'La IA debe situar a los seres humanos en el centro de la toma de decisiones'

El mundo empresarial y el académico analizan las oportunidades y riesgos de la inteligencia artificial en una jornada organizada por la CEV y Levante-EMV.

Según los expertos, la tecnología ya existe; las barreras «son culturales».

La Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse y ser cada vez más protagonista en nuestras vidas

Enrique Martínez / Penélope Maestro

Lluís Pérez

Lluís Pérez

ChatGPT, ¿quién no ha oído hablar de ella a mediados del 2023? Es la aplicación de moda. Su popularización es de récord con más de 100 millones de usuarios alcanzados en sólo dos meses, mucho más rápido que Instagram o TikTok. Es una muestra de qué puede hacer la inteligencia artificial (IA) generativa que, aunque parezca mentira, está presente desde mediados del siglo XX. Sin embargo, la tecnología ChatGPT «tiene un potencial de democratización de la IA nunca visto; es la tecnología que más rápido se ha adaptado».

Así se expresó José Rosell, presidente de la comisión de sociedad digital de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) durante la inauguración de la jornada ‘Inteligencia artificial. Oportunidades y desafíos para las empresas de la Comunitat Valenciana’, organizada conjuntamente por la entidad de empresarios y Levante-EMV. Cuatro horas de reflexiones, debate y análisis con la participación de expertos académicos en inteligencia artificial y representantes del mundo empresarial para reflejar los beneficios y también los riesgos de la penetración de esta tecnología en el sector empresarial valenciano.

J. M. Corchado, V. Botti, M. Giménez, N. Oliver, M. Rozas, M. Lleó, A. Alberich, A. Pedreño, J. Rosell y S. Tomás sobre el escenario de la jornada de la CEV y Levante-EMV.

J. M. Corchado, V. Botti, M. Giménez, N. Oliver, M. Rozas, M. Lleó, A. Alberich, A. Pedreño, J. Rosell y S. Tomás sobre el escenario de la jornada de la CEV y Levante-EMV. / Fernando Bustamante

La jornada programó dos conferencias a cargo de Juan Manuel Corchado, catedrático de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial en la Universidad de Salamanca; y Miguel Giménez, fundador y CEO de Futures Intelligence and Strategic Foresight (FFWD); centradas, respectivamente, en las oportunidades y la incertidumbre generadas por la inteligencia artificial. Los organizadores plantearon, además, dos mesas de debate. La primera quiso dar voz a los empresarios valencianos con la participación de Marcos Rozas, director de Transformación Digital en Grupo Gimeno;  Marta Lleó, responsable del programa de fidelidad Mundo Consum; y Ángel Alberich, CEO de Quibim. El segundo de los debates se centró en el potencial de la Comunitat Valenciana y los posibles riesgos de la IA con el testimonio de Andrés Pedreño, catedrático de Economía Aplicada; Nuria Oliver, doctora en Inteligencia Artificial por el MIT; y Vicente Botti, director del Instituto Universitario Valenciano de Investigación en Inteligencia Artificial (VRAIN).

Las personas en el centro

La quinta revolución industrial, como calificó Corchado a la democratización de la inteligencia artificial, no supone un retroceso para el papel del ser humano porque «ningún humano se va a fiar al 100 % de una máquina para tomar una decisión». Por eso, insistió —fue una afirmación repetida por varios de los intervinientes— en que la IA debe poner «al ser humano en el centro de la toma de decisiones con los mejores mecanismos para tomarlas». De hecho, Corchado explicó que una cosa es «modelar el dato» y otra «modelar el conocimiento». 

La tecnología sólo es, por tanto, un medio, «una herramienta de revolución de la productividad» como la definió Pedreño. De este modo, el ser humano «puede librarse de acciones repetitivas y centrarse en ideas creativas» con las que dar respuesta a problemas «complejos» como, por ejemplo, el cambio climático. Para Giménez, «la IA no es ni mejor ni peor que la inteligencia humana; es distinta». La segunda destaca por entender el contexto, algo con lo que la tecnología «suele tener problemas». 

De hecho, la humanización de la tecnología y de los equipos científicos fue otra de las ideas repetidas durante la jornada. Las empresas necesitan equipos multidisciplinares con perfiles tecnológicos que incorporen habilidades sociales, como la ética o el entendimiento del modelo de negocio «para proponer soluciones», apuntó Rozas; y, también es necesario que las personas de operaciones, por ejemplo, «sepan meter y hablar de tecnología». Esto permite «hacer cosas que antes no teníamos ni en mente hacer», confesó Lleó. La clave está, por tanto, en la formación del personal; un proceso necesario, aunque «conlleva una transformación más lenta y costosa que la tecnología —, reconoció Oliver—. Al final, la barrera no es tecnológica, ésta existe; es humana y cultural. Hay que saber cómo funciona y cómo incorporarla». 

Otro de los retos es orientar a los jóvenes hacia el mundo STEM o de las ciencias tecnológicas, en el cual se espera una creación neta de millones de puestos de trabajo en los próximos años. Según Oliver, «estamos siendo incapaces de orientar a los jóvenes, especialmente a ellas, a estudiar carreras tecnológicas». 

La concepción humanista está incluso en las empresas eminentemente tecnológicas, aunque eso suponga un reto: «Nuestro ADN es muy tecnológico, pero nuestra cultura corporativa se va toda a la humanidad», expuso Alberich. 

La IA en la C. Valenciana

La penetración de la inteligencia artificial en el sector empresarial puede ser una «gran oportunidad porque tenemos las empresas y universidades punteras», explicó Corchado, pero «el sector valenciano está débil —, apuntó Botti—. Se han tomado iniciativas pero los recursos invertidos no sé qué resultados darán».

Es un proceso irrenunciable para el tejido económico sin importar su modelo de negocio: «Me costaría trabajo identificar un sector que no le pueda sacar partido a la inteligencia artificial», admitió Pedreño. Por ejemplo, un abogado que se valga de la IA para filtrar entre la amplia jurisprudencia existente o un arquitecto, profesional que maneja una «cantidad ingente de datos». Eso sí, el dato ha de ser de calidad para generar confianza tanto entre el sector empresarial como entre los consumidores. «Necesitamos datos únicos, confiables y de calidad», reclamó Lledó. Sobre todo porque, como puntualizó Alberich, «es de los datos de donde aprenden los modelos generados por la inteligencia artificial». 

Varios de los participantes en la jornada de la CEV y Levante-EMV destacaron la debilidad de Europa en materia de inteligencia artificial al considerar que se está quedando atrás en su desarrollo respecto a otras potencias como China o Estados Unidos, las cuales cuentan con grandes gigantes tecnológicos para un desarrollo de la IA «de forma muy acelerada». Esto ha hecho, como evidenció Pedreño, que el antiguo continente haya perdido ocho puntos de peso del PIB mundial desde el estallido de la crisis del 2008. Oliver incidió en esta idea: «Europa se ha quedado atrás en investigación, innovación, uso y despliegue de esta herramienta».

Recelos sobre la tecnología

Una de las causas apuntada por los expertos fue la estricta regulación de las políticas europeas, preocupadas por los posibles efectos nocivos o el mal uso de la inteligencia artificial. Algunos de los recelos son la violación computacional de la privacidad, el uso indebido de los datos privados, la discriminación y sesgos copiados por los algoritmos, la opacidad, la manipulación subliminal del comportamiento humano, la inmensa huella de carbono o la posibilidad de engañar a la IA. «Es un tema de confianza. Se ha generado una alarma tremenda», confesó Botti. Son temores potenciados, también, por el imaginario colectivo creado alrededor de la IA a través del cine o la ciencia ficción. «La narrativa ha construido una realidad inventada», afirmó Giménez.

Para contrarrestarla, Oliver recomendó trabajar en dos focos: «mitigar los miedos» y «usar la inteligencia artificial para el bien social». Sus beneficios son mucho mayores que sus potenciales riesgos, lo que sitúa a la humanidad «en un momento histórico sin procedentes al disponer de entes no humanos con capacidades inimaginables». En definitiva, la inteligencia artificial es una herramienta que, como destacó Botti, está «para ayudar a muchas empresas, sólo hay que saber utilizarla».

Una tecnología «bien usada, puede hacer mucho por la humanidad»

La inteligencia artificial puede convertirse en una tecnología «bien usada» que repercuta en «hacer mucho bien a la humanidad». Como comentó José Rosell, presidente de la comisión de sociedad digital de la CEV, su uso ha de «ser una aliada» para «ser mucho más prácticos e instaurar nuevos modelos de negocio en nuestras empresas».

José Rosell, de la CEV,  durante su intervención en la jornada.

José Rosell, de la CEV, durante su intervención en la jornada. / Fernando Bustamante

El representante de la entidad quiso resaltar el papel de la entidad por dar a conocer las nuevas tecnologías a disposición de sus asociados. Lo hace a través de diferentes actos y eventos organizados por la comisión que preside y que pretenden acercar a «las empresas una tecnología que está presente en nuestra sociedad desde mediados del siglo pasado». En este sentido, la CEV ha impulsado varias jornadas centradas, por ejemplo, en el big data o el kit digital, entre otras. 

Estos eventos cuentan siempre con perfiles interesantes y de primer nivel, «personas que saben mucho sobre las temáticas que tratamos» y con un equilibrio entre «perfiles prácticos, provenientes del sector empresarial» y otros «más académicos»

Sin embargo,Rosell expresó que la irrupción de ChatGPT y la democratización de la inteligencia artificial han supuesto un cambio nunca antes visto: «El interés ha sido tal que su adaptación ha sido tremendamente rápida». Ahora, el reto es que las empresas, sin importar su tamaño, puedan beneficiarse de las ventajas de la inteligencia artificial. «Queremos que esta tecnología sea usable y de acceso libre —, admitió—. Su potencial de democratización no tiene precedentes».