«Que la fiesta sea percibida de manera positiva por el conjunto de la ciudadanía y por la diversidad de agentes que interactúan con ella, minimizando sus evidentes riesgos, reforzando sus potencialidades y, en definitiva, apostando para que sea nítidamente comprendida como una oportunidad social, cultural y económica para el conjunto de la ciudad y no como un problema por su gran impacto en el espacio público».

Con estas premisas redactadas en una carta por el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, diferentes agentes sociales de la ciudad (comerciantes, hosteleros, vecinos y, por supuesto, falleros, a través de diferentes colectivos organizados) han recibido un cuestionario que marcará la clave para cualquier modificación en el Bando de Fallas. Este año se incorpora también el Servicio de Patrimonio Histórico, debido al descontrol que hubo en lugares emblemáticos como la Lonja.

El pasado martes, el edil anunció en el pleno de la Junta Central Fallera que, tras recibir las sugerencias por escrito de cada uno de estos grupos sociales, la intención es reunirlos en una mesa para decidir qué se puede modificar o no del reglamento de funcionamiento de la ciudad en los días grandes.

El año pasado hubo reuniones parciales con cada colectivo y ahora se pretende que se reúnan todos. El bando del pasado año recibió críticas por algunos de los agentes (Interagrupación, Federación de Especial, Hostelería...), aunque resulta evidente que el antagonismo de intereses entre unos y otros no hace fácil realizar un texto de consenso.

En la carta, sin embargo, el edil quiere tirar de «buenismo» al asegurar que «en los últimos años se ha conseguido una reducción notable de las quejas ciudadanas, que nos hablan de una mejora de la convivencia».

Cambios fijos o variables

No es que el Bando vaya a cambiar sustancialmente. Es un texto que, a lo largo de los años, apenas recibe modificaciones. Algunas, atendiendo a sugerencias (el pasado año el adelanto en la cancelación de la ORA). Otras, por el propio movimiento del calendario (la inauguración de carpas se mueve cada año). Son cinco las preguntas que se proponen a los agentes para que opinen sobre ellas. Así mismo, una sexta es una especie de añada usted lo que quiera en clave de si hay otras propuestas o consideraciones.

Las preguntas harán referencia a cinco aspectos fundamentales. La primera es sobre la apertura de los mercados de artesanía a partir del 12 de marzo y sus dimensiones y ubicación. La segunda es el de los puestos de espacios para comer (gastronetas o versiones parecidas que se han hecho pasar por gastronetas). Se pregunta en este caso si se les ocurre algo para mejorar la higiene y reducir humos. La tercera pregunta es sobre las novedades en dos grandes causas de ocupación de la calle: la salida de piezas de las fallas y la instalación de las iluminaciones sofisticadas. Por supuesto, también sobre las carpas y su calendario y también se piden propuestas para reducir los residuos y garantizar la limpieza.

Valga el ejemplo: este año, siguiendo la lógica, las carpas podrían estar disponibles el 8 de marzo, viernes. Un día antes que el año pasado. Lo que, por efecto dominó, que estén inutilizadas casi cuatro días (desde el domingo 10 por la tarde al 14 por la tarde).

Fuset solicita «responsabilidad y generosidad» en la carta sobre las posturas a defender «para reforzar consensos». «Estoy seguro que este camino de participación y corresponsabilidad, diálogo y comprensión mutua y colectiva es sin duda la mejor manera de hacer efectivo que la fiesta de las Fallas es una fiesta de todas y todos». Ahora depende de la capacidad de interesar a cada una de las partes del tejido asociativo y, por supuesto, la satisfacción que les cause el texto final.

La intención del ayuntamiento, y así lo manifestó la pasada primavera, es adelantar el Bando para evitar uno de las quejas de los últimos años por parte de las comisiones: que se pueda agilizar de una vez la concesión de los permisos.