Europa busca las plantas que mejoren cosechas y soporten sequías

Científicos y empresas defienden en Bruselas las técnicas genómicas y urgen su regulación

Tomateseditados por técnicas de CRISPR en Japón.

Tomateseditados por técnicas de CRISPR en Japón. / ED

José Luis Zaragozá

José Luis Zaragozá

¿Para qué queremos la ciencia en la agricultura? Pues para obtener maíz tolerante a las sequías, granos de mostaza menos amargos, cereales sin gluten y patatas resistentes a patógenos que requieren hasta un 80 % menos de pesticidas. O bien, para mejorar los rendimientos de cultivos y que sean tolerantes a devastadoras plagas que azotan de lleno a los cítricos, olivos o almendros. ¿Qué hacer?

La Comisión Europea (CE) propuso el pasado 5 de julio a la Eurocámara regularizar nuevas técnicas de edición genómica, llamadas NTG, con vistas a mejorar dichas cosechas, introducir cambios de manera precisa en las plantas y lograr así cultivos eficientes, tolerantes a la salinidad o al estrés hídrico y adaptados por tanto a los escenarios climáticos venideros. 

La propuesta del Ejecutivo de Bruselas se centra en el terreno de la biotecnología, en el que Europa acumula un gran retraso respecto a China, Estados Unidos o Canadá y llega en un momento políticamente delicado en el ámbito de la biodiversidad y la agricultura. A diferencia de los transgénicos, donde se introduce en una planta código genético foráneo para mejorarla, estas nuevas técnicas sólo modifican el genoma de la propia planta o introducen material equivalente. Por tanto, no puede hablarse de transgénicos.

Mientras Gran Bretaña aprovecha el Brexit para distanciarse de la UE y avanzar en leyes y reglamentos que regulan, por ejemplo, la obtención de pollos resistentes a la gripe aviar, a través de la citadas propuestas de estudios del ADN en los seres vivos, la Unión Europea no ha hecho más que abrir ese melón legislativo. Veremos.

A la vista de la situación, científicos y representantes del sector privado de España han defendido esta semana en la cámara legislativa de Bruselas la necesidad de poner en práctica, cuanto antes mejor, las mencionadas NTG para garantizar el futuro de la agricultura y la seguridad alimentaria a través de herramientas CRISPR o edición genética. Invetigadores y empresas del sector han urgido a que se apruebe su regulación. Así lo han manifestado durante su participación en un evento organizado por los europarlamentarios del grupo Socialistas & Demócratas Clara Aguilera, Inmaculada Rodriguez-Piñero y Marcos Ros sobre la propuesta de regulación de las NGT. 

A este evento no han faltado los habituales ‘lobbies, desde grandes laboratorios obtentores de material vegetal hasta empresas de distribución. Mientras, los partidos políticos toman posiciones en cada Estado de la UE.

 Tal como resalta la Comisión Europea, las nuevas técnicas genómicas ofrecen oportunidades para alterar el material genético de un organismo, permitiendo el desarrollo de variedades vegetales con características específicas con mayor rapidez y precisión que la mejora vegetal convencional.

Según la eurodiputada Clara Aguilella vivimos en tiempos de «romper tabúes y dogmas de fe». Hay quien los califica OGM, pero no es así, destaca Aguilera. «Abogamos por un debate abierto, sin prejuicios. Necesitamos alternativas posibles para garantizar la sanidad vegetal», apunta la eurodiputada en este período de negociación de la propuesta de regulación del Ejecutivo comunitario y en el que cada formación política tomará partido en los próximos meses de debate de enmiendas.

Rodríguez-Piñero considera que la regulación en ciernes de las nuevas técnicas genómicas «debe aprobarse cuanto antes» porque el cambio climático han reducido ya en un 17 % la producción de los cultivos mediterráneos y en un 5 %, el trigo o el maíz en Europa. Además, las pérdidas de cosecha se han triplicado en 50 años. En parecidos términos, el eurodiputado Marcos Ros sostiene que «las NTG sacan al mercado una oportunidad para poner la ciencia al servicio de la alimentación, sobre todo de cualquier sistema financiado con fondos públicos». Y resalta que la sostenibilidad y la seguridad «deben ir de la mano».

Jornada organizada en el Parlamento Europeo con eurodiputatos, científicos y empresarios.

Jornada organizada en el Parlamento Europeo con eurodiputatos, científicos y empresarios. / ED

«Producir más alimentos»

Desde el punto de vista empresarial, Antonio Villarroel, director general de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove), formada por 60 entidades -57 son empresas privadas y 3 centros públicos de investigación-, argumenta que la propuesta de la CE «es un avance muy importante» para «solventar las barreras que en la práctica pone la legislación OGM».

En su opinión, una Europa que pase de ser exportadora a importadora sería un peligro para su sector agrario y de comercio exterior. «Tenemos que producir más alimentos en medio de muchos factores en contra, como el cambio climático. Europa no es una isla, la propuesta de la CE es positiva porque también ayudará a reducir costes y no hay razones para limitar el número de modificaciones en los cultivos. En el trigo sería muy importante y tampoco nos parece bien que estas técnicas no se puedan usar en la agricultura ecológica», indica Villarroel.

"Un marco muy restrictivo”

El catedrático del departamento de Biotecnología Politècnica de València y miembro del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas José Miguel Mulet considera que Europa tiene una «gran oportunidad de no caer en los mismos errores. Si alguien dice que transgénicos y CRISPR son lo mismo es que no conoce las leyes de Mendel», apunta. También advierte de que «en los cajones de los laboratorios de multinacionales del sector hay plantas que podrían haber llegado al mercado y no lo han hecho por la actual regulación».

En su opinión, si Europa quiere soberanía alimentaria debe acudir a otras tecnologías. «En el debate de los transgénicos los científicos nos callamos y hablaron los activistas. Eso ahora no debe pasar», puntualiza. Y cita algunos ejemplos de cómo otros paíse stoman la delantera. «El ‘trigo HB4’ es resistente a la sequía y ha salido de Argentina. Japón ya ha obtenido los primeros tomates que estaban prohibidos en Europa», agrega.

Qué dice la Comisión

Irene Sacristán es jefa de unidad en la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria de la CE. Tiene claro que la biotecnología es una prioridad para Bruselas, tal como contempla el Pacto Verde. «Los transgénicos quedan fuera», aclara desde el primer momento. «La legislación es muy novedosa y habrá que dar bien los pasos», agrega. Las NTG están todavía sujetas a la misma regulación que las OGM, algo que la nueva propuesta quiere cambiar para distinguir ambas prácticas, de momento únicamente en lo que afecta a las plantas y no a los animales o microorganismos.

"Beneficio para a las pymes”

Marcos Egea es catedrático y director del Instituto de Biotecnología Vegetal de la Universidad Politécnica de Cartagena. «Europa busca la libertad y la sostenibilidad. Democratizamos las tecnologías genómicas para que las pymes puedan acceder a estas. Si conseguimos -añade- que una variedad local de tomate del sur de Italia o de España vuelva al mercado tras estar amenazada por plagas estamos cambiando las reglas del juego y ha valido la pena cambiar la legislación», apunta. «Estados Unidos y China van por delante y nos pueden aplastar en el mercado», destaca este investigador.

Mientras, Fermín Jesús Azanza, doctor en Fitomejoramiento y Genética y jefe de investigación de Limagrain Field Seeds, una cooperativa agrícola francesa con algo más de 2.000 millones de euros de facturación y que dedica el 16 % de sus ingresos a la investigación en nuevas variedades de semillas y cultivos. «En Europa es muy difícil experimentar en campo y nos vemos obligados a trasladar las pruebas a campos y explotaciones de Estados Unidos. Sería interesante poder realizar esas investigaciones sobre maíz, trigo, colza, tomate u otras hortalizas a campos europeos», apunta. Y añade: «con el cambio climático vamos a sufrir más los insectos. Por eso hay que desarrollar variedades resistentes a patógenos y hay que probar más la tolerancia a la sequía», aclara.

«Sabor y salud van juntas»

El investigador Toni Granell trabaja en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas del CSIC en Valencia. Ha registrado ya diez patentes y dedica gran parte de su quehacer profesional a buscar la mejora genética de los tomates, una hortaliza que sufre de lleno los rigores del cambio climático y períodos de sequía que afectan de lleno estos últimos años a territorios de Extremadura y Andalucía. «Sabor y salud pueden caminar juntas», afirma. «Se pueden eliminar alérgenos que eviten problemas de intolerancias deconsumidores, hay posibilidad de poner en el mercado nuevas variedades y de reducir los costes a las empresas. La diversidad que ofrecen las nuevas técnicas genómicas debe verse como una fuente para mejorar los cultivos», puntualiza. 

«Producir más granos»

En parecidos términos, la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas (CSIC) y miembro del Centro de Investigación en Genómica Agrícola Ana Caño recuerda de que España ha perdido el 60 % de los cultivos de secano en 2022 por la sequía. Caño se muestra optimista y expresa que desbloquear instrumentos como las NTG «va a permitir el avance de la tecnología en sí y eso va a hacer que en los años venideros haya soluciones a problemas urgentes como el de la sequía y los problemas de alimentación en grandes territorios del mundo, especialmente de África. Debemos producir más granos de cereales por hectárea. No tenemos tiempo», advierte. «Llevamos veinte años trabajando en Europa con procesos que no podemos aplicar y por eso debemos abandonar los viejos conceptos. Estamos aquí para defender las nuevas técnicas genómicas», concluye.

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