Absténganse aquellos a los que el mal llamado «falleramayorismo» no les gusta. De lo sucedido ayer como colofón de la Ofrenda, igual que pasó 24 horas antes, sólo se puede decir que fue un momento irrepetible en la historia de la fiesta. Un instante que bajo ningún concepto se debe repetir hasta dentro de otro cuarto de siglo, porque en esto ha radicado, precisamente, su encanto.

Con motivo del 75 aniversario de la Junta Central Fallera se organizó un final de fiesta con la presencia de todas aquellas que han sido falleras mayores de Valencia. Y también, en una decisión tomada más tarde, se incorporó también a las que han sido cortes de honor. De esta manera, se dio cita por la calle San Vicente una antología histórica de la fiesta. Una demostración, efectivamente, de que el tiempo pasa para todo el mundo, pero con la ventaja de hacerlo sabiendo que forman parte de un libro que ya no se puede borrar.

La jornada del 17 de marzo ya fue de por sí espectacular. Fue el turno de las infantiles y el paseo por el tiempo fue muy visual. Por la calle de San Vicente empezaron a desfilar señoras mayores, mujeres adultas, recién casadas, chicas jóvenes, niñas en edad de granos y ortodoncias y las que siguen siendo pequeñas o muy pequeñas.

Anoche, porque las falleras mayores siempre captan más la fama, fue un desfile de nombres propios. Al público les sonaba aún más aquellas que pisaban la calzada. Esta Susana Remohí, aquellas es Covadonga Balaguer, Elena Muñoz, Esther Figueras, Mónica Palmer, Begoña Jiménez... personas y personajes vivos en la mente de todos. El añadido de las cortes le dio doble brillantez al acto. No era lo de anoche la típica y anual «cena de cortes», la reunión que todas ellas celebran en otoño por el mero placer de reencontrarse. Ayer se desempolvaron cientos de bandas que todas ellas guardan celosamente como un tesoro. Les esperaba, sin embargo, lo mejor: ese reencuentro con una calle que marcó sus vidas para siempre.

Al llegar a la plaza, y aunque prácticamente todas ellas hacen ese camino todos los años con su comisión „algunas tuvieron que regresar apresuradamente para estar en la plaza de San Agustín porque acababan de pasar minutos antes ante la imagen„, las emociones se multiplicaron tanto como años han pasado en cada caso. La fallera mayor de este año, Carmen Sancho, que pasará a la historia por presidir la efeméride, cerró esta emotiva Ofrenda con el ofrecimiento de su ramo ante la talla de la «Geperudeta». Además, el acto recibió la visita inesperada de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, acompañada por el Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo.

El vicepresidente organizador del acto, Jorge Guarro, recibió todo tipo de parabienes, extendidos al resto de la Junta Central Fallera. Lo dicho: un acto especial, precisamente, por ser único en la historia. A todas ellas y a muchas que tienen que venir se les espera en el año del centenario, allá por 2039. Que está... a la vuelta de la esquina.