Norteamérica, ha tocado techo tras cuadruplicar su superficie en una década.El secretario general de la Unió de Llauradors, Carles Peris, sostiene que se «ralentiza su crecimiento espectacular de los últimas campañas» y advierte que esta campaña «será muy dolorosa» por los precios bajos.

El máximo responsable de la Unió puntualiza que la reducción de cultivos de cítricos «a causa de la pérdida de rentabilidad no se compensa del todo por la implantación de otras frutas». Además, resalta que en las comarcas de interior, donde predominan los cultivos de secano, hay cambios «poco acusados» respecto a 2018 porque «tienen pocas posibilidades de alternancia».

Tres de los productos más característicos de la agricultura mediterránea de secano como el viñedo, olivar y almendros registran comportamientos diferentes. Mientras los olivos crecen alrededor de un 3% en términos porcentuales en la última década al elevarse a casi 96.000 hectáreas; el viñedo se hunde al desplomarse de 84.796 a 67.203 hectáreas.

El almendro continúa perdiendo terreno y se sitúa en poco más de 91.400 hectáreas, frente a las 95.686 ha de 2008. Este cultivo está seriamente afectado por la presencia de la Xylella fastidiosa en comarcas del sur de la C. Valenciana, donde continúa los planes de erradicación explotaciones afectadas por esta plaga que afecta a árboles leñosos y que ha destrozado los olivos de Mallorca y parte de Italia.

«La labranza de viña baja, sobre todo, por los recortes de ayudas para nuevas plantaciones que concede la Unión Europea. Ni siquiera la superficie destinada a cava, que ha crecido en los últimos años, puede compensar el desplome de la última década», coinciden los dirigentes de AVA-Asaja y la Unió de Llauradors.

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