Miles de falleras han empezado hoy, en medio de un ambiente invernal, a vestir con claveles y a teñir sobre todo de color blanco el manto de la Virgen de los Desamparados, su patrona, con los ramos de flores que, emocionadas y entre lágrimas, depositan a sus pies en el primero de los dos días de la Ofrenda.

Serán más de 100.000 personas entre falleras, falleros y músicos quienes entre hoy y mañana recorrerán el centro de Valencia hasta la plaza de la Virgen, donde un año más está instalada la enorme estructura de madera que corona la imagen de la cariñosamente conocida como "Geperudeta".

La fallera mayor infantil Sofía Soler también desfiló en la primera jornada de la Ofrenda con su falla General Asensio-Marqués de Solferit de Quart de Poblet. Iba con un traje de color azul y con una gran sonrisa.

A ella se le ofrecen los más de 60.000 ramos de claveles con los que quedará diseñado el manto, que luego se convierte en punto de devoción para turistas y valencianos.

A primera hora de la tarde, con un ambiente frío y el cielo amenazante de una lluvia que se ha dejado sentir ya ligeramente, miles de pacientes falleros ya se concentraban a la espera de su turno para llegar a la céntrica plaza, entre ellos algunos rostros conocidos como el de la vicepresidenta del Gobierno valenciano, Mònica Oltra.

La espera y el cansancio acumulado tienen su recompensa porque en la marcha hasta la patrona, a paso ordenado y amenizado por las bandas de música, no faltan aplausos, piropos y gritos de ánimo de los espectadores concentrados en el recorrido y que inmortalizan con cámaras y móviles tan tradicional estampa fallera.

Recién nacidos en brazos de sus orgullosas madres, bebés y niños pequeños en carritos, personas mayores e incluso familias enteras protagonizan cada año esta cita que hace aflorar los sentimientos más emotivos, las lágrimas y las más sentidas promesas al dar sus ramos ante la imagen de la Virgen de los Desamparados.

Tal es la devoción que los hay que desfilan en silla de ruedas o con muletas, y todos siempre desafiantes a las inclemencias meteorológicas que puedan amenazar las Fallas.

La cita con la patrona pone en marcha un ritual mecánico en el que la cincuentena de vestidores de la Virgen se organizan para coger los ramos, organizarlos por colores y colocarlos en el lugar correspondiente del bastidor para que al final de estos dos días de Ofrenda el manto desvele su diseño.

Aunque en los últimos años se había dado cada detalle del dibujo que escondía el manto, este año se ha recuperado el secreto de antaño y tan solo se ha desvelado que contendrá la silueta de San Vicente Ferrer y predominará el color blanco.

El caleidoscopio cultural que se ve en las comisiones falleras también se presencia entre los espectadores a los que se oye hablar en inglés, alemán, chino y, especialmente este año, en italiano.

Alejados del centro neurálgico de la Ofrenda, ríos de turistas y curiosos se adueñan de las calles cortadas al tráfico, para disfrutar de otros espectáculos artísticos que amenizan la velada como bailarines, músicos, acróbatas o mimos, con el sonido de fondo de petardos -algunos de gran potencia- y tracas que se oyen sin cesar.

Para facilitar el acceso al centro de Valencia y participar en la Ofrenda, Metrovalencia ofrece transporte a un total de 6.525 falleros de 26 comisiones, especialmente del distrito Marítimo y de la vecina localidad de Burjassot, que han reservado 93 tranvías y contratado 12.170 viajes.

El acto de hoy concluirá cuando la fallera mayor infantil, Sofía Soler, rinda su ofrenda floral a la patrona junto a su corte de honor, pasada ya la medianoche, momento en el que el cielo de Valencia se teñirá del color de los fuegos artificiales del castillo de la Pirotecnia Hermanos Caballer.

Se supera así el ecuador de las Fallas y el mundo fallero se prepara vivir los dos últimos días grandes de las fiestas, con una nueva jornada de Ofrenda, en la que la fallera mayor pone el colofón a tres días de frenética actividad antes de asistir al espectacular castillo de la Nit del Foc, este año de la mano de Europlá.

Será el crepúsculo de una fiesta a la que le restarán las 24 horas finales, donde el trabajo de todo un año será consumido por el fuego como manda la tradición y se empiece ya a trabajar en las Fallas de 2017, quién sabe si ya declaradas por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.