Ningún miembro de la Comisión Rojas Clemente se podía imaginar que en la celebración de su 75.ª aniversario podría darse la posibilidad de quedarse sin un lugar donde plantar su falla. Todo empezó hace un par de años, cuando un estudiante que estaba haciendo un proyecto de fin de carrera contactó con Paco Rodríguez, presidente de la comisión, para conocer el estado del barrio y proponer diversas mejoras al ayuntamiento.

Tan hondo caló su discurso que la misma comisión se encargó de aportar todo lo necesario para que el proyecto siguiese adelante contando con el mayor número de vecinos posibles. «Somos un barrio muy antiguo, con muchas callejuelas, suciedad... Y poco espacio para vivir el día a día», explicó ayer a este diario Rodríguez. «La idea nos pareció maravillosa desde el comienzo y quisimos aportar nuestra ayuda», añadió.

Lo que no se esperaban es que la situación daría la vuelta y acabaría por afectarles de lleno. El resultado del consenso fue la construcción de un parque completo (con bancos, árboles y columpios para los más pequeños) en la misma plaza donde la comisión lleva plantando su falla los últimos 75 años y que les da nombre desde hace más de 90.

«Nos quedamos sin plaza». Es la conclusión de muchos miembros de la comisión. Por eso ayer se reunían en ella más de 100 falleros, justo antes de salir disparados a la ofrenda, para tomar una foto «con la que hacer fuerza» y pedir alternativas al ayuntamiento.

«El problema no es únicamente que no podamos hacer uso de la plaza. Es lo que deriva de ello», reconoció Rodríguez.7

Al tratarse de un barrio antiguo, las calles colindantes son demasiado estrechas y quebrantarían las normas de seguridad.

«Para plantar una falla debe haber una distancia entre el monumento y las fincas de al menos cinco metros y en estas calles ya hay una distancia máxima de seis solo entre edificios», explicó. «En la Cremà sería imposible que un camión de bomberos acudiese hasta el monumento para sofocar las llamas», reconoce.

La alternativa que proponen desde la comisión es que los columpios del parque sean «desmontables», para poder quitarlos únicamente los cuatro días que duran las fallas y no molestar un proyecto que, si no fuera por este inconveniente, aplaudirían.

«Estamos preocupados por el año que viene. Las obras comienzan en mayo y es posible que no podamos ni plantar la falla en nuestro 75.º aniversario», lamenta.

Se reducen, además, las posibilidades donde situar la carpa. «Somos una comisión pequeña, de 120 miembros, pero en fallas se unen también familiares y amigos. Sería imposible celebrar comidas y cenas en el mismo casal. La carpa es necesaria», reconoció mientras recordaba que también deberían de olvidarse de contratar hinchables para los más pequeños en una fecha tan señalada como lo será el próximo año.