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La covid acelera la destrucción del pequeño comercio

En la última década la autonomía ha perdido casi 7.000 establecimientos de hasta 19 empleados mientras gana 400 de más de 20 trabajadores

Locales disponibles en una céntrica calle de València. | M. A. MONTESINOS

La pandemia no tardó demasiado tiempo en desmontar el mito surgido en sus primeros compases y que mantenía que la crisis sanitaria era transversal y afectaba a todos por igual. Y sus consecuencias sociales y económicas tampoco lo han sido. De hecho, en la mayoría de los casos está castigando con mayor dureza a las personas y a los negocios con menos recursos para resistir sus embates.

Es lo que está sucediendo con el pequeño comercio valenciano, que ha visto cómo el coronavirus ha aumentado el ritmo de destrucción de las empresas más pequeñas mientras aquellas con más volumen han seguido creciendo. Una tendencia que ha dominado el panorama del comercio valenciano desde la última década pero que ahora se acelera con la pandemia.

Así se desprende del informe sobre la distribución comercial minorista en la Comunitat Valenciana elaborado por la Oficina de Comercio y Territorio Pateco para analizar la situación en esta rama de actividad tras el impacto de la crisis sanitaria. El documento muestra cómo la autonomía ha perdido más de 6.500 empresas del sector en la última década, un 12 % del total que operaban en 2011, en el centro de la Gran Recesión. De estos, solo en el último año se han producido 1.513 cierres.

Un modelo en jaque

Además del número de empresas, el estudio se fija en la evolución de los locales comerciales en la autonomía y los desagrega por número de asalariados, lo que constata que los establecimientos que están bajando sus persianas son aquellos con menos empleados. Una amenaza para la diversidad y supervivencia de muchos negocios tradicionales en un territorio con un tejido empresarial muy atomizado y familiar, que según el informe de Pateco es el que está desapareciendo.

En los últimos diez años la Comunitat Valenciana ha perdido 6.472 establecimientos comerciales y 711 en el año de la pandemia. Pero la sangría está claramente localizada: 5.687 de los cierres se han producido en empresas con dos o menos asalariados a su cargo y otros 1.186 en compañías de entre tres y 19 empleados.

En total son 6.873 locales perdidos, mientras que las de mayor tamaño, en su mayoría franquicias o multinacionales, siguen aumentando su implantación y han abierto 401 puntos de venta nuevos en ese plazo. En este grupo destaca la progresión de los comercios de entre 100 y 199 asalariados, que desde 2011 han pasado de ocupar 29 locales a 137.

Y la pandemia no ha hecho sino agudizar esta dualidad de ritmos, al llevarse por delante 780 bajos comerciales de pequeñas empresas (hasta 19 trabajadores) mientras que el saldo de aperturas en las de una plantilla superior a 20 personas deja 69 locales más en la autonomía que el año previo a la crisis.

Pese a que los ERTE han sido un salvavidas para la gran mayoría de pequeños comercios (en febrero quedaban más de 9.000 empleados del sector en estos expedientes, más de un tercio trabajadores de tiendas de ropa), los gastos fijos se han convertido en la gran losa de estos negocios, con el alquiler como mayor problema.

Según el estudio, la historia se repite y son los grandes centros comerciales los que han disfrutado de más facilidades para renegociar estas rentas «gracias a su mayor capacidad de garantizar estos acuerdos con los arrendatarios». De hecho, el 43 % de los propietarios declara no haber podido conseguir ni reducciones ni aplazamientos del alquiler.

Moral tocada por la pandemia

En ese sentido, dos de cada tres comerciantes han sufrido problemas de liquidez en 2020 para afrontar los pagos habituales y más de la mitad ha recurrido a líneas de crédito públicas o privadas a las que deberán hacer frente a partir de 2022. Así, la moral en el gremio se percibe tocada: solo un 4,5 % tiene expectativas positivas sobre el futuro y se plantea ampliar su negocio mientras un 11 % pretende reducir sus puntos de venta y más del 21 % reconoce que está abierto a traspasar su empresa.

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