ANÁLISIS

En torno a la Agenda 2030

La Declaración Universal de Los Derechos Humanos de 1948 sigue siendo un buen marco de referencia por mucho que ninguna nación lo cumpla en su totalidad

Edificio de la ONU, en una imagen de archivo.

Edificio de la ONU, en una imagen de archivo. / Efe/Miguel Gutiérrez

LUIS BALLESTEROS ANDREU / Filósofo

La Organización de las Naciones Unidas nació con el fin de poner de acuerdo a las naciones para promocionar la paz mundial y de este modo terminar con todo tipo de guerras y violencias. El fin es loable, pero como sabemos muy bien es enormemente difícil. Lo sabemos teóricamente y lo comprobamos en la práctica. No obstante, no creo que haya nadie que, vistos los resultados, proponga suprimir la ONU. En todo caso, habrá que seguir en el intento y estudiar la forma de mejorar el entendimiento mundial, por muy difícil que se presente.

La Declaración Universal de Los Derechos Humanos de 1948 sigue siendo un buen marco de referencia por mucho que ninguna nación lo cumpla en su totalidad. Y las Conferencias Mundiales con sus luces y sombras son, asimismo, asideros a los que agarrarse si de entendimiento humano queremos hablar. En este orden de cosas me gustaría comentar brevemente la conocida agenda 2030 que para algunos es poco menos que el monstruo que pretende devorarnos a todos.

Me atrevo a señalar que muchos de los ataques que sufre la Agenda son debidos a la ignorancia y a ciertos prejuicios ideológicos. Lo primero que se debe tener en cuenta es que es cada país el que debe concretar cómo asume los grandes principios que se señalan en la Agenda. Es responsabilidad de cada país y su gobierno la manera de implementar los objetivos preferidos que en ella se encierran y qué fondos va a emplear en cada uno. De los diecisiete objetivos que marca la Agenda, cuáles y de qué modo se quieren perseguir es cosa de cada gobierno y ciertamente lo hará adaptándola a su propia ideología. Así pues, no es acertado descalificar la Agenda 2030 en su totalidad cuando alguien observa la forma en la que un determinado gobierno la está implantando en su Estado.

Algunas precisiones

Bernardito Auza, nuncio en España de la Santa Sede, ante la ONU, ha hecho determinadas precisiones a la Agenda 2030 sin llegar a descalificarla por entero. Por ejemplo, cuando la Agenda 2030 habla de «género», la Santa Sede observó que este debe ser entendido según una noción fundamentada en el criterio biológico: como hombre y mujer. O, cuando se utiliza el verbo «empoderar», referido a los derechos de las mujeres, manifiesta que sería preferible usar «promocionar» para no identificar la autoridad con el poder sino con el servicio.

Otro ejemplo, cuando el ODS 3 dice que se busca garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades, y asegurar así el desarrollo sostenible, esto no debe ser entendido en términos de salud reproductiva o como el derecho al aborto, que por cierto, nunca la ONU en sus textos lo menciona como un derecho. Ciertos gobiernos con sus intereses particulares son los que así lo pretenden.

Con todo lo cual, es cierto que la Iglesia como tal no rechaza la Agenda, sino que expresa ciertas reservas hacia las posibles interpretaciones sobre la familia, la sexualidad y la defensa de la vida. Otro ejemplo, el ODS 5 pretende facilitar a las mujeres y niñas igualdad en el acceso a la educación y atención médica, en las oportunidades para conseguir un trabajo digno y en la representación en los procesos de adopción de decisiones políticas y económicas. Como puede apreciarse, no se menciona la conocida como salud reproductiva ni el derecho al aborto que serían así, deducciones interesadas por parte de algunos gobiernos con determinadas ideologías.

Educación de calidad

Y por si alguno los quiere releer estos son los objetivos: Fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, industria, innovación e infraestructuras, reducción de las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres. paz, justicia e instituciones sólidas, alianzas para lograr los objetivos.

Salvando las interpretaciones que he señalado antes, me parecen unos objetivos loables. Desde luego en 2030 no los habremos conseguido en su totalidad. Habrá que seguir intentándolo. Pero es cosa de todos … que nadie quede atrás.