El Ayuntamiento de Vic decidió a finales de 2009 poner obstáculos al empadronamiento de inmigrantes que no acreditasen tener todos los papeles en regla. Aunque otros municipios españoles, en la practica, estaban haciendo lo mismo, el caso de Vic se convirtió en noticia por la dura reacción de condena que suscitó por parte de la izquierda catalana, aunque encuestas de urgencia revelaron una amplia comprensión popular a la medida.

La razón por la que concejales de distintos partidos adoptaron los nuevos criterios no fue otra que la presión creciente que ejercía el grupo Plataforma per Catalunya, PxC, que lidera Josep Anglada. Concejal en el ayuntamiento de Vic desde 2003, en las elecciones de 2007 su discurso xenófobo le permitió pasar del 7% al 19% de los votos y de uno a cuatro concejales, convirtiéndose en la segunda fuerza municipal, a la vez que obtenía representación en otros municipios catalanes. Lo que desconcertó a los partidos tradicionales fue que Vic se había considerado como un modelo de gestión de la inmigración, por los esfuerzos para evitar tanto la marginación como una concentración excesiva (por ejemplo, en las escuelas públicas, que reordenaron las zonas para igualar el impacto).

Los postulados de Anglada han ido acentuando cada vez más el componente de islamofobia, con el rechazo a la apertura de mezquitas y al velo islámico y, en general, con la exigencia de que los inmigrantes musulmanes se adapten a las costumbres tradicionales de Cataluña. "Vic es preciosa, si no fuese por la inmigración que tenemos sería una ciudad mucho más agradable de lo que es ahora, pero tenemos desgracia que la inmensa mayoría de los inmigrantes son musulmanes", ha llegado a decir en un programa de televisión.

El partido de Anglada se ha presentado a las elecciones catalanas, aunque ninguna encuesta le concede ni medio escaño. Sus expectativas se pueden ver perjudicadas por el protagonismo que la alarma contra la inmigración está tomando en el discurso del PP.