Una procesión de la Virgen de los Desamparados se celebró el 14 de marzo de 1844, en plenas fiestas falleras, fuera de su tiempo litúrgico, para "lisongear el religioso corazón de Su Majestad" la Reina Gobernadora, doña María Cristina, dentro del amplio programa de fiestas organizado con motivo del regreso de su destierro. Cuatro años antes, la Reina regente abdicó en Valencia ante las exigencias del general Espartero, en el palacio de los condes de Cervelló, marchando a Francia en un barco, desde el puerto de Valencia por donde también regresó del exilio.

La Reina viuda María Cristina de Borbón visitó los cuarteles y revistó las tropas de los regimientos acantonados en Valencia por la mañana y por la tarde asistió a la procesión de la Virgen organizada expresamente para celebrar el acontecimiento.En Valencia, las solemnes procesiones, especialmente la del Corpus Christi, han sido siempre el aparato espectáculo festivo de la ciudad con que dar la bienvenida y sorprender a los ilustres visitantes. La imagen que de la Virgen de los Desamparados que fue llevada en andas no fue la del Cabildo, sino la propia talla histórica. Añadieron a ella buena parte de las secciones, cuadros, personajes y elementos de la procesión de Corpus, como las Rocas y las Danzas, nanos i gegants.

"La presencia de la santa Imagen -cuenta un cronista- arrancó al paso ardientesvivas y abundantes lágrimas de los espectadoresÉ detrás de ella iba María CristinaÉ mujer modestamente vestida, con los ojos bajos y siguiendo paso a paso la procesión". Al día siguiente, 15 de marzo, a la Reina se le entregó las llaves de oro de Valencia, con cuyo motivo la Corporación organizó una procesión cívica. En el besamanos, el general barón del Solar tomó la palabra en nombre de los Diputados y Senadores del Reino agradeciendo a la Reina su regreso. "El pueblo de Valencia-dijo- llora de gozo y tiembla de entusiasmo al ver a la Madre de su Reina".

Terminados los festejos en honor a la Reina, empezaron los de las Fallas, algomuy típico de esta tierra -donde no perdonamos ni una- las fiestas de las Fallas, por aquel entonces, más familiares, más de barrio, desde las que se tiene noticias documentadas ya en 1740.